Aún
aquellos que no muestran interés por la pintura y rara vez o ninguna,
incursionaron por alguna galería de arte, saben que existe un pintor llamado
Paul Gauguin, el artista del postimpresionismo que ingresó en la historia
pintando, descaradamente para su época, los esbeltos cuerpos desnudos de piel
morena de las mujeres de la Polinesia.
Paul Gauguin. Autorretrato
Gauguin
era un exitoso agente de cambio para la empresa Bertin de la Bolsa de París, y
llevaba una vida burguesa y acomodada junto a su esposa dinamarquesa y sus
cinco hijos. De pronto quedó impactado por la escuela de los impresionistas, se
dio cuenta que su verdadera vocación era la pintura y abandonó, hogar, familia
y un futuro próspero y holgado, para perderse en la Polinesia Francesa,
fascinado por la cultura simple y sabia de los naturales de aquellas islas del
Pacífico.
Me
atrevo a sugerir, que el impulso vital que se generó en Gauguin y lo proyectó a
una vida miserable, pero también a la posteridad, se lo transmitieron los genes
combativos de su abuela, Flora Tristán, a quién rara vez se la nombra en las
biografías del pintor. Flora perteneció a esa dinastía de obstinados
inconformes, fanáticamente persuadidos de que la aberrante y equivocada
sociedad en que vivían podía ser mejorada. Fue una rebelde que se opuso
tenazmente a la injusticia social, a la situación totalmente relegada de la
mujer y a la explotación laboral.
Flora nace en París
en 1803 de la unión matrimonial entre el próspero hacendado peruano Mariano
Tristán y la francesa Anne-Pierre Laisnay. Este casamiento se realiza en el
exilio y por razones políticas absurdas, no fue considerado legal y por lo
tanto, Flora es hija bastarda, estigma que la perjudicará en el futuro. Esta
credencial de hija ilegítima, ella la reivindica con insolencia, años más tarde
en su libro: Peregrinaciones de
una paria.
Durante su infancia fallece don Mariano, y Anne-Pierre
y su hija, son despojados de sus bienes que pasan a la familia Tristán en Perú.
Flora se ve obligada a trabajar para mantener a su madre y se desempeña como
colorista en el taller del pintor y litógrafo André Chazal. Ella tiene 17 años y
es atractiva, vivaz e inteligente y Chazal enamorado le propone ser su esposa.
Para la joven, el matrimonio resulta una catástrofe
que la perseguirá durante años, ignora que será relegada a ser una simple
productora de hijos sin voz ni poder de decisión en el hogar. Su esposo se
aparece por las noches apestando a vino para copular con Flora, sin prolegómeno
alguno. Por su parte, Chazal desconoce la fuerte personalidad de la muchacha,
quién después de 4 años de vida asqueante y monótona, rompiendo todos los
códigos de la época, tiene el coraje de escapar de la casa con sus dos hijos
Ernest y Aline, la futura madre de Gauguin.
Flora Tristán (1803-1844)
Durante un lustro, las crónicas pierden el
rastro de Flora, sólo se sabe que vive miserablemente escapando de su esposo y
de la justicia y que Chazal logra quedarse con el hijo varón. Finalmente, consigue
contactarse en forma epistolar con un hermano de su padre en Lima, quién
periódicamente le envía dinero, hasta que en 1833 se embarca desde Burdeos
hacia el Perú. En la travesía, que dura seis meses fue naciendo uno de sus
obras principales: Peregrinaciones de una paria, un texto pionero en la
defensa de los derechos de la mujer y una crítica despiadada a quienes vivían
de la esclavitud. Prácticamente es un diario de su viaje y estadía en Perú,
país que recién comienza su historia de república
independiente, aunque las instituciones, los prejuicios y formalismos de la
Colonia se conservan casi intactos. El diario es un despiadado retrato de
aquella sociedad feudal y violenta, de fuertes contrastes sociales y raciales y
donde la religión, sus obispos y conventos son un verdadero cepo para todo tipo
de progreso.
Paradójicamente, observa que las limeñas gozan de una libertad superior a
las mujeres de París, pero lo que más le impacta a Flora es doña Pancha, la
esposa del presidente Gamarra, apodada La
Mariscala, porque es el poder detrás del trono. Vestida de soldado y a
caballo, había participado en todas las guerras civiles, luchando hombro a
hombro con Gamarra y cuando éste se ausenta, lo reemplaza con una eficacia que
empalidece la figura de su esposo.
Francisca Zubiaga y Bernales, más conocida como "Doña Pancha"
Flora vive muy bien durante ocho meses con su familia paterna, aunque no
consigue herencia alguna, pero en compensación, regresa con un bagaje de ideas para
luchar por la emancipación de la mujer.
En París, adquiere gran popularidad por el éxito de su libro Peregrinaciones de una paria, que le
permite introducirse en los círculos sociales, literarios e intelectuales. El
diario que también relata intimidades de su matrimonio, contribuye a ponerle
fin al calvario que Flora arrastra con Chazal, quién cegado de celos y de
envidia por la posición adquirida de su ex mujer, intenta matarla en plena
calle hiriéndola con un arma de fuego. El caso se hace público y es condenado a
veinte años de trabajos forzados.
Flora está en condiciones de ser una destacada socialista de salón, como
George Sand, que siempre miró a esta advenediza por encima del hombro, pero
ella percibe que los cambios sociales que anhela, no se conseguirán
frecuentando los salones parisinos. Esto la impulsa a colaborar en
publicaciones importantes, como la Revue de Paris, L'Artiste y Le
Voleur. Promueve una sociedad para prestar ayuda a las mujeres forasteras
que llegan a París, firma consignas pidiendo la supresión de la pena de muerte
y envía a los parlamentarios una petición en favor del restablecimiento del
divorcio.
Visita Londres y en 1840 publica Promenades
dans Londres, una feroz diatriba sobre el lado oscuro de la Revolución
Industrial y su burguesía capitalista, con todas sus miserias, especialmente
los niños que trabajan 14 horas diarias por una paga miserable. Pero también se
nutre de las luchas obreras y los movimientos de reivindicación con sus marchas
y reuniones clandestinas. Las impresiones que trae de Inglaterra, la impulsan a
escribir un coherente programa socialista bajo el título La Unión Obrera. El tratado, formó años más tarde, parte de la biblioteca
personal de Karl Marx. Varios académicos sostienen que la frase “proletarios
del mundo uníos”, del Manifiesto
comunista, Marx la tomó de Flora Tristán.
Trabajadores infantiles semi esclavos en minas de
carbón
Su casa en París es frecuentada diariamente por obreros y dirigentes
gremiales, y sus salidas son a fábricas, a imprentas para publicaciones
proletarias y a celebrar reuniones, muchas veces de encrespadas discusiones,
enfrentando a quienes objetan sus convicciones. La muerte la sorprende el 14 de noviembre de 1844, cuando sólo tenía 41
años mientras estaba formando organizaciones obreras.
Flora fue quizás la primera feminista y una luchadora por una sociedad más
justa. Para el establishment de la época era una subversiva y si hubiera
aplicado sus actividades en la Argentina de los años de plomo, habría sido la
primera en desaparecer. Lo que engrandece aún más su figura, es que
incursionó decididamente en territorios que hasta entonces eran dirigidos y
organizados por hombres.-
Mario Vargas Llosa. La odisea de Flora Tristán.
Marisa Avigilano. La paria. Página 12, Suplemento Las 12, 07/02/2104.
Dominique Desanti. A woman in
revolt. The New York Times 28/11/1976.
Mario Vargas Llosa.
El paraíso en la otra esquina. Alfaguara, Buenos Aires 2003.
Ricardo gracias
ResponderEliminarLindo!
Y si conocía la historia
Que Marx no la reconocia ,ni citaba por mas que estuvieron en
París en los mismos levantamientos populares, a una cuadra…o algo asi
No se cuanto hay de novelado…
Pero, para mi, hubo feministas ya en el siglo XVII y XVIII,y antes también
Quizás no llamandose asi,je!
Par decir un ejemplo ,una conocida : Hiparquia 300 años antes de Cristo
Preguntale a Alicia, leimos mucho de eso juntas
Abrazos
teresa
Es cierto Teresa, me había olvidado de Hipatia, a la que incluso le dediqué un artículo hace tiempo. Lo podés consultar poniendo "Hipatia" en el buscador.
EliminarCariños
Flora Tristán fue una esclarecida luchadora socialista y feminista, en la época en que el feminismo aún no existía como tal...aunque hubo muchas mujeres que sin reconocerse como tales eran feministas. Hipatia fue una de ellas.
EliminarMuy informativo tu artículo, pero yo le hubiera puesto como título "Flora Tristán, luchadora feminista y abuela de Gauguin"
Para mí es más importante su acción como luchadora que el que haya sido abuela de Gauguin
Flora Tristán escribió ""El nivel de civilización a que han llegado diversas sociedades humanas está en proporción a la independencia de que gozan las mujeres",
Buenísima la frase final de Flora
EliminarSaludos