O yo hasta ahora no lo había percibido, o los periodistas en su gran mayoría muestran una mediocridad que merece varias reflexiones.
En primer lugar propongo eliminar los conceptos de periodismo militante versus periodismo independiente que constituye un maniqueismo fariseo. En mi opinión, todo periodista es militante y casi ninguno es independiente. Con esta salvedad, paso a enumerar las principales imperfecciones que ostentan la mayoría de quienes contribuyen a desacreditar esta profesión.
Pobreza de diálogo. Se limitan a hacer preguntas, sin entrar en controversias ni debate con el interlocutor, aunque diga necedades. Queda la duda, si este comportamiento se debe a mediocridad profesional, o lo que es más probable a que el periodista invitó a un personaje de la política que es afín a sus ideas, o mejor dicho a quienes le bajan línea y por lo tanto, deja que se expanda libremente sin cuestionar sus opiniones.
Los periodistas de los grupos monopólicos tienen instrucciones precisas de que no deben objetar los conceptos del interlocutor que comulga con estos grupos.
En varias ocasiones, a los que trataron de ejercer el verdadero rol de periodista les costó el puesto. Esto sucedió en el programa Hora Clave en que Mariano Grondona sacó a Luis Novaresio por discrepar con la diputada Gil Lozano de la Coalición Cívica quién, con argumentos insustanciales, criticaba el “ataque” que sufría Ernestina de Noble.
Cuando en el programa Tres Poderes, Reinaldo Sietecase y sus compañeros le hicieron preguntas incisivas a De Narvaez sobre su patrimonio, súbitamente se cortó la trasmisión y adelantaron La Cornisa del obsecuente Majul. Parece que Sietecase se había olvidado que estaba en el canal América cuyo dueño es el propio De Narvaez.
Futurismo y pronósticos disparatados. Esta tendencia periodística se constituyó en un verdadero deporte donde con total desparpajo se hicieron profecías catastróficas que si bien no llegaban al grado de locura de los vaticinios apocalípticos de Carrió, aseguraban la debacle económica y el fin del kirchnerismo para el año siguiente. Hay muchísimos ejemplos, pero para no fatigar al lector mencionaré sólo uno: en junio de 2009, Joaquín Morales Solá escribió en su columna “El kirchnerismo ha concluido como ciclo político. El tiempo que le resta es el de un paisaje resbaladizo. El peronismo tiene desde ayer el candidato que buscaba para relevar el liderazgo de Kirchner: es Carlos Reutemann”. Hombre visionario el columnista de La Nación.
Joaquín Morales Solá
Jamás, ninguna de éstas predicciones, sean sociales económicas o políticas, se cumplieron, simplemente porque estaban basadas en expresiones de deseo y no en fundamentos sólidos.
Negación de la realidad. “El país está totalmente aislado”, frase repetida hasta el cansancio por Adrián Ventura con su cara de nada.
Otro ejemplo paradigmático de negación fue cuando en el programa Código Político, Van der Kooy y Blanck le dieron la medalla de plomo a Néstor Kirchner, por su nulo desempeño, según ellos, en el UNASUR. Una semana después, Kirchner logró reunir a los presidentes de Venezuela y Colombia y evitó un conflicto bélico inminente.
Van der Kooy y Blanck El llamado “viento de cola”, gracias al cual, según estos periodistas, la economía argentina es la que más creció en el mundo, me confirma que dios es argentino ya que ni Europa ni los Estados Unidos parecen haberse beneficiado con este saludable ventarrón.
Endeblez ideológica. Aquí tenemos el caso por antonomasia de Lanata quién otrora atacó valientemente al monopolio Clarín y criticó el remate de las empresas nacionales por la rata (el innombrable). Entonces, uno lo escuchaba con cierta satisfacción pese a su lenguaje soez, su actitud soberbia y la pésima costumbre de fumar delante de las cámaras. Actualmente es un obsecuente de Magnetto y de su monopolio.
Lanata está en caída libre como periodista; pensar que quién en 1987 fundó Página 12, es el mismo que ahora sólo dispone de una columna en el pasquín amarillo Libre de Fontevecchia, un tabloide infame al estilo de las peores publicaciones sensacionalistas londinenses.
Agrandar sucesos problemáticos e incluso inventarlos. Acontecimientos que merecen una columna en página interior de cualquier diario, pasan a ser tapa durante días e incluso semanas. Podemos citar el caso Shocklender, las acusaciones contra Zaffaroni, la valija de Antonini Wilson o la incautada a la misión norteamericana. Actualmente, figura en primera plana la fuga de divisas que generó reacciones histéricas y lecturas disparatadas. Mercedes Marcó del Pont desbarató esta última pavada en una conferencia reciente en la Biblioteca Nacional.
Un caso emblemático es Aerolíneas Argentinas, vaciada hasta las tripas por la empresa Marsans que la compró a precio vil durante el gobierno de la rata. Marsans hizo una gestión de desguace, la desmanteló de aviones, de pilotos, de instrumental y de agencias. Sin embargo, los periodistas del monopolio mediático no incluyeron en sus escritos la pérdida de la línea de bandera.
Este gobierno consideró prioritario recuperar lo que era un orgullo nacional. Ahora, los mismos periodistas critican su estado deficitario, pero omiten decir que hubo que suspender 3500 vuelos por las cenizas del volcán, que el combustible aumentó y que se está invirtiendo en la compra de aeronaves y de tecnología.
Para el periodista que tiene algo de convicción, amor propio y cierto respeto por su profesión, le debe ser muy doloroso estar en un canal o escribir para un diario donde le bajan línea y sus comentarios están acotados a lo que dicta la gerencia. Siento pena por él y por su forzada incoherencia.
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