El enorme C17, un carguero Boeing Globmaster III, más grande que los conocidos Hercules, llegó en la tarde del jueves a Ezeiza con un arsenal de poderosas armas largas para un curso sobre manejo de crisis y toma de rehenes ofrecido por el gobierno de Estados Unidos al Grupo de Operaciones Especiales de la Policía Federal (GEOF), que debía tener lugar durante todo febrero y marzo. El curso estaba autorizado por el gobierno argentino, pero cuando el personal chequeó que el contenido de la carga coincidiera con la lista entregada de antemano, aparecieron cañones de ametralladora y carabinas y una extraña valija que no habían sido incluidas en la declaración.
Durante seis horas del viernes, varios de los marines de los Estados Unidos se sentaron en forma rotativa sobre la valija, impidiendo que sea revisada, lo que sugiere la importancia que le asignaban a su contenido. También señala la arrogancia y prepotencia con que se manejan las fuerzas del imperio.
Cuando se logró abrir la valija era una verdadera caja de pandora de armas estupefacientes y códigos encriptados en pent drives. Hacer click aquí para ver artículo completo
¿Alguno se imagina lo que hubiera ocurrido si fuera al revés?
A los marines que se sentaron durante 6 horas sobre la valija, a los que invadieron países centroamericanos para derrocar gobiernos que no eran adictos a Washington, a los que pisotearon las riquezas arqueológicas de Irak. En fin, a los que pisotearon el orgullo de tantos en tantos lugares, yo les dedico este fragmento poético de Humberto Constantini
Yanki marine hijo de puta
Si uno tiene,
pongamos por ejemplo,
un amor, una cosa
que le anda por la piel
por todas partes.
Digamos
Buenos Aires.
Digamos
un octubre, un poema, una muchacha.
O digamos la esquina
de Nazca y Tequendama
los domingos, a las seis de la tarde.
(Estoy casi seguro
que había una esquina así en Santo Domingo,
que había un viejo,
una silla,
un cielo inverosímil,
muchachos que volvían del fútbol,
señoras apuradas,
bocinas, qué sé yo
y tal vez
hasta un tipo solitario
como yo
que miraba).
Si uno tiene un amor entonces,
eso que le camina por la piel,
decíamos,
y pasa algo,
ocurre
que viene el mal, la peste, la desgracia
o para no ir más lejos .
vienen
los marines
idiotas,
los cretinos mascadores de chicle,
odiadores de todo lo que crece
y desembarcan.
Entonces
ya no se puede hablar así nomás,
hay que matar la muerte de algún modo,
hay que pelear con rabia,
destruirlos,
salirles al encuentro como sea
y además
decir, decir hijos de puta,
decir marine yanqui hijo de puta,
decirlo y masticarlo
y enseñarlo a los chicos
como un rezo.
Por amor a la vida,
simplemente,
me parece.
Humberto Constantini
pongamos por ejemplo,
un amor, una cosa
que le anda por la piel
por todas partes.
Digamos
Buenos Aires.
Digamos
un octubre, un poema, una muchacha.
O digamos la esquina
de Nazca y Tequendama
los domingos, a las seis de la tarde.
(Estoy casi seguro
que había una esquina así en Santo Domingo,
que había un viejo,
una silla,
un cielo inverosímil,
muchachos que volvían del fútbol,
señoras apuradas,
bocinas, qué sé yo
y tal vez
hasta un tipo solitario
como yo
que miraba).
Si uno tiene un amor entonces,
eso que le camina por la piel,
decíamos,
y pasa algo,
ocurre
que viene el mal, la peste, la desgracia
o para no ir más lejos .
vienen
los marines
idiotas,
los cretinos mascadores de chicle,
odiadores de todo lo que crece
y desembarcan.
Entonces
ya no se puede hablar así nomás,
hay que matar la muerte de algún modo,
hay que pelear con rabia,
destruirlos,
salirles al encuentro como sea
y además
decir, decir hijos de puta,
decir marine yanqui hijo de puta,
decirlo y masticarlo
y enseñarlo a los chicos
como un rezo.
Por amor a la vida,
simplemente,
me parece.
Humberto Constantini
Muy oportuno el hermoso poema!
ResponderEliminarVoy a rezar; Go home, marine yanqui hijo de puta!!!
ResponderEliminarCristina