Yayoi
se había levantado muy temprano esa mañana, está ansiosa por mostrarle a sus
pequeños amigos de la cuadra el triciclo que acaban de regalarle. Sale
pedaleando a la vereda cuando de pronto el cielo estalla en un flash de luz más
intenso que el sol, pero ella no alcanza a verlo, se ha evaporado en
innumerables moléculas que se dispersan en una atmósfera cuya temperatura
ascendió súbitamente a un millón de grados. Su triciclo vuela por los aires y
llevado por un viento huracanado cae muy lejos transformado en hierros
retorcidos.
Yayoi
es una de las cien mil personas afortunadas que murieron en forma instantánea.
Otra cifra semejante de seres humanos morirían minutos, horas o días después,
presas de horribles quemaduras. Los que podían moverse se arrastraron como
pudieron hasta el hospital más cercano con los rostros desfigurados o ayudados
por un tercero ya que donde tenían los ojos solo quedaban cuencas vacías de las
que chorreaba un fluido blanquecino.
Los
hospitales estaban abarrotados de pacientes moribundos, con amputaciones, la
piel que se desprendía junto con la ropa y casi todos irreconocibles. No iban a
recibir ningún socorro, la mayoría de los médicos y casi todas las enfermeras
habían muerto. Era la mañana del 6 de agosto de 1945 en la ciudad de Hiroshima.
Las
quemaduras, primero eran amarillas, luego se tornaban rojas, se hinchaban y
comenzaban a supurar, exhalando un olor nauseabundo. Sobre la piel de algunas
mujeres se dibujaban las flores del kimono, ya que el blanco había reflejado el
calor de la bomba y el negro lo había absorbido contra la piel. Con los meses y
los años continuaría muriendo gente de anemia e infecciones causadas por la
radiación. Los pocos habitantes que sobrevivieron y superaron todas estas
secuelas quedaron estériles definitivamente, tanto hombres como mujeres.
El proyecto Manhattan
El proyecto Manhattan, fue el programa científico creado por el gobierno de
los Estados Unidos en colaboración con su Estado Mayor destinado a desarrollar la
energía nuclear y, obviamente, su aplicación dentro de la carrera armamentística.
Participaron 37 fábricas y laboratorios de 19 estados y de Canadá, se emplearon
120.000 personas y los mejores científicos e ingenieros. Y así, bajo la supervisión
del físico nuclear Robert Oppenheimer, se crearon tres bombas atómicas, entre los
años 1941 y 1945. El costo total del proyecto fue de dos mil millones de
dólares.
Robert Oppenheimer (1904-1967)
Las razones y las justificaciones para crear un arma con una potencia como
nadie hasta entonces se había imaginado (20.000 toneladas de TNT), son temas de
discusión que aún perduran. El argumento más importante era que la Alemania
nazi también estaba enfrascada en un operativo similar, por lo que el
asunto parecía dirimirse en quién la tiraba primero y con eso ganaba la guerra.
Además, varios de los científicos que participaron en la elaboración de la
bomba atómica eran judíos, comenzando por el propio Oppenheimer y todos tenían
conocimiento del genocidio que estaba llevando a cabo Hitler con los de su
raza. Sin embargo, el espionaje aliado llegó a la conclusión que los alemanes
habían abandonado la idea porque no podían afrontar costos que les resultaban
insuperables.
Razones económicas y estratégicas, primaron para evitar la cancelación del
proyecto que ya estaba muy avanzado. La construcción de la bomba se terminó y
políticos, militares y científicos, estuvieron presentes en la prueba realizada
en Álamo Gordo y por lo tanto todos sabían la enorme capacidad destructiva de
aquel diabólico artefacto. ¿Cuáles fueron entonces las razones para arrojarla
sobre Hiroshima, una ciudad industrial con alto número de población civil?
Hubo dos justificaciones: una de ellas era que para derrotar a Japón se
requería un desembarco masivo de marines y se calculaba la pérdida de un millón
de hombres. Este argumento carece de sustentabilidad, Japón estaba exhausto, se
había quedado sin marina y sin aviación, carecía de recursos naturales como
petróleo y hierro, por lo tanto bastaba con bloquear las islas por vía marítima
para desgastarlo totalmente hasta lograr la rendición.
El otro argumento era puramente especulativo, donde primaban el orgullo y
la soberbia. Se trataba de demostrar a la Unión Soviética, que Estados Unidos
era más poderoso y que se cuidara de cualquier intento expansionista después de
salir triunfante en la guerra. El gobierno de Estados Unidos parecía olvidarse
que sin la participación decisiva de la maquinaria bélica e industrial de su
aliado, el conflicto se hubiera prolongado varios años más. La guerra produjo
la muerte de 500.000 norteamericanos y 20.000.000 de rusos, por lo tanto la desaparición
de un millón de marines en un hipotético desembarco en Japón, ni remotamente
alcanzaría para equilibrar la balanza de pérdidas humanas por ambos lados.
Enola Gay
Después de innumerables pruebas y entrenamientos, muy a la madrugada de ese
6 de agosto, partió con su mortífera carga desde la isla de Tinian, situada a
2700 kilómetros de Hiroshima, el bombardero B-29 que llevaba el nombre de una
de las madres de los tripulantes: Enola Gay. El primer temor, que era un
accidente en el despegue con consecuencias impredecibles, quedó superado cuando
la nave se elevó normalmente por los aires y todos los que estaban a cargo del
proyecto suspiraron aliviados. Durante el vuelo, uno de los tripulantes, fue
introduciendo los detonantes en Little Boy, que así se llamaba la bomba. Había
ensayado ese procedimiento incontables veces, pero ahora, con el avión volando
a diez mil metros de altura y 50 grados bajo cero, se esforzaba para mover sus
entumecidos dedos. Finalmente lo logró, se había salvado sin inconvenientes el
segundo escollo. Minutos antes de llegar al blanco, la tripulación se colocó
antiparras especiales para no quedar cegada por el brillo de la explosión.
Días antes Washington le había exigido al Emperador Hirohito y al alto mando japonés la rendición incondicional, pero no hubo aviso previo a las poblaciones de Japón, si no acataban el mensaje, sobre la magnitud devastadora de la nueva arma que se abatiría sobre sus ciudades.
Por su parte, el presidente Truman, quien se encontraba en esos momentos en
un crucero que navegaba por el Pacífico, esperaba ansioso novedades sobre el
resultado del operativo. Poco antes había expresado: “Por fin se va a utilizar
el arma contra Japón que es la más terrible que se ha inventado jamás”. Cuando
llegó la noticia de que la bomba había sido lanzada exitosamente, Truman
festejó junto con la tripulación mientras expresaba: “Es lo más grande que ha
ocurrido en la historia”.
Harry Truman (1884-1972)
En Los Álamos, se descorchaban botellas de champan, los científicos y todo
el personal que se involucró en el proyecto Manhattan, festejaba entusiasmado
el éxito ¿de la ciencia?
Para ellos todo se reducía a innumerables cálculos fisicomatemáticos en
pizarrones, cuadernos y láminas. Estaban a miles de kilómetros de la horrible
destrucción de vidas humanas que había ocurrido como producto de sus
investigaciones.
David Alfaro Siqueiros Hiroshima Museo MOMA Nueva York
John
Hersey. El ataque atómico a Hiroshima. Japón. El eterno resurgir. Le Monde
Diplomatique. Explorador 3 Segunda serie.
Hiroshima.
DVD de la BBC.
Segunda
Guerra Mundial. De Iwo Jima a la rendición del Japón. Tomo 20 Editorial Planeta
2009.
Aguilera
EL, Rodriguez P, Sastre MA. Manhattan Project: El papel de los científicos en
el desarrollo de la bomba atómica. ES/L/diandres de la ETSETB.
Constituyó un crimen de lesa humanidad no juzgado por que el vencedor históricamente siempre tiene razón, justicia aparte. Efectivamente ya la bandera de la Union Sovietica ondeaba en el Reichstag, el holocausto se había consumado y Japon ya estaba vencido militarmente con los rusos y chinos volcando definitivamente la balanza militar, por lo que directamente Hiroshima y reincidiendo con Nagasaki fue la inauguración extraoficial de la guerra fría donde centenares de miles de civiles japoneses fueron victimas y escusas para crear una nueva relación mundial. Y no se atrevieron a lanzarse directamente a la guerra contra el ya constituido campo socialista porque no tenían y temían que no fuera suficiente para imponerse dada la contundente victoria por el protagonismo de la URSS y de la perspectiva ascendente de Mao Tse Tung en China. Arnoldo Jose Epelbaum
ResponderEliminarComo siempre, muy buena reseña de lo sucedido, Ricardo. Como dice el dr. Epelbaum otro crimen de lesa humanidad que queda impune. ES muy interesante ver cómo Japón pudo reponerse de esta guerra espantosa, convertirse en una potencia económica, y terminar aliado a su verdugo, los EE:UU: ES cierto que razones de estrategia geopolítica, al tener conflictos milenarios con China y Rusia, lo obligan a esta política que sería incomprensible en otra situación.Pero, cuál es el costo cultural para esta cultura milenaria? Abrazo
ResponderEliminarAl sólo efecto de informar, y como no encontré la manera de responder en su Blog, por mi ignorancia en el manejo de estas técnologías. Le comunico que en el Instituto Santa Juana de Arco de la pequeña Localidad de Cruz Alta, guiados por docentes y con el apoyo de directivos del Instituto, los alumnos del mismo están contruyendo 1000 Grullas para llevar al Monumento a la Bandera de Rosario donde se realizará un Acto Conmemorativo.
ResponderEliminarPor lo expuesto quería expresar a través de su Blog, mi agradecimiento a los alumnos y mis compañeros por mantener viva la memoria de tan aberrante episodio de la historia.
Desde ya, amplío a Ud. este agradecimiento
Te acrodás hermana que desde muy lejos
ResponderEliminarun olor a espanto nos enloqueció
era de Hiroshima donde tantas chicas
tenían 20 años como vos y yo.
Fragmento de "El 45" de María Elena Walsh
Muy buen artículo, Ricardo. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarEn el diario La Nación de hoy hay una columna de Héctor D'Amico que, si se esfuerza un poco más, podría ser una apología a la bomba de Hiroshima. La justificación es que de no haberse arrojado el artefacto, hubieran muerto decenas de miles de "gloriosos" marines.
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