John D. Rockefeller
En respuesta a leyes estatales que trataban de limitar el tamaño de las empresas, Rockefeller y sus socios tuvieron que desarrollar métodos de organización innovadores, que cristalizaron en la invención del "trust" empresarial. En paralelo, surgieron leyes estatales y federales "anti-trust" que se opusieron a estos movimientos.
Tras una larga serie de juicios, en 1911 el Tribunal Supremo decretó la fragmentación de la Standard Oil en 34 empresas independientes, pero que seguían siendo propiedad de Rockefeller y del resto de los accionistas originales. Las descendientes de estas empresas conforman el núcleo principal de la industria petrolera estadounidense en la actualidad.
Hasta aquí nos encontramos con el ejemplo más acabado de monopolio inescrupuloso que desarrolló verdaderos laberintos legales para eludir al fisco y fundamentalmente, las leyes antitrust.
Pasemos ahora a otro aspecto mucho más sabroso de Rockefeller: su abierta simpatía por Hitler y el nazismo.
En 1933, con Hitler recién encaramado al poder, la Standard Oil de New Jersey le facilitó al ejército alemán las patentes para producir tetraetilo de plomo un compuesto para el combustible de la Luftwaffe.
En 1936 compañías banqueras de inversión de Rokefeller (Rockefeller Investment Bankers), intercambiaron directorios y juntas administrativas con la Gestapo y bancos europeos controlados por los nazis. Entre los abogados asesores se encontraba John Foster Dulles, quién más tarde fue secretario de estado del presidente Eisenhower y director de la CIA. Dulles formó parte de la empresa de Fritz Thyssen, el principal financista de Hitler.
En 1937 murió John D. Rockefeller, pero la Standard Oil mantuvo su fidelidad con los regímenes totalitarios hacia quienes parecía tener especial afecto. Le proveyó combustible a Franco durante la guerra civil española y continuó aportándole el vital elemento al régimen nazi, incluso durante el comienzo de la segunda guerra mundial.
Por entonces, la Standard Oil tenía una subsidiaria en Alemania cuyos miembros formaban parte del conspicuo círculo de Himmler. A todo lo largo de la guerra, el Rockefeller’s Chase Bank con sede en París aportó distintos servicios y negocios para los nazis.
Gran parte de esta estrecha amistad comercial e ideológica fue cortada por Roosevelt cuando los Estados Unidos ingresaron al conflicto después del bombardeo japonés en Pearl Harbour.
Entonces, John Foster Dulles y su hermano pasaron a otras actividades lucrativas como la de formar parte del directorio de la United Fruit, muy vinculada a través de negocios con la Standard Oil. La United Fruit se introdujo en todos los países de América Central, que después recibieron el mote peyorativo de repúblicas bananeras. El caso paradigmático fue Guatemala donde la empresa llegó a poseer más del 40% del territorio para plantaciones, junto con ferrocarriles, radios, bancos y otras posesiones. Cuando el presidente Jacobo Arbenz pretendió quitarle poder a la United Fruit, su directorio convenció a la Casa Blanca de que el país caería bajo el dominio de la Unión Soviética. Desembarcaron los marines, hubo una sangrienta represión y las cosas volvieron a la normalidad con un títere militar como presidente.
Otra veta interesante de la Standard Oil fue su filantropismo. Apoyó, por que negarlo, varias empresas para beneficio de la comunidad, esto también le servía para mejorar la imagen y reducir impuestos. Uno de ellos fue el Cold Spring Harbor Laboratory fundado en 1890 y del cual salieron varios premios Nobel, entre ellos James Watson quién junto con Francis Crick decodificaron el ADN, quizás el aporte más grande en la historia de la biología.
Cold Spring Harbour Laboratory
También de esa institución surgieron personajes nada inocuos como los biólogos Charles Davenport y Harris Laughlin, quienes crearon la Oficina de Registros de Eugenesia. El propósito, muy caro a estos eugenistas, fue demostrar la herencia no sólo de caracteres físicos, sino también mentales, intelectuales y morales que justificaran las medidas de control social tales como la selección de inmigrantes, el mejoramiento racial, la esterilización de discapacitados, etc.
De más está decir que esta oficina tuvo vínculos estrechos con el Kaiser Wilhelm Institute for Eugenics de Alemania, que recibió fondos de Rockefeller y estaba dirigida por Ernest Rudin, el higienista racial de Hitler. De esa institución surgió el psiquiatra Franz Kallman quién se trasladó a los Estados Unidos y fue cofundador de la Sociedad Americana de Genética Humana. En su trabajo sobre mil esquizofrénicos justificaba los operativos de “higiene” social de Hitler.
Franz Kallman Paradojalmente, Kallman había huido de la Alemania nazi porque llevaba en sus venas sangre judía. Cosas vederes Sancho.
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