Linchamiento de negros en 1920, en el sur
de Estados Unidos
Los linchamientos son tan antiguos como la existencia del ser humano y en
el evangelio según San Juan, Jesús salvó a María Magdalena de ser lapidada,
costumbre aberrante que aún perdura en algunos países árabes, por supuesto
sobre mujeres, con el agravante que son linchamientos institucionalizados. El
término es mucho más reciente que el relato bíblico, ya que se originó en el
siglo XVIII cuando el rico hacendado Charles Lynch, del estado de Virginia
lideró el asesinato colectivo de un grupo de detenidos que habían sido
absueltos por un tribunal.
El linchamiento además de ser un homicidio agravado, es un acto de cobardía
donde cada participante se escuda dentro del grupo y difícilmente se animaría a
la agresión por cuenta propia.
En América Latina los linchamientos son relativamente frecuentes y en
Argentina también los hay, aunque en grado mucho menor, pero adquirieron
notoriedad por la enorme difusión de la prensa mediática que además intentó
proteger a los autores suavizando los términos, ya que Clarín los denomina “palizas” y La
Nación “golpizas a delincuentes”. El periodista Mariano Grondona, ex
funcionario del gobierno de facto que justificó la tortura durante la
dictadura, también los avaló.
Mariano Grondona justificó los
linchamientos
Sobre estos hechos fue esclarecedora la mesa redonda organizada por el
segundo encuentro de la agrupación Justicia
Legítima, en la Biblioteca Nacional el 4 de este mes. La procuradora general
de la Nación, Alejandra Gils Carbó y el periodista Víctor Hugo Morales cerraron
la jornada realizada en la Biblioteca Nacional. Los hechos de los últimos días
sirvieron para poner bajo análisis a la Justicia y a los medios.
“Los que golpearon a David Moreira hasta matarlo ¿eran conscientes del
delito que cometieron? ¿Habrán pensado que era mejor tener un ladrón menos que
decenas de asesinos sueltos? Cuando el protagonista de un crimen es un joven de
un barrio marginal, se habla de violencia homicida, y cuando es protagonizado
por señores y señoras de barrios pudientes se pasa a hablar de ajusticiamiento
o de palizas. ¿Es que acaso puede haber justicia cuando se parte de la idea de
que algunas vidas no tienen valor?”, se preguntó Gils Carbó al cerrar. “Es
inevitable asociar esos episodios brutales con una campaña que se desarrolló
contra un anteproyecto del Código Penal, con eslóganes simplistas y falsos, que
auguraban una liberación masiva de violadores o autores de crímenes violentos,
que causaron miedo y rechazo en la población”, añadió la funcionaria en
referencia a los cuestionamientos del diputado Sergio Massa al borrador de
reforma del Código y a los ataques de grupos de personas contra presuntos
ladrones.
Gils Carbó agregó “Es necesario generar los mecanismos para que todos
podamos llevar adelante una vida digna, y combatir el delito con plena
igualdad, porque la realidad es que las cárceles están llenas de pobres, la
mayoría sin condena, y la respuesta de la Justicia para los grandes delitos
económicos sigue siendo deficitaria”, tras lo cual fue aplaudida por el público
que desbordaba el salón Jorge Luis Borges.
Alejandra Gils Carbó y Víctor Hugo Morales
en la mesa redonda de la Biblioteca Nacional
Varias instituciones,
políticos y analistas sociales, se dirigieron a los trabajadores y directivos
de los medios de comunicación del país sobre la grave responsabilidad que
tienen sus mensajes en la generación y repetición de actos delictivos que
llegan hasta el homicidio, y que con gran negligencia son presentados y calificados
como actos de “justicia por mano propia”.
El
canal TN del monopolio Clarín, fábrica de malestar funcionando a pleno, pasó durante horas un mismo episodio repetido 24 veces. De esta manera, el
mismo delito funcionó como si fueran 24, para habilitar la idea de una justicia
ausente, y justificar que la gente la lleve a cabo por su propia mano. Los
asesinados o molidos a golpes en los últimos días no eran una amenaza para la
vida de nadie, no llevaban armas.
Aunque los hechos de los
últimos días tienen causas diversas y de gran complejidad, todo emisor sabe que
la acumulación y repetición sin descanso de un puñado simplificado de consignas
alimenta la intranquilidad y el temor de la población, y promueve la
intolerancia y la propensión a violar la ley.
Cartel
en un suburbio de Buenos Aires
Existe sin duda una relación
causa/efecto entre la sucesión de episodios de linchamientos y las
descabelladas e impúdicas declaraciones de Massa contra el proyecto de Reforma
del Código Penal, amplificadas hasta el hartazgo por su partido político que es
Clarín, con la colaboración del diario La Nación y, cuya gravedad es minimizada
por los medios. Al fin y al cabo, los victimarios son gente como uno de clase
media y la víctima es un portador de cara, es decir un “negro” como se los
designa despectivamente.
El enemigo es, en este caso,
un delincuente aunque no haya ninguna evidencia de que lo sea, o un comunista,
o una bruja, un neoliberal, un periodista o un judío. Depende de la época y la
situación, lo que cuenta no es si cometió un delito o no. Lo importante es que
hay un grupo de personas que, por las razones que fueren, asumieron que existe
el enemigo. Ese enemigo tiene un rótulo. Cuando queda etiquetado, se transforma
en un agresor, en un blanco móvil, alguien a quien corresponde patearle la
cabeza, porque es parte del enemigo.
En estos días los medios
formadores de noticias introdujeron en la sociedad la noción de un aumento
permanente y sin control de los actos delictivos, rara vez asentada en
estadísticas serias, y por la afirmación, jamás sostenida en datos confiables,
de que la única solución ante esta problemática son las políticas de “mano
dura”, que ya fracasaron rotundamente en nuestro país y en muchos otros.
Sergio Massa en su insaciable
búsqueda de notoriedad y protagonismo, estuvo en Estados Unidos donde no lo
invitaron como dijeron algunos medios, sino que solicitó o imploró entrevistas donde
aprovechó para juntarse con la extrema derecha de aquél país, como el Tea Party
y el ex alcalde de Nueva York, el de la tolerancia 0.
Sergio
Massa con Rudolph Giuliani
Su principal contrincante,
el procesado jefe de la Ciudad acusó al gobierno, como lo hace habitualmente,
de estos episodios y habló de un Estado ausente. Se olvidó que uno de los
linchamientos ocurrió en pleno barrio norte donde la seguridad depende de su
gestión. Seguidamente eructó una de sus típicas burradas afirmando que, como está “tan mal la situación” de la
inseguridad, le dio “tranquilidad” que su hija se fuera del país. O sea que no
cree ni en su propia policía. Conviene recordar que en 2007, en un programa de
Susana Giménez pidió la libertad del comisario Carlos Sablich, procesado por
torturas. Como broche de cierre se negó a que la Legislatura hiciera una
declaración de repudio a los linchamientos. Podemos adivinar la respuesta que
haría ante un periodista que le pida su opinión sobre el Ku Klux Klan.
El dislate
expresado sobre su hija le abrió un flanco a Macri por donde se introdujo su
archienemigo Massa: “Yo quiero a mis hijos viviendo acá y orgullosos de que
todas las fuerzas políticas trabajen para que vivan en un país más seguro”,
sentenció suelto de cuerpo el diputado de Clarín.
En pocos días toda esta retahíla
de frases y discursos de simpleza en estado puro, van a desaparecer, en la
medida que los medios elijan otro tópico antigobierno. Seguirán existiendo
linchamientos, aunque ya no serán tapa de los diarios, pero los problemas de
fondo sobre la seguridad permanecen sin solución. Son esos problemas que a la
derecha no le importan, como una reestructuración global del sistema carcelario
para que el delincuente una vez terminada su pena salga mejor de como entró y
no peor y decidido a volcar sobre la sociedad su resentimiento y odio como
consecuencia del mal trato carcelario. La reiterada frase de que hay que
endurecer las penas, porque cuando el delincuente sale libre vuelve a delinquir,
es de una simpleza sin atenuantes, porque no analiza las causas. El sistema
carcelario es una asignatura pendiente que se arrastra desde que el país existe
y ni el gobierno actual ni los provinciales lo han modificado. Por eso y
mientras exista la inequidad social, las medidas recientemente adoptadas por
Sicoli son de una eficacia muy relativa.
La reforma al Código Penal
debe ser tratada ya, no como dicen algunos políticos que sostienen que no es el
momento adecuado y cabe preguntarles ¿y cuando es el momento adecuado?
Eduardo
Videla. De repudiar ni hablar. Página 12, 04/04/2014.
Claudia
Perugino. Responsabilidad de los medios ante la violencia. CONSAVIG.
¿Pensarán
que es mejor un ladrón menos que decenas de asesinos sueltos?. Página 12,
05/04/2014.
Ernesto
Tenenbaum. Cuando nos sentimos víctimas. Veintitrés, 05/04/2014.
Horacio
Verbitsky. Atentos y vigilantes. Página 12, 06/04/2014.
José
Natanson. ¿Por qué linchamos? Página 12 06/04/2014.
Pablo
Morosi. Declaró Scioli la emergencia en seguridad por la ola delictiva. La
Nación, 06/04/2014.
La inseguridad...¿por dónde pasa? Las mujeres estamos inseguras en nuestras propias casas, donde se cometen la mayoría de los femicidios... pero de esas cifras Clarin no habla, y Massa tampoco. Los chicos de clases sociales menos afortunadas también se deben sentir inseguros, por portación de rostro y vestimenta. ¿Quién les va a brindar seguridad a ellos? .... Es cierto que las cárceles están llenas de pobres sin condena... ¿quién les asegura que no van a amanecer ahorcados en la celda, o violados y golpeados?....
ResponderEliminarPerfecto, Laura, esa es la verdadera inseguridad, de la que ni se habla. La Inseguridad sólo parece pasar por las clases altas.
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