La película que descalificó un método terapéutico
Quizás uno de los alegatos más impactantes contra la
lobotomía frontal, actualmente conocida como psicocirugía, fue la película de
Milos Forman Atrapado sin salida (One Flew Over the Cuckoo's
Nest), basada en la
novela de Ken Kessey.
Jack Nicholson en una escena de la película Atrapado sin salida,
de Milos Forman, producida en 1975.
El personaje, Randle McMurphy, genialmente
interpretado por Jack Nicholson, es un interno limítrofe con cargos de robos
menores. En el instituto penal en que se encuentra deciden que podría
beneficiarse en un hospital psiquiátrico.
McMurphy pronto se rebela contra el
régimen opresivo que ejerce la jefa de enfermeras, y esta finalmente lo conduce
por la fuerza al quirófano, donde, sin consentimiento alguno, es sometido a una
lobotomía. Cuando regresa junto a los demás internados, ya no es el personaje
alegre y extrovertido que solía organizar juegos y entretenimientos. El
procedimiento quirúrgico lo transformó en un zombi, una piltrafa humana. Uno de
sus compañeros considera que no merece vivir en ese estado y lo asfixia con una
almohada para después escapar desesperado a través de una ventana.
Egas Moniz: el creador de la lobotomía
Egas Moniz (1874-1955)
En 1949, el psiquiatra y neurocirujano Egas Moniz
compartió con Walter Rudolf Hess el Premio Nobel de Medicina. En el caso de
Moniz, el galardón le fue otorgado por “el descubrimiento del valor terapéutico
de la lobotomía en ciertas psicosis”.
La lobotomía fue una técnica muy controvertida. A
través del tiempo se comprobó que los daños que provocaba superaban a los
beneficios, con el agravante de que en las primeras décadas en que fue
utilizada se abusó de su indicación y en algunos centros fue aplicada en forma
indiscriminada.
La historia de la medicina revela que, a través de los
siglos, los enfermos mentales fueron quienes más sufrieron todo tipo de
agresión terapéutica, sin mencionar el maltrato físico al que eran sometidos.
¿Quién fue Egas Moniz? Antonio Gaetano de Abreu Freire
nació en 1874, en una pequeña villa portuguesa; de niño, por sugerencia de su
tío, adoptó el nombre de Egas Moniz, una figura histórica del siglo XII, héroe
de la resistencia contra los moros y antepasado familiar. Este nombre se impuso
sobre el suyo original, que más tarde cayó en el olvido.
Sin duda, se trató de un personaje polifacético, ya
que, además de ejercer la medicina, tocaba con habilidad instrumentos musicales,
e incursionó en la política, por la cual alcanzó altos cargos gubernamentales.
Su tesis doctoral fue una obra de dos volúmenes,
titulada Sobre la vida sexual;
seguramente era un tratado ameno e interesante ya que en las décadas siguientes
alcanzó 19 ediciones.
Fue en París donde Moniz adquirió sus conocimientos de
psiquiatría y neurología, y lo hizo junto a destacados científicos de La
Salpetrière, como Fulgence Raymond, Pierre Marie, Jules Dejerine y Félix
Babinsky. A su regreso a Portugal, sus antecedentes curriculares le permitieron
llegar al cargo de profesor titular de Anatomía y Patología en la Universidad
de Coimbra.
Sin embargo, desde 1903 hasta 1919, período en que
ocupó el cargo, Moniz volcó su entusiasmo a la política que lo envolvió en
momentos de gloria y de amargura debido a la turbulencia que reinaba en
Portugal. Conoció brevemente la cárcel, participó en un duelo, del que
afortunadamente salió ileso, se rodeó de amigos y de acérrimos enemigos hasta
que se convenció de que su futuro estaba en la medicina.
La lobotomía y el Premio Nobel
En una ocasión, Moniz escapó de la muerte cuando un
paciente con trastornos mentales le disparó con un arma de fuego. Fue quizás
este episodio el que le sugirió la idea de que ciertos trastornos mentales exigían
procedimientos más drásticos. La hipótesis que desarrolló para justificar la
aplicación de la lobotomía fue que “para curar a estos pacientes, es necesario
destruir las conexiones conectivo-celulares y, de ellas, consideramos como las
más importantes aquellas relacionadas con los lóbulos frontales”.
El cerebro humano es la máquina más compleja del
universo, y recién a fines del siglo XX, gracias a los avances de las técnicas
por imágenes, especialmente la resonancia magnética y la tomografía por emisión
de positrones, se logró develar gran parte de las conexiones nerviosas y las
distintas áreas de las funciones cognitivas. Por lo tanto, destruir zonas del
lóbulo frontal para mejorar trastornos psiquiátricos en la década de 1930 era
una hipótesis temeraria.
Moniz presentó sus resultados en París, ante una
audiencia de expertos. La experiencia fue pronto publicada en el Bulletin de l’Académie de Médecine. Según
el autor, se curó el 35% de los pacientes, otro porcentaje similar mejoró y el
resto quedó igual. Moniz les quitó trascendencia a los efectos adversos, que
fueron numerosos.
Recomendaciones surgidas de los Estados Unidos y de
Brasil, más los numerosos trabajos publicados por el propio Moniz, que ya era
mundialmente famoso, contribuyeron a que en 1949 se le otorgara el Premio Nobel.
El Premio Nobel, el elogio de sus colegas, sus
numerosas publicaciones, las campañas de la prensa y los comentarios favorables
de revistas de primera línea,
hicieron que la lobotomía se propagara por el mundo en forma desenfrenada.
Después de Moniz, el principal promotor de la lobotomía
fue el Dr. Walter Jackson Freeman, originario de Filadelfia, Pensilvania.
Además de realizar la técnica, Freeman fue su entusiasta divulgador y recorrió
todo Estados Unidos visitando centros de neurocirugía en su vehículo al cual
denominó el “lobotomóvil”.
El Dr. Walter Jackson Freeman (1895-1972).
Cuando en 1967, Freeman realizó su última lobotomía,
llevaba contabilizadas 3.400 operaciones, y su socio Watts hacía tiempo que lo
había abandonado, porque consideraba que abusaba de la indicación. Por
entonces, Freeman cargaba sobre sus espaldas un número alarmante de muertos y
pacientes con secuelas neurológicas y cognitivas. Finalmente, el Estado le
retiró la licencia para realizar intervenciones quirúrgicas.
Algunos de los casos más resonantes de lobotomía
Warner Baxter (1889-1951)
Warner Baxter
Warner Baxter fue el actor que protagonizó el famoso
personaje Cisco Kid, uno de los más destacados westerns de Hollywood y durante la década de los 30 fue el artista mejor
pago en la industria del cine. Ya alejado de las pantallas, Baxter sufrió una
artrosis tan intensa que, sabiendo que la lobotomía se aplicaba para estos
casos, decidió someterse al procedimiento. Falleció pocos días después por una
infección pulmonar.
Alys Robie
Alys Robie (1923-2011)
Su nombre verdadero era Alice Robitaille, una exitosa
cantante del Canadá francés. A los 25 años, como consecuencia de un accidente
automovilístico, sufrió un período de internación prolongado en un asilo de
Quebec, donde la sometieron a una lobotomía. Si bien se recuperó
satisfactoriamente de la operación, al ingresar a los escenarios sus esfuerzos
chocaban con el tabú de su enfermedad mental. Nunca recuperó la popularidad. El
aspecto destacable de este caso fue que la lobotomía fue realizada sin su
consentimiento, lo que demuestra la escasa ética con que se efectuaba esta
práctica.
Rose Isabel Williams (1909-1996)
Rose Isabel Williams era la hermana
del famoso escritor Tennesse Williams. Al término de su adolescencia sufrió un cuadro grave de esquizofrenia que
no respondió con la terapia electroconvulsiva. Por decisión de su madre y sin
haber sido consultada, se le efectuó lobotomía bilateral, que deterioró
profundamente su personalidad. Tennesse Williams vivió muchos años con la culpa
de no haber impedido a su madre la decisión de operar a la hermana. Este
sentimiento lo volcó en sus obras teatrales El
zoológico de cristal y El último
verano.
Rosemary Kennedy (1918-2005)
Rosemary Kennedy
Rosemary
Kennedy, la hermana del presidente de los Estados Unidos, tenía un ligero
retardo mental, pero sus funciones cognitivas le permitían desempeñarse con
relativa normalidad, llevaba una vida social activa y mantenía un diario de su
vida.
Su
padre estaba convencido de que esta operación aumentaría el coeficiente
intelectual de Rosemary al nivel de sus hermanos. Contra la decisión de su
esposa y sin informarle a su hija, el autoritario padre impuso sus deseos y
consultó con el Dr. Freeman, quien rápidamente la sometió a la lobotomía.
El
resultado fue desastroso, ya que Rosemary fue reducida en forma definitiva a la
edad mental de tres años.
Helen Mortensen (1915-1967). En
1967, el Dr. Freeman recibió la visita de Helen Mortensen, una paciente a quien
durante el lapso de veinte años le había realizado dos lobotomías. Ahora iba
por la tercera, y el Dr. Freeman aceptó complacerla. No solo sería la última
lobotomía para Mortensen, sino también para el propio Freeman. Durante el
procedimiento, la aguja lesionó una arteria cerebral, y la paciente falleció
tres días después. Las autoridades del hospital revocaron a Freeman sus
privilegios quirúrgicos, y este se recluyó a una prudente y modesta actividad
privada hasta el fin de sus días.
Epílogo
El trabajo de Egas Moniz le dio a la medicina
portuguesa fama y aceptación internacional. Mereció más el Premio Nobel por sus
trabajos sobre angiografía de las arterias cerebrales que por el procedimiento
quirúrgico hoy llamado psicocirugía. En cuanto a este, a raíz de las críticas
que llegaron a su punto máximo en 1970, ha caído prácticamente en desuso,
desplazado por la batería de antipsicóticos que surgieron en las últimas
décadas.
Bibliografía
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Fusar-Poli
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British Journal of Psychiatry 2008; 193:50.
Gross D,
Schafer G. Egas Moniz (1874–1955) and the “invention” of modern psychosurgery:
a historical and ethical reanalysis under special consideration of Portuguese original
sources. Neurosurg Focus 2011; 30:8.
Rosenfeld
JV, Lloyd JH. Contemporary psychosurgery. J Clin Neurosci 1999; 6:106-112.
Muchas Gracias Querido AMIGAZO!!!!. EXCELENTE TEMA E INFORMACIÒN.
ResponderEliminarABRAZO GRANDE, para El MATRIMONIO!!!!!