Mozart
era capaz de reproducir un concierto con sólo haberlo escuchado una vez y sin
olvidar o cambiar nota alguna. El músico de Salzburgo era uno de esos genios
que se repiten muy ocasionalmente a lo largo de la historia. Sin embargo, hay
personas que tienen la capacidad de memorizar y acumular datos en una magnitud
muy superior a la de Mozart, pero paradojalmente tienen otras áreas del cerebro
muy poco desarrolladas que los incapacita para vivir sin ayuda de terceros.
Quién
difundió la existencia de estos seres fue Barry Morrow el guionista de la
película Rain Man, donde Dustin
Hoffman hizo el papel de Raymond Babbitt, un personaje con memoria superdotada
que podía decir con precisión los datos de cientos de páginas de la guía
telefónica, o las fechas y lugares en que todas las compañías de vuelo de los
Estados Unidos habían tenido un accidente desde que se fundaron. Pero el pobre Raymond era un autista que no podía valerse sin la ayuda de terceros.
Tom Cruise y Dustin Hoffman en Rain Man
El
caso de Raymond Babbitt, no es un invento de Hollywood, ni siquiera una exageración.
Para hacer el guión de Rain Man,
Barry Morrow se dirigió a Salt Lake City en el estado de Nevada, donde vivía Kim Peek, un joven que
tenía la misma capacidad para archivar datos en el cerebro que el personaje de
la película. Peek desde la infancia se pasó la mayor parte de su vida leyendo
libros en la biblioteca de la ciudad.
Como resultado, memorizó con escasísimas
omisiones el contenido de más de 10.000 libros, haciéndolo a la velocidad de 10
segundos por página. Para ello utilizaba un método imposible de ejecutar por otro
ser humano: con el ojo izquierdo leía la página izquierda del libro y con el
otro ojo, la página derecha. A Peek se le podía preguntar cualquier dato sobre
historia, literatura, geografía, música y deporte que respondía en forma
inmediata, nombre, fecha, lugar y tipo de acontecimiento.
Kim Peek (1951-2009)
El síndrome de savant
Kim
Peek, quien falleció en 2009 a la edad de 58 años de un ataque cardíaco, sufría
el trastorno conocido como síndrome de savant (savant significa sabio en
francés), una condición relativamente rara ya que se calcula que actualmente en
el mundo hay sólo 100 casos.
Estos
prodigios de la naturaleza no son envidiables, la mayoría son autistas y tienen
retardo en otras funciones motoras y cognitivas, deambulación y desarrollo tardío del lenguaje, se
aíslan del mundo que los rodea y prácticamente no pueden sobrevivir sin ayuda
de terceros. Como compensación, los savants poseen una memoria prodigiosa que
la vuelcan al arte, la música o la acumulación de todo tipo de información,
transformándose en una verdadera enciclopedia de datos. Son islas de increíbles
habilidades, rodeadas de un océano de incapacidad.
La
destreza y talento que poseen en un determinado rubro, les surge en forma
espontánea durante la niñez y sin que hayan recibido ningún tipo de instrucción
o información previa en esa disciplina. En el terreno musical, muchas veces no
se limitan a tocar un instrumento con o sin partitura delante, sino que además
son compositores, es decir que tienen talento creativo.
Algunos
de ellos formaron bandas de música y compusieron temas clásicos y populares.
Tal es el caso de Leslie Lempke, quién escuchó a los 14 años el concierto
número 1 para piano de Tchaicovsky y después lo reprodujo sin equivocar una
nota. No satisfecho con este logro realizó improvisaciones sobre obras clásicas
y el paso siguiente fue la creación de sus propias composiciones.
Leslie Lempke
En
contrapartida, las personas con síndrome de savant que se limitan a memorizar
datos, carecen de la capacidad para sacar algún tipo de provecho de carácter utilitario,
y no pocos de ellos fueron explotados por sus familiares para obtener beneficio
económico.
Los
casos de savants que desarrollaron la memoria visual, están entre los ejemplos
más extraordinarios. Stephen Wiltshire
sobrevoló en helicóptero durante 45 minutos la zona céntrica de Roma y
seguidamente se pasó tres días dibujando lo que vio, en un extenso mural de
varios metros de longitud. Allí volcó gran parte de la ciudad con todas
sus casas, calles, balcones, ventanas, arboledas y plazas. La iglesia de San
Pedro y el Coliseo Romano, dos de los edificios más complejos, los pintó con
precisión fotográfica, incluyendo pequeños detalles como rajaduras o
desprendimientos de alguna parte de la mampostería. En ningún caso sobró una
ventana o faltó algún farol o el banco de una plaza. Lo mismo hizo con la ciudad de Nueva York.
Stephen
Wiltshire
Los
misterios de nuestro cerebro
La descripción definitiva del síndrome de savant la estableció en Londres
en 1887, el Dr John Langdon Down, el mismo que también describió el síndrome
que lleva su nombre. Fue Down quien en una conferencia que dio en la Sociedad
de Medicina de Londres, acuñó el término idiots
savants o idiotas sabios. En esa
ocasión presentó 10 casos de savants que tenían facultades especiales
extraordinarias. Uno de sus pacientes había memorizado la obra histórica El ascenso y la caída del Imperio Romano,
pudiendo recitarla incluso de atrás para adelante.
Con
el tiempo se demostró que no todos los savants son autistas ni tienen bajo
cociente intelectual, esto determinó que el término de idiotas sabios por
razones científicas y de dignidad, fuera definitivamente reemplazado por el de
síndrome de savant.
La principal enseñanza que nos dejan los savants, es
nuestra gran ignorancia sobre el mecanismo funcional del cerebro, que
evidentemente tiene una notable plasticidad. El futuro de las investigaciones
en neurociencias en las próximas décadas se volcará en gran parte a estudiar la
plasticidad neuronal, donde una parte del cerebro toma la función abandonada
por otro sector dañado.
Es evidente que tenemos capacidades que
están dormidas y en estado latente y que con el transcurso de los siglos el ser
humano empezará a utilizarlas, ampliando el uso de su cerebro, multiplicando su
memoria y su capacidad creativa. Y también volviéndose más peligroso.
Fuentes
- Treffert DA. The savant syndrome: an
extraordinary condition. A synopsis: past, present, future. Phil Trans R
Soc B 2009;364:1351–1357.
- Heaton P, Wallace GL.Annotation: the savant
syndrome. Child Psychol Psychiatr 2004;45:899–911.
- Lythgoe M, Pollak T, Kalmas M. et al.
Obsessive, prolific artistic output following subarachnoid hemorrhage.
Neurology 2005;64:397–398.
¡Muy interesante!
ResponderEliminarSi es algo increíble. Conozco un muchacho down que tiene en su cerebro un montón de temas en musica clásica.
ResponderEliminarNorma