Una línea prolífica de
poesía tanguera está volcada a la temática del amor y abarca un amplio abanico
de sentimientos que incluyen el abandono (generalmente es la mujer la que toma
la iniciativa), el resentimiento, el despecho, el reencuentro y hasta la felicidad
de una relación estable y armónica. Están todas las variantes incluyendo el
hombre que abandona a una mujer y a la vuelta de los años comprende su fatal
error, pero en general, como lo señaló con acierto José Gobello: “el tango no
se ha hecho para cantar lo que se tiene sino lo que se ha perdido”.
En el bolero también
abundan, quizás en mayor número que en el tango, las letras sobre el amor, pero
muchas de ellas parecen escritas por compromiso, como si el autor hubiera
tomado la decisión de escribir sobre temas pasionales por decisión propia o
ante un pedido especial. En el tango, el estilo y la fuerza de los versos que
relatan conflictos amorosos, sugieren que quien los escribió está reviviendo
una situación personal, un episodio que realmente le ocurrió en carne propia.
Esta sensación se vuelve realidad en Gricel.
El autor de este poema tanguero fue José María Contursi quien se encontró
envuelto en un conflicto amoroso que hizo que las musas acudieran a su mente y
liberaran su creatividad.
José María Contursi (1911-1972)
Gricel es una impactante historia de amor prohibido que logró vencer
el tiempo y la distancia. Corría el año 1935 y Contursi se encuentra trabajando
en Radio Stentor cuando lo visita en los estudios su amiga Nelly Omar
acompañada por su hermana y una atractiva jovencita que se presenta como Gricel
Viganó. Cupido los flecha a los dos para siempre; él tiene 24 años y ella solo
15 y no vive en Buenos Aires sino en Capilla del Monte, provincia de Córdoba,
dos obstáculos fácilmente superables, pero hay un tercer inconveniente que
parece insalvable, Contursi está casado, ama a su mujer y tiene una hija.
Gricel Viganó
Pasan tres años en los
que se supone que hubo cierto intercambio epistolar. Es entonces que Contursi
afectado por un problema pulmonar viaja a Córdoba por indicación médica para
recuperarse con el clima benévolo y el aire terapéutico de las sierras. Sin
dudarlo el poeta se dirige a Capilla del Monte y se aloja en la casa hostería
del señor Viganó, el padre de Gricel. La pasión de ambos, que no había
disminuido, crece más aún durante los inolvidables paseos alrededor del cerro
Uritorco.
Llamado por su esposa su
hija y su trabajo, Contursi regresa a Buenos Aires en lo que ambos pensaron que
sería una despedida definitiva. Gricel por su parte termina casándose y del
matrimonio nace una hija, pero al poco tiempo el hombre las abandona. En el
interín Contursi escribe en 1942 la letra de Gricel que por su contenido se
aprecia que la pasión hacia la joven no había menguado. La música se la puso
Mariano Mores y se transformó en una pieza bellísima a la cual el “Polaco”
Goyeneche le agregó su personal estilo.
Gricel
No debí pensar jamás
En lograr tu corazón...
Y sin embargo te busqué
Hasta que un día te encontré,
Y con mis besos te aturdí
Sin importarme que eras buena...
Tu ilusión fue de cristal
Se rompió cuando partí,
Pues nunca, nunca más volví
Qué amarga fue tu pena
No te olvides de mí...
De tu Gricel...
Me dijiste al besar
El Cristo aquel...
Y hoy que vivo enloquecido
Porque no te olvidé
Ni te acuerdas de mí
Gricel, Gricel
Me faltó después tu voz
Y el calor de tu mirar,
Y como un loco te busqué
Pero ya nunca te encontré,
Y en otros besos me aturdí.
Mi vida toda fue un engaño
En lograr tu corazón...
Y sin embargo te busqué
Hasta que un día te encontré,
Y con mis besos te aturdí
Sin importarme que eras buena...
Tu ilusión fue de cristal
Se rompió cuando partí,
Pues nunca, nunca más volví
Qué amarga fue tu pena
No te olvides de mí...
De tu Gricel...
Me dijiste al besar
El Cristo aquel...
Y hoy que vivo enloquecido
Porque no te olvidé
Ni te acuerdas de mí
Gricel, Gricel
Me faltó después tu voz
Y el calor de tu mirar,
Y como un loco te busqué
Pero ya nunca te encontré,
Y en otros besos me aturdí.
Mi vida toda fue un engaño
Escuchar la pieza por el
“Polaco” haciendo click aquí:
La historia se reactiva
cuando veinte años después se aparece en Capilla del Monte el destacado
bandoneonista Ciriaco Ortiz. Le explica a Gricel que vino por su cuenta y que nadie
lo envió, que la mujer de Contursi hacía un tiempo que había fallecido, que el
poeta es presa de un estado depresivo y está sumergido en la bebida. Gricel no
lo piensa dos veces, arma la valija y parte rumbo a Buenos Aires. Se encuentran
en la confitería El Molino y ya nunca vuelven a separarse.
Contursi tiene una
excelente relación con su hija, pero jamás le mencionó ese amor que guardaba
escondido. Por eso cuando le dice: ”Alicia, esta noche quiero que venga a cenar
una mujer muy especial, es Gricel, la del tango”. La hija queda paralizada, se
había corporizado el personaje que estaba en los versos de su padre.
Después de un tiempo de
idas y vueltas los dos se dirigen a Capilla del Monte y se casan en la iglesia
del pueblo. La salud de Contursi está deteriorada por una cirrosis alcohólica y
Gricel lo cuida hasta su fallecimiento el 11 de mayo de 1972, diez años después
de la unión matrimonial.
Gricel Viganó y José María Contursi
Ramiro Gigliotti.
Enamorados en tiempo de tango. Clarín, Revista Ñ de Cultura, 30/05/2012
Nicolás
Sosa Baccarelli. Gricel, una mujer detrás de la leyenda. Los Andes. Cultura.
26/05/2012
muy lindo !! gracias Ricardo!!
ResponderEliminarHola Ricardo. Mis felicitaciones por todas las ediciones de tu blog. Pero éste, en especial, me emocionó y es una historia que desconocía.
ResponderEliminarTenemos que tomar un café para comentar algunas cosas del tema que nos une, el tango.
Hablamos por teléfono y lo arreglamos.
Un abrazo.
Querido AMIGO Ricardo, muchas gracias por estos regalos magnìficos que nos
ResponderEliminarobsequiás , te agradezco de corazòn este regocijo del espìritu que tenès la
gentileza de mimarnos.
Hasta pronto.
ABRAZO GRANDE!!!!
Grande Ricardo!!!, qué creatividad y libertad la tuya!!
ResponderEliminarEspero haber hecho bien este envío ya que los últimos
dos no llegaron.
Gracias por tus envíos, que son un regalo y a mí me desburran. Un beso. Edith