martes, 24 de julio de 2012

NUEVA MASACRE EN EL PAÍS DEL NORTE

Holmes
Con un disfraz que lo asemejaba al villano que estaban viendo en la pantalla quienes serían sus próximas víctimas, James Holmes, de 21 años y sin antecedentes penales, ingresó el 19 de julio pasado a la sala de aquél cine del estado de Colorado. Ante la sorpresa y el pánico general comenzó a descargar su arma sobre los presentes hasta vaciar el cargador. El saldo fue de 12 muertos y 59 heridos.

                                             James Holmes

Como ya sucedió innumerables veces en los Estados Unidos, los disparos fueron indiscriminados y con el único objetivo de lograr el mayor número de víctimas, o trofeos si se prefiere. El país del norte posee el luctuoso record mundial en este tipo de matanzas, con un haber de 14 episodios en los últimos 50 años contabilizando 304 muertos y más de mil heridos.
En la mayoría de los casos, se trató de adolescentes o adultos jóvenes con historias de familias disfuncionales y padres que desconocían las actividades y la vida cotidiana de sus hijos. Estas carencias son frecuentes en cualquier sociedad. Entonces, ¿por qué ocurren casi exclusivamente en los Estados Unidos?
El amor a las armas
Son varios los factores que participan en la causa de este fenómeno. Comencemos diciendo que la sociedad norteamericana es adepta a un cierto culto al rifle y a las armas de fuego en general. La conquista del oeste y la invasión del norte de México se consolidaron a fuerza de disparos de Remington, dejando detrás senderos tapizados de indios y búfalos muertos.
El cine de Hollywood, en el género de acción, que es el más abundante y de mayor popularidad, se caracteriza por escenas de extrema violencia donde los seres humanos tienen el mismo valor que las cucarachas.
La sociedad norteamericana dispone de una docena de revistas dedicadas exclusivamente al conocimiento sobre las bondades, versatilidad y empleo de todo nuevo modelo de arma que produce el mercado.
                      En los kioscos abundan las revistas de armas

En el estado de Texas, cuando se va a iniciar cualquier tipo de emprendimiento, en lugar de decir “estoy preparado”, la expresión es “I have de guns ready” (tengo las pistolas listas). En el caso del médico que va a tratar al paciente, decir que “tiene las pistolas listas”, constituye una verdadera contradicción. Esto indica el grado de impregnación que tiene esa sociedad con todo lo relacionados con armas de fuego.
Sin embargo, el factor más importante para explicar los repetidos episodios de asesinatos colectivos, radica en que a partir de los 18 años cualquier ciudadano tiene derecho a portar una extensa gama de armas. No se requieren permisos, ni licencias especiales y este rubro se puede adquirir en numerosos locales y en las grandes tiendas. También se puede encargar vía internet y el correspondiente fusil, pistola o metralleta, será entregado a vuelta de correo prolijamente envasado. Así las adquirió el joven Holmes, quién tenía en su casa un verdadero arsenal, incluyendo trampas explosivas que bomberos, policías y expertos del FBI se esforzaron durante días para desactivarlas.
Se calcula que hay doscientos millones de armas de fuego en manos privadas, o sea que uno de cada tres norteamericanos es el feliz poseedor de uno o más de estos artefactos.
La Segunda Enmienda y la NRA
Toda esta parafernalia belicista se remonta a 1791 cuando se promulgó la Segunda Enmienda a la Constitución del país del norte, que heredó interpretaciones medievales de la Inglaterra del siglo XII, donde todo hombre libre debía tener armas para usarlas al servicio del rey. Literalmente la Segunda Enmienda dice: “Siendo una milicia bien preparada necesaria para la seguridad de un estado libre, el derecho del pueblo a tener y portar armas no será vulnerado.”
La Enmienda fue ratificada en Junio de 2010 por la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos y cabe destacar que detrás de esta decisión se encontraba agazapada la fuerte presión de la Asociación Nacional del Rifle (NRA por las siglas en inglés). Esta institución, posee más de cuatro millones de afiliados y constituye uno de los lobbies más poderosos de ese país. Tiene miembros distribuidos en la Justicia y en el Parlamento y varios presidentes, entre ellos Ronald Reagan y George Bush fueron socios de la NRA. También figura en su lista la candidata republicana y ultraconservadora Sarah Palin, quien es una asidua concurrente a las instalaciones de una de las numerosas sucursales de la NRA.

                     Sara Palin practicando en una de las ramas de la NRA

Los esfuerzos de organizaciones, movimientos y miembros del Senado norteamericano que bregan por una mayor restricción del uso de armas de fuego, se estrellan contra la muralla de poder de la NRA. Pasado el episodio de la tragedia y cuando dejó de ser tapa en los diarios, la población regresa al estado de conformismo y tolerancia hasta que una nueva masacre vuelve a despertar las conciencias.
                                            Edificio central de la NRA

Hasta ahora, la NRA sorteó sin mayores dificultades cada uno de estos brotes de indignación contra la permisiva Enmienda y el presidente Obama, quién durante su campaña prometió restringir la venta de armas, una vez en el poder desistió del proyecto. Sucede que la NRA es muy influyente, contribuye con dinero en las elecciones presidenciales y está respaldada por las fábricas de armamentos, la industria más poderosa del mundo.
Es por eso, que el Premio Nobel de la Paz, está más interesado en analizar cuál será el próximo blanco en Pakistan de los aviones no tripulados del Pentágono, que en poner coto a las masacres de su país.



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