El
técnico electricista está inspeccionando el funcionamiento de una silla de
madera simple, aspecto sólido y sin adornos de ningún tipo que posee dos
electrodos. Uno se encuentra en una de sus patas, el otro pende del alto
respaldo de la silla y tiene forma de plato con una concavidad que permite
cubrir la parte superior de una cabeza humana. A la noche de ese día 23 de
agosto de 1927, serán ejecutados tres hombres acusados de asesinato, solo uno
de ellos, el portugués Celestino Madeiros es realmente un criminal, los otros
dos, Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, son inocentes, pero han sido
sentenciados a muerte por el juicio más perverso, xenófobo, clasista y plagado
de irregularidades en la historia del juzgado del estado de Massachusetts.
Bartolomeo Vanzetti y Nicola
Sacco en 1923
La habitación en que se encuentra la silla
eléctrica es lúgubre y gris, sin ventanas y con espacio suficiente para que
además del condenado se puedan sentar varias personas que según el reglamento
serán designadas para presenciar que la ejecución se lleve a cabo de acuerdo
con las reglas establecidas.
El
técnico electricista prueba varias veces el funcionamiento y cuando se produce
la descarga, las luces de la prisión titilan y palidecen porque la magnitud de
la electricidad generada debe matar a la víctima en forma instantánea, mientras
todos los órganos de su cuerpo sufren un caos molecular y se destruyen por la
alta temperatura recibida. Este aparato fue inventado en 1890 por un técnico de
la empresa Edison, diseñado para causar una muerte rápida e indolora. Sin
embargo el técnico electricista en una ocasión manifestó que si le tocara a él,
preferiría cien veces más morir ahorcado.
Nicola Sacco había emigrado a los Estados
Unidos proveniente de Italia a la edad de 17 años, se casó y tuvo dos hijos,
uno adolescente llamado Dante y una hija de 7 años. Se empleó en una fábrica de
zapatos del estado de Massachusets y en sus horas libres luchó como anarquista
contra la explotación obrera del país formando parte de manifestaciones y
reuniones del partido. En uno de esos actos conoció a Bartolomeo Vanzetti quien
también había venido de Italia cuando tenía 20 años y trabajaba como pescador.
Entre ambos nació una buena amistad. Ninguno había participado en acciones
violentas y a juzgar por sus rostros y atuendos, se evidenciaba que eran
humildes trabajadores dedicados a su familia, sencillos y de aspecto honrado y
bondadoso.
El 15 de abril de 1920, en el pueblo de South
Braintree el pagador Frederik Parmenter y su acompañante fueron asaltados por
un grupo de hombres que los mataron y se llevaron 15.000 dólares destinados al
pago de los empleados de una empresa. Ni Sacco ni Vanzetti se enteraron del
hecho porque el primero estaba en Boston por un trámite de su inmigración y el
segundo en ese momento vendía pescado en otra parte de la ciudad.
Algunos testigos presenciaron el crimen y
declararon que se trataba de italianos. La policía hizo una razzia y veinte
días después Sacco y Vanzetti, pese a que carecían de antecedentes policiales, fueron
arrestados bajo el cargo de estar implicados por ser anarquistas y por tratar
de recaudar dinero para las campañas de su partido.
El
juicio comenzó el 21 de mayo de 1921 y duró 14 semanas. Hubo falsos testigos
que declararon haberlos visto introducirse en el auto de los asesinos. Una
testigo hizo una descripción de las facciones y la ropa de los acusados con una
precisión que no condice para una persona que los vio por solo unos segundos desde
la ventana de un segundo piso. Otros testigos se contradijeron. Por parte de la
defensa se presentaron varias personas que aseguraron haber estado con Sacco y
Vanzetti a la hora del crimen.
Los
dos acusados tenían varios elementos que no les eran favorables: se trataba de
inmigrantes italianos, que hablaban un inglés limitado, carecían de contactos
sociales de influencia, y de elocuencia para defenderse. Además, eran
anarquistas, pero por sobre todas las cosas, el juez estaba decididamente mal
predispuesto contra ellos. Webster Thayer era un xenófobo con particular
desprecio hacia los italianos y fuera del juzgado se refería a ellos como
“bastardos anarquistas”. Pero incluso en una de las sesiones llegó a
manifestar: "Este hombre, Vanzetti, aunque en
realidad no haya cometido ninguno de los crímenes que se le atribuyen, es sin
duda culpable porque es un enemigo de nuestras instituciones". Esta
escandalosa arbitrariedad fue más tarde borrada de las transcripciones del
juicio.
Webster Thayer
Durante las semanas en que Sacco
y Vanzetti debieron afrontar el proceso, se produjeron numerosas y
multitudinarias manifestaciones en diferentes ciudades de Estados Unidos, tanto
de anarquistas como de gente en general, muchas de ellas reprimidas por la
policía en forma violenta. Las embajadas de Estados Unidos en la mayoría de los
países de Europa, de América Latina y hasta de Japón, fueron rodeadas por
manifestantes con pancartas pidiendo la libertad de Sacco y Vanzetti.
Manifestación en París
Un frente de
intelectuales levantó su bandera contra la pena de muerte decretada contra
ambos. Escritores como Upton Sinclair, Bertrand Russell, John Dos Passos,
George Bernard Shaw y hasta el famoso abogado y futuro juez de la Corte
Suprema, Felix Frankfurter, pidieron la anulación del juicio. El
dictador Mussolini le envió una carta a Warren Harding, el presidente de
Estados Unidos, para que conmutara la pena, pero la nota no fue respondida.
El día de la ejecución el gobernador de
Massachusetts tenía la agenda plagada de reuniones con abogados, periodistas,
profesionales y dirigentes de organizaciones que con distintos argumentos le
solicitaron la conmutación de la pena. También se presentó ante él Rosa, la
esposa de Sacco, una hermosa mujer de rasgos delicados acompañada por la
hermana de Vanzetti, recién llegada de Italia. Rosa le habló al gobernador con
el corazón, le dijo que era totalmente incapaz de matar, que si encontraba una
hormiga en la casa la levantaba y la depositaba en el jardín, porque era un ser
con vida, también le dijo que su esposo jamás había estado en South Braintree.
Alvin Tufts Fuller, gobernador de Massachusetts
El gobernador que seguramente hubiera pisado
a la hormiga, la escuchó atentamente, de la misma forma que hizo con todos los
que ese día se presentaron en su oficina. Era un millonario, elitista para
quien los dos condenados eran dos mugrientos agitadores, que hablaban mal el
inglés y que se pasaron sus vidas tratando de derrumbar las magníficas
estructuras de la sociedad norteamericana. Sin inmutarse en lo más mínimo a
todos les contestó con frialdad, aunque sin perder la cortesía, que el caso
había sido analizado exhaustivamente durante meses, que a los reos se les
dieron todas las posibilidades y finalmente cerraba diciendo que había sido un
juicio justo.
La noche antes
de su muerte Sacco le escribió a su hijo una larga carta de la cual se destaca
este fragmento: “[...] recuerda siempre Dante, que en el juego de la felicidad
no tienes que usarlo para ti solo, sino mirar un paso detrás de ti, ayudar a
los más débiles que piden ayuda, a los perseguidos, a las víctimas que son tus
mejores amigos. Son los camaradas que luchan y caen, como cayeron ayer tu padre
y Bartolo, por la conquista de la alegría, de la libertad para todos y para los
trabajadores pobres. En esta lucha por la vida encontrarás amor y serás amado”.
La energía
eléctrica, un elemento destinado a dar luz, mover motores y dar confort en el
hogar, en la noche del 23 de agosto de 1927, cuando el verdugo bajó la palanca,
se usó para electrocutar a Sacco y Vanzetti. El juez Thayer, el gobernador de
Massachusetts, los fiscales y socios de los distinguidos y exclusivos clubes
del estado, no lograban entender la solidaridad de tanta gente para con dos
sucios italianos anarquistas.
Hacer click aquí para escuchar la canción https://youtu.be/7oday_Fc-Gc
Los días
siguientes a la ejecución explotaron bombas en el
metro de Nueva York, en una iglesia de Filadelfia y en la casa del alcalde de
Baltimore. Uno de los jurados perdió su casa por una bomba nocturna. Tampoco se
salvó el hogar de Robert Elliot, el ejecutor que bajó la palanca. En 1932, hubo
un intento de asesinato contra el juez Thayer que por el resto de su vida tuvo
que vivir custodiado y refugiado en su selecto club de Boston.
Sobre el caso Sacco y Vanzetti,
se hicieron películas, series televisivas, obras de teatro y se escribieron
libros, siendo el más recomendable La
pasión de Sacco y Vanzetti por Howard Fast.
Cincuenta años
después, en 1977, el gobernador de Massachusetts Michael Dukakis, se excusó
públicamente por las graves fallas cometidas durante el proceso a Sacco y
Vanzetti, y proclamó su total y absoluta inocencia y pidió disculpas, salvando
el” buen nombre y honor de los mártires”. Demasiado tarde para Nicola y
Bartolomeo.
The Passion of Sacco and Vanzetti. Témpera de Ben Shahn. Whitney Museum
of American Art.
Alfredo Serra. Odio y prejuicio en EE.UU.: hace 90
años ejecutaban a los anarquistas Sacco y Vanzetti. Infobae, bajado el
23/06/2018
Howard
Zinn. Historia de Sacco y Vanzetti, el caso del juicio a los italianos
anarquistas. Anarquismo en PDF, 13/10/2015.
Howard
Fast. La pasión de Sacco y Vanzetti. Gobierno del Distrito Federal de México
2000.
Mauricio
Kartun. Sacco y Vanzetti. Drama teatral.
Miniserie
por Europa Europa. Nueva versión del caso Sacco y Vanzetti. La Nación,
24/11/2007.
Muy triste pero veridico el episodio de Sacco y Vanzetti.
ResponderEliminarExcelente recuerdo
ResponderEliminarGracias Ricardo por tus envíos , son muy ilustrativos e interesante .
ResponderEliminarMaria carlota PIAGGIO
GRAZIE MILLE CARISSIMO "AMIGAZO", MOLTO BUONO!!!!!
ResponderEliminarABBRACCIONE!!!!!