Caravaggio huye de la justicia y pasa
sus últimos años trasladándose de una ciudad a otra. Personaje violento y
pendenciero, al término de un partido de pelota había discutido con otro y lo
mató con su espada. Perseguido por las autoridades y los compañeros del muerto
y con tantos admiradores como enemigos, abandona Roma, su amada Roma que le dio
la gloria y la fama y se dirige a Nápoles. Allí lo acoge la poderosa familia
Colonna que admira su talento artístico. Pinta varios cuadros, quizás los
mejores de su arte creativo.
Michelangelo Merisi da Caravaggio (1593-1610) Autorretrato
Su espíritu
inquieto hace que abandone la protección de los Colonna y escapando de la
justicia se dirige a Malta. Los templarios, ignorantes del crimen que había
cometido, pero conocedores de su arte, lo nombran caballero de la orden. Su
comportamiento pacífico dura poco, imposibilitado de controlar los arranques
explosivos de su mente, participa en nuevas riñas callejeras y el gran maestre
de los templarios, informado de que Caravaggio cargaba sobre sus espaldas un
crimen y se encuentra prófugo de la justicia romana, lo expulsa de la orden y
de la isla. Aquel es un golpe moral que hunde al pintor aún más en el abismo de
la desesperación. Su vida se ha vuelto tan tenebrista como su arte.
La cena de Emaús
Tras un breve
paso por Sicilia regresa a Nápoles donde es atacado por un grupo de
desconocidos, probablemente encabezado por alguno de sus enemigos. Queda tan
mal herido, que según relatan los contemporáneos, su rostro es irreconocible. A
partir de entonces duerme armado y desconfía de cualquier persona de su entorno.
Pese a todos
estos avatares, mantiene intacto su espíritu creativo y su deseo de continuar
con sus obras. La calidad de su arte no mengua en absoluto y durante ese
período vuelca en el lienzo motivos brillantes, entre ellos David con la cabeza de Goliath, que se
supone fue su última creación.
David
con la Cabeza de Goliath. Galleria Borghese, Roma
David es
representado como un adolescente que sostiene de los cabellos la cabeza de
Goliath. La mira con una expresión mezcla de lástima y desprecio. En su mano
derecha luce la espada que le quitó al propio gigante después de haberlo
desplomado de un certero hondazo en la frente. Goliath tiene los ojos abiertos
pero su rostro es inexpresivo como corresponde a un muerto. De su frente mana
sangre porque es allí donde impactó la piedra arrojada por David.
El cuadro
posee el juego impecable y perfecto de luces y sombres que resaltan el estilo
tenebrista, una innovación genial que sería imitada a lo largo de los siglos
por otros grandes artistas, porque Caravaggio fue un revolucionario del barroco.
El fondo es negro, carente de paisajes o de cualquier otro elemento, una de las
características del tenebrismo del autor.
Sin embargo,
lo más interesante de esta pintura es el rostro del decapitado. Aquí Goliath es
Caravaggio y la mayoría de los expertos han coincidido en este aspecto, a tal
punto, que también la obra es considerada como el autorretrato del artista.
¿Qué lo lleva
a Caravaggio a realizar tan macabra representación de su rostro? Hay varias
hipótesis, él no es una persona mentalmente equilibrada, su vida violenta y
pendenciera está jalonada de episodios en los que no puede controlar sus
impulsos y es probable que también vuelque esta agresividad sobre sí mismo y el
cuadro sea una premonición de un intento de suicidio. Otra hipótesis, quizás la
más acertada, sostiene que Caravaggio pinta esta escena para entregarle el
lienzo al Sumo Pontífice como un acto de arrepentimiento en busca del perdón.
Esta entrega nunca llegó a concretarse.
Finalmente
logra el indulto, un documento sellado por las autoridades de Roma que
sentencia que Michelangelo Merisi da Caravaggio, ya es un hombre libre.
Entonces, munido de algunas pinturas y ligero de equipaje parte hacia la ciudad
eterna en el verano de 1610. La nave que lo transporta hizo escala en un puerto
a 150 kilómetros de Roma y allí Caravaggio es brevemente detenido. Cuando se
aseguran que sobre él no pesa condena alguna y queda libre comprueba desolado
que el barco acababa de zarpar.
Baco
Lo persigue
por la playa agitando los brazos, pensando en sus pinturas que han quedado a
bordo, pero las velas se van alejando cada vez más. Agotado por el esfuerzo y
el paludismo que sufría desde hace varios años, cae sobre la arena para no
volver a levantarse.
Así, de la
misma forma en que transcurrió su existencia, termina la vida turbulenta de uno
de los más grandes pintores de la historia quien con su estilo revolucionó el
arte y fue admirado e imitado por las siguientes generaciones. Su mente, a
intervalos desquiciada, jamás interfirió con su obra la que hasta último
momento mantuvo los más altos estándares de belleza y creatividad.
Juan Narbona.
Caravaggio, el pintor amado que se odió a sí mismo. Nuestro Tiempo, diciembre
2017.
Mario
Goloboff. El realismo mágico de Caravaggio. Página 12, 19/08/2016.
Claudia
Campaña. Más allá de Caravaggio: el legado de un genio del tenebrismo. El
Mostrador 12/12/2016.
Hola, Ricardo y saludos desde Roma. Tu blog sobre la historia de Caravaggio, uno de mis pintores favoritos, es excelente como siempre.
ResponderEliminarAbrazos