domingo, 6 de marzo de 2011

Vargas Llosa y la Feria del Libro


Compré el último libro de Mario Vargas Llosa con la certeza de que el contenido sería atrapante como me sucedió con sus otras novelas entre las que destaco La guerra del fin del mundo y La fiesta del chivo.
No me equivoqué, El sueño del Celta, quizás no sea su obra de mejor calidad literaria, pero el contenido es fascinante. Nuevamente aquí MVL realiza la historia novelada de un personaje real de fines del siglo XIX y principios del XX, el irlandés Roger Casement, idealista, aventurero, filántropo y revolucionario.
Como cónsul inglés en África elevó un exhaustivo informe de las atrocidades que la codicia de los europeos cometía sobre los nativos. El lugar es el vasto territorio del Congo Belga, adonde acudieron para enriquecerse con la explotación del caucho la peor calaña de Bélgica (con el beneplácito del rey Leopoldo II) y de los bajos fondos y lupanares de Europa.
Poco tiempo después Roger hizo la misma investigación, siempre protegido bajo el cargo de cónsul del Imperio Británico, sobre la explotación del caucho en la selva peruana, esta vez por una compañía inglesa.
Luego pasa a la etapa de revolucionario y decide liberar a Irlanda utilizando prisioneros irlandeses en Alemania durante la primera guerra y con apoyo de armas de ese país. Inglaterra lo consideró acto de alta traición y le cayó con todo su peso.
MVL realizó una profunda investigación para recrear a este personaje y las partes noveladas son exquisitamente creativas. Sin regodearse en detalles truculentos o morbosos sobre las vejaciones y torturas a que fueron sometidos los nativos, deja en el lector una imagen clara de la crueldad del ser humano.
Es notable el abismo que separa al MVL el escritor, con novelas que parecen ser escritas por una pluma casi alineada con la izquierda y MVL el sujeto devenido en político, provocador profesional y marketinero. Más de una vez ha tenido que salir por la puerta de atrás y con premura de algún evento como en Cartagena donde habló mal del Nobel Colombiano Gabriel García Márquez en su propio país.
A MVL le falta la sutileza y la ironía que le sobraba a Jorge Luis Borges, otro ilustre reaccionario, pero que jamás iba a caer en la pedantería y soberbia agresiva de MVL que para colmo cuando toca el tema de la política no tiene la menor idea de lo que dice.
Las autoridades del la Feria del Libro invitaron a MVL a inaugurar el evento. Cometieron un grave error o cayeron bajo la interesada sugerencia del grupo Clarín, principal auspiciante y dueño del stand más grande de la Feria. Sea como sea, es probable que con el galardón del Nobel, MVL venga más infatuado que nunca y se considere con derecho de volver a descalificar groseramente a nuestro país, a nuestro gobierno y a nosotros mismos.
Una invitación a que diera una conferencia magistral o presidiera una mesa junto con otras plumas notables, hubiera sido lo más sensato.
La presidenta Cristina le pidió a Horacio Gonzalez, el director de la Biblioteca Nacional que no interfiera la decisión de las autoridades de la Feria y deje que MVL inaugure el evento. Un gesto de grandeza que seguramente MVL no lo va a apreciar, lo va a ignorar o en su torpeza política ni lo va a comprender.