domingo, 27 de julio de 2014

LOS ESTRAFALARIOS HERMANOS COLLYER

La plazoleta de los hermanos Collyer
En la intersección de la quinta avenida con la calle 128, en pleno corazón de Harlem, existe una plazoleta de dimensiones reducidas protegida por una reja a lo largo de su perímetro. El Departamento de Parques de Nueva York la mantiene prolija y limpia y colocó un cartel que la identifica con el nombre de Collyer Brothers Park. Los pocos transeúntes que se detienen a mirar la placa ignoran su significado y para ello habría que recabar la ayuda de algún vecino memorioso y de edad avanzada que siendo adolescente en el año 1947, presenció un espectáculo insólito que ocupó la tapa de los diarios durante varios días.

Fue cuando la policía y un par de dotaciones de bomberos allanaron la casa de los hermanos Collyer que vivían en la esquina de la quinta avenida y la calle 128. Para llegar a este final conviene relatar la historia desde el principio.

                  Collyer Brothers Park

El excéntrico Dr. Collyer
La familia Collyer mostró siempre facetas extravagantes, Herman Livingston Collyer era un ginecólogo que atendía a sus pacientes en el City Hospital, situado en la vecina isla llamada Roosevelt Island, una estrecha franja de tierra en el East River que separa el distrito de Manhattan de la zona de Queens. Por entonces existía un cable carril (el subterráneo vino mucho después), que unía Manhattan con Roosevelt Island, pero el Dr. Collyer no usaba ese transporte. Los vecinos lo veían salir de su casa enfundado en impecable traje, arrastrando una canoa a lo largo de tres cuadras, llegar a la orilla, depositarla en el agua y después remar hasta alcanzar la costa de Roosevelt Island.

El Dr. Collyer estaba casado con su prima hermana, Susie Frost, una ex soprano y ambos sostenían, sin argumentos sólidos, que sus antepasados llegaron a América del Norte una semana después de que lo hizo la tripulación del Mayflower, o sea en el año 1620. Los dos hijos del matrimonio: Homer y Langley, que son los protagonistas de esta historia, nacieron en 1881 y 1885, respectivamente. 

En forma repentina en 1919, el Dr. Collyer abandonó a su familia y poco tiempo después su esposa Susie hizo lo mismo, quedando los dos hermanos como únicos habitantes de una mansión que poseía numerosas habitaciones. A partir de ese momento se aislaron totalmente del mundo y abandonaron los hábitos y costumbres que caracterizan a los habitantes normales de una ciudad.

Los estrafalarios hermanos Collyer
En el vecindario empezaron a correr los rumores de que los Collyer llevaban una vida extravagante rodeados de lujos y riquezas importadas de Oriente. La realidad era totalmente opuesta, los hermanos se estaban deslizando hacia la locura y vivían en un estado de pobreza extrema. En 1917 por morosos, les cortaron la línea telefónica y diez años después, la municipalidad también les cortó el gas. A partir de entonces se quedaron sin agua caliente y sin calefacción.

Langley salía todas las noches y rebuscaba restos de comida en los tachos de basura. Al mismo tiempo empezó a colectar cualquier tipo de objeto que pudiera despertar su interés y en este aspecto su fascinación por adornos, aparatos eléctricos, juguetes, muebles, revistas y diarios, era ilimitado. Todo lo que encontraba lo arrastraba al departamento. Temiendo que le robaran, Langley había distribuido varios tipos de trampas caza bobos en la vivienda.



                      Los objetos acumulados llegaban hasta el techo

Homer por su parte se quedaba en la casa, estaba prácticamente ciego y la artrosis lo había convertido en un inválido. Para la ceguera de su hermano, Langley había diseñado un tratamiento que consistía en el jugo de cien naranjas semanales, pan negro y manteca de maní. En 1942, el comportamiento de los hermanos Collyer atrajo la atención de un periodista del New York Herald Tribune. Cuando le preguntó a Langley cuál era la razón de las interminables pilas de diarios y revistas diseminadas en todas las habitaciones, este le contestó que estaba juntando ese material para que cuando Homer recuperase la vista, se pondría al día con las noticias. Con el tiempo, otros diarios, incluyendo el New York Times se referían a los Collyers como el fantasma Langley que sale a la medianoche y tiene un hermano escondido que no abandona la vivienda desde hace décadas.

El 21 de marzo de 1947, el Departamento de Policía de Nueva York, recibió una llamada anónima denunciando la presencia de olor a cadáver en putrefacción que emanaba de la mansión de los Collyer. Con la fama que ya habían adquirido en el barrio, fogoneada por los medios, fue lógico que tan pronto llegaron la policía y los bomberos, cientos de personas se convocaron en el barrio, bloqueando la circulación de las calles adyacentes. Cuando los bomberos lograron voltear la puerta, encontraron la entrada sellada por pilas de cajas. El mismo obstáculo tampoco permitió el ingreso por la puerta del subsuelo.

Policías y bomberos tardaron semanas en vaciar el departamento de los Collyer

Finalmente, después de forzar una de las ventanas los bomberos pudieron penetrar en el edificio. Caminar era prácticamente imposible por la cantidad de objetos de todo tipo que se elevaban a más de un metro del suelo, sin contar las ratas que pululaban en la habitación. Horas después, violentando otra ventana ingresaron a otra parte de la casa donde encontraron sentado en una silla, en estado de desnutrición extrema y semidesnudo, el cuerpo muerto desde hacía días de Homer.

Diez días después de vaciar toneladas de objetos entre los que había libros, diarios, cuadros, juguetes, candelabros, tapices, alfombras, relojes, pianos, violines, artefactos eléctricos, pelotas de bowling y ocho gatos vivos, los bomberos encontraron el cadáver de Langley en total descomposición.


Dos policías observan el cadáver de uno de los Collyer en total descomposición

Los hermanos fueron enterrados junto con sus padres en el cementerio de Brooklyn. Asistieron muchos vecinos, más los infaltables periodistas que cerraron el último capítulo de los extravagantes hermanos Collyer. Sus vidas inspiraron la creación de tres obras teatrales The Dazzle, Stuff y Clutter y novelas como Mi hermano, el acumulador, de Marcia Davenport. También afectaron a una generación de neoyorquinos, o mejor dicho a los niños y adolescentes, cuyas madres, al ver el desorden de sus habitaciones los amenazaban con que si no ordenaban sus cuartos, terminarían como los hermanos Collyer.

 El trastorno de acumulación
Los hermanos Collyer padecían de trastorno de acumulación (TA). Según el DSM-IV, el clásico manual de trastornos mentales, se entiende por tal, la colección descontrolada de objetos de valor dudoso, asociada con la incapacidad de desecharlos.
El caso de los hermanos Collyer es un grado extremo de TA, conocido como síndrome de Diógenes, el filósofo griego que decidió vivir en extrema pobreza y su hogar era un barril. Se cuenta la anécdota que un día Alejandro Magno se paró frente a él y le preguntó “¿Qué quieres que haga por ti? “Que no me quites el sol”, le respondió el filósofo.

Los estados extremos se caracterizan por un total abandono de la higiene personal y de la vivienda, aislamiento social y descuido de la salud. Generalmente fallecen por diabetes descontrolada, complicaciones cardiovasculares o infecciones. Tal fue el caso de los hermanos Collyer.


Mayo Clinic Staff. Hoarding. Mayo Clinic.



14 comentarios:

  1. Creo que casi todos tenemos un familiar o conocido con la manía o el trastorno de acumulación. Los casos leves son imposibles de diagnosticar a menos que uno ingrese en la vivienda de la persona.

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  2. Tengo un primo totalmente normal y sociable, pero cuando entro en su casa me doy cuenta que algo le falla. No hay lugar ni para sentarse

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    1. Si Gabriel tenes razon hay que entrar a la casa para darte cuenta. Una vez unos vecinos del barrio me pidieron que vigilara la casa, estando ellos de vacaciones y cuando entre parecia que habian entrado ladrones, toda la ropa acumulada en diferentes lugares, revistas al por mayor, y te imaginas ademas todo sucio. Son formas de vivir.

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    2. ¡Ja ja! De haber sido un buen amigo deberías haber ordenado y limpiado todo.

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  3. Charles Dickens publicó una de sus mejores obras: Casa desolada (Bleak House). En ella, Dickens, basado en su propia experiencia como empleado de leyes, satiriza en forma despiadada al sistema judicial inglés, burocrático y anquilosado. Uno de los personajes, llamado Krook, es un analfabeto con deseo insaciable por la acumulación de documentos y todo tipo de objetos. La obra fue llevada a una serie de TV

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  4. El novelista ruso Nikolai Gogol produjo Almas muertas, una obra maestra del siglo XIX. En ella, Plyushkin, un rico terrateniente, mostraba todas las características del TA. Hay una descripción extrema de este trastorno y ocurre cuando Plyushkin, para sellar un convenio comercial con otra persona, le ordena a su sirviente que encuentre una torta que un visitante había traído varios años atrás, le quite el polvo y los hongos, y se la traiga para celebrar el arreglo.

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  5. Yo conozco una persona con trastorno de acumulación, pero acumula billetes. Es el caso del presidente de la SRA Etchevehere, a costa del trabajo esclavo de sus peones

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  6. Faltan 500 días y 48 horas

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    1. ¿Y cuál es tu propuesta para después de esos 500 días???

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    2. Sugiero como propuesta darle a chicito García, 500 patadas en el trasero

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    3. Julito de Laferrere29 de julio de 2014, 10:55

      Para que gane el FPV ¿no cierto García, ingeniero fracasado?

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  7. Interesante y bastante frecuente, aunque no a tal extremo.
    Pero Diógenes era minimalista, despojado, no TA.

    ¿Todos los artículos de este blog tienen que terminar con un grupo de gansos desafiándose con pelotudeces?
    atte

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    1. Totalmente de acuerdo contigo Griselda y eso sin contar las que borro estilo Lanata

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