Confieso que varios de los libros que escribió Mario Vargas Llosa, están entre los que más disfruté por el valor de su prosa y el ritmo cautivante de la temática.
Sin embargo, sus últimas novelas perdieron frescura ya no me resultaron atrapantes, solía quedarme dormido mientras las leía y en el caso de El Paraíso en la Otra Esquina y El Sueño del Celta, tuve que esforzarme para llegar al final.
Acompañando a esta declinación, Vargas Llosa ha tomado un giro político a cuyo lado Borges sería trotskista. Sus comentarios expresan una carga de fanatismo alarmante al asumirse como paladín a ultranza en defensa de Estados Unidos y el neoliberalismo. En paralelo, no oculta su repulsión hacia los gobiernos populares de América del Sur. Considera que el eje del mal está situado en Venezuela y Ecuador, siendo Chávez y Correa, dictadores peligrosos que atentan contra el orden neoliberal.
El diario La Nación, que ya se lo notaba molesto con Assange por dejar en paños menores al Pentágono y a la Casa Blanca, instituciones a las cuales el periódico guarda profundo respeto, recibió alborozado la reciente nota de Vargas Llosa en la que descalifica despiadadamente al autor de Wikileaks. Ver artículo completo
El escritor lo considera un ladronzuelo de la intimidad ajena por difundir los cables que recibían la cancillería de ese país, la CIA y otras instituciones por parte de las embajadas norteamericanas, especialmente las situadas en los países latinoamericanos.
Vargas Llosa ni se cuestionó sobre la gravedad de esos cables que muestran la intromisión de la diplomacia yanqui en los asuntos internos de cada país. No sólo intromisión, sino también participación en golpes institucionales contra estados “descarriados” que no comulgaron con las directivas del imperio.
Indudablemente que esa actitud impertinente, entrometida y desestabilizante, a Vargas Llosa le parece normal siempre que sea contra gobiernos que no quieren asumir políticas neoliberales. Peyorativamente se refiere a Assange como el “desgarbado australiano de pelo blanco amarillo” que desde el balcón se atrevió a darle lecciones sobre libertad de expresión a Obama ¡Terrible e imperdonable sacrilegio!
En materia de artículos sobre política, Vargas Llosa tiene tal grado de ofuscamiento que incurre en la negación de la realidad, hábito que uno suponía como exclusividad de los columnistas del monopolio mediático y no de un escritor laureado con el máximo galardón de la literatura.
Es así que manifestó que es una “presunción desprovista de todo fundamento” la amenaza de que Assange después de rendir cuentas en Suecia, sea triangulado hacia Estados Unidos. Hace pocas semanas, un senador del partido republicano dijo sin tapujos que Assange debía ser eliminado, ya sea en forma lícita o en su defecto ilícita, es decir a través de un sicario.
Sucede que el abominable hacker, vivillo oportunista y prófugo de la justicia, según los epítetos que desperdiga Vargas Llosa a lo largo de su nota, no tiene ninguna intención de terminar hecho una piltrafa en un lóbrego calabozo como le sucede al militar norteamericano que le facilitó los cables.
Julian Assange
Finalmente, para salvar la imagen de la diplomacia norteamericana, e incurriendo en contradicciones, el autor de La Ciudad y los Perros, sostiene que los cables difundidos por Wikileaks contienen “simple chismerío, información burocrática e insustancial”. Si así fuera, ¿por qué tanto revuelo alrededor de estas notas y tanto malestar y preocupación en el Pentágono y la Casa Blanca? Sin duda Vargas Llosa o no leyó los cables, o es un negador acérrimo de la gravedad de sus contenidos.
La columna de Vargas Llosa lanzando sapos y culebras contra Assange y por carácter transitivo contra todos los que lo apoyaron, salió tanto en El País de España como en La Nación. Ambos periódicos no tuvieron empacho en publicar como primicias las notas de Wikileaks que Assange les facilitó. ¿Suena incongruente, verdad?
El diario La Nación debería entender que el hecho de poseer el barniz de Premio Nobel como Vargas Llosa o haber recibido el premio Planeta como el otorgado a Marcos Aguinis, no es garantía para redactar notas coherentes, especialmente en política, donde ambos derrapan feo hacia la banquina.
De notable escritor a lamentable lector de insustancial discurso en la inauguración de la SRA.
ResponderEliminarDe su pretensión presidencial frustrada por un japonés a lamebotas de los yankis...
Es un imbécil con maldad, y ni hablar del s..... de su hijo Álvaro.
Siempre fue reaccionario y cuanto mas gagá más recalcitrante. Es un personaje sobrevalorado, y en cuanto al Nobel, se lo dan a cada gilipollas...
ResponderEliminarFelicitaciones, muy buen blog!
Banco a muerte a Julian y a Rafael, unos grosos.
ResponderEliminarVargas que siga escribiendo estupideces proyankis.
Saludos cordiales
Marcos (no Aguinis, el de la jubilación de privilegio)