Cuando se plantea el fenómeno de una elección que se cree, porque se desea, que habrá de ser peleada, y luego los resultados no confirman esa hipótesis, las reacciones son del tipo "no se puede creer en nada, ni nadie", o, "estamos tocando el cielo con las manos" y me voy a convertir en el gran elector para las calendas de julio.
En general, no es fácil saber por qué pasan las cosas que pasan cuando están referidas a emociones o impulsos humanos.
El primer problema consiste en determinar si lo que algunos creen o están convencidos de que está mal, se corresponde con la recepción que del mismo hecho hace el resto de la sociedad.
Berlusconi es un desfachatado escandaloso, para muchos italianos y para el resto del mundo, pero, gana las elecciones. ¿Por qué? Desde el punto de vista político es difícil entenderlo: Italia está cada vez peor y las políticas del comendatore son las necesarias para que todo siga empeorando. Pero, es rico, más que rico, tiene poder, mucho poder, ambas cosas le permiten disponer de la cantidad y calidad de mujeres que se le antoje y reconstruir en sus casas esa parte de la historia romana. Es un paradigma italiano:"Silvio, sos un desastre, pero, cómo quisiera estar en tu lugar".
En Buenos Aires, sin el aspecto orgiástico, pasa algo similar. El Gobierno de la Ciudad no hace nada en materia de educación, de salud, de ordenamiento, de lo que sea, y eso genera la oposición de quienes pensamos que todo eso es lo que constituye la razón de ser del Estado y lo vemos con tanta nitidez que no podemos entender que alguien pueda no verlo igual.
Ahora bien, la revolución conservadora de los años '80, recogió la bandera del liberalismo decimonónico, "laissez faire, laissez passer, le monde s'en va seul" y, incoherentemente, lo convirtió en dogma, en pensamiento único. Y le agregó una dosis de culpa, que importó del liberalismo "made in USA", de acuerdo con el cual, si te va bien, es porque el sistema te ayuda, pero, si te va mal, es porque no sabés moverte,
"Dejar hacer, dejar pasar, es lo que se le pide al Estado para que el mundo pueda ir solo por su ruta. Pero esa soledad corresponde a la astronomía y para nada a las sociedades humanas. Lo que el Estado no hace o no regula, lo hacen los privados cuyo objetivo primordial es aumentar el dinero de que disponen y generar aún más dinero, en una marcha insaciable.
Se cierran todos los centros culturales de la ciudad y los innumerables talleres de todo género que acercaban elementos de cultura a gran cantidad de ciudadanos de clase media para abajo. "¡Qué horror!" dicen unos. "¡Qué bien! " dicen los otros, "por qué el dinero de nuestros impuestos tiene que ir a subvencionar a esa gente que, en general, está como está porque no quiere trabajar?" . Dejar hacer, dejar pasar, es la filosofía del PRO y si tal como van las cosas, yo estoy bien, ¿por qué habría de cambiarlas? Palermo Chico es un lugar ideal para generar este tipo de razonamientos.
Pero, más allá de personas y posturas, yo creo que hay algo bastante más grave.
La Argentina está queriendo construir un sistema de vida democrático. La democracia es, primordialmente, un sistema de gobierno, pero, para que el sistema funcione, la democracia tiene que ser una filosofía de vida. Y esa es la cuestión. La "mano dura", la "tolerancia cero", "el orden", son ideas que están muy arraigadas en grandes sectores de la sociedad y en todas las clases sociales. Hay mucha "democracia" de la boca para afuera que desde el fondo de los pechos dice "esto con los militares no sucedía". En realidad es un pensamiento que desearía una democracia marchando a paso de ganso.
Pero, entonces, luchar contra eso en base a la denostación de determinados personajes, creo que es contraproducente porque la crítica, el denuesto, lo viven quienes apoyan al personaje como una agresión a ellos mismos y termina fortaleciendo a quien se quiere debilitar. A mi modo de ver, hay que exaltar las virtudes donde se encuentran para que, positivamente, se muestre dónde no están, del mismo modo que cuanto más brillante es el sol, más profunda se ve la sombra donde aquél no llega.
Juan Carlos Aldazabal
Parece que en Palermo Chico pero tambien en Villa Soldati o en la Villa 31 la gente(¿?) se equivoca ......hay que saber perder y tratar de ser elegante tambien en la derrota.Las tontas declaraciones del intelectual Filmus y del troglodita de Tomada fueron lamentables.
ResponderEliminarA pesar de todo de vez en cuando los leo a uds y pense que despues del papelon aunque sea por hombria de bien reconocerian que no son los dueños de la verdad pero evidentemente me equivoque.El patan de Macri no es lo mejor pero catalizo mucha bronca por los estropicios de esta manga de corruptos.Todavia van a tener que beber mucha hiel(Santa Fe...Cordoba..)..........