Hay que revisar la masculinidad hegemónica para evitar infartos
La semana pasada, la psicoanalista Débora Tajer, autora del libro Heridos corazones. Vulnerabilidad coronaria en varones y mujeres, advirtió sobre los nuevos problemas cardíacos en las mujeres. Sin embargo, la actualidad mostró otra cara del corazón: las operaciones de urgencia de Néstor Kirchner y Bill Clinton. La relación entre el poder, enfermedad y género son analizados, esta vez, y al ritmo de la actualidad, por la misma psicoanalista.
Por Debora Tajer (suplemento las 12 de Página 12)
Frente al impacto que tuvo el problema de salud que aquejó al ex presidente (Néstor) Kirchner podemos visualizar cómo se expresa uno de los núcleos de la vulnerabilidad coronaria en los varones. La construcción de subjetividad necesaria para el ejercicio de altos cargos de poder y liderazgo social genera vulnerabilidad coronaria y vascular. Esto es muy diferente a colocarlo como un problema de patología psiquiátrica (como dijeron algunos periodistas) ya que no es un problema individual y no se resuelve sólo con la gestión técnica médico-psicológica.
Es un modo de construir subjetivi Edades, que tiene un alto impacto en el cuerpo, y que genera que sea la enfermedad con mayor incidencia, en nuestras sociedades, en varones luego de los 35 años. Los hombres que lo padecen, por lo general, tienen una cuota concentrada de masculinidad hegemónica porque, paradójicamente, casi las mismas “virtudes” que se les piden para los cargos de liderazgo (hacerse cargo de todo y de todos, que todas las tareas se conviertan en trabajo y/o militancia, desdeñar el tiempo libre no reglado, confiar en muy pocos, sobresalir y destacarse) son las pautas que los conducen a enfermarse.Por eso, el hincapié debe estar en revisar este ideal social, ya que, de no hacerlo, muchos de los que supusieron que sólo a Kirchner le podría pasar, deberán empezar a poner sus barbas en remojo. Incluso, esta semana también ha sido hospitalizado Bill Clinton por un problema agudo coronario que se resolvió con la colocación de dos stents.
Pero no sólo el camino al éxito gatilla la enfermedad coronaria, también las traiciones las generan. Como bien señala el tango, se produce por “el dolor de ya no ser”. Es un tipo de problemática cuyo desencadenamiento agudo puede acontecer luego de un gran esfuerzo, pero también en un momento de desencanto con respecto al lugar que –se supuso– se ocupaba. O en una situación en la cual el sujeto percibe que no estuvo, según sus parámetros, a la altura de la circunstancias.
Podemos destacar la importancia de entender que gran parte de la determinación del riesgo de esta problemática en salud son los costos en el cuerpo del sostenimiento de la hegemonía. Y comprenderlo puede ser un modo de ingreso al convencimiento de los varones de que ser el género con mayor poder social tiene sus costos.
De hecho, en casi todas las sociedades como las nuestras, los varones tienen 7 años de expectativa de vida menos que las mujeres. Y las razones que arman esta sobremortalidad masculina son dos: los accidentes y muertes violentas (entre los 15-25 años) y las enfermedades coronarias (a partir de los 35 años). Ambas, determinadas por los modelos de género masculinos que idealizan estas mismas sociedades.
Por lo tanto, nuevas relaciones entre los géneros pudieran pronosticar un cambio en estos perfiles epidemiológicos. No es poco decir, ¿verdad?
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