jueves, 30 de diciembre de 2010

Estampilla de Gardel

Desempolvando recuerdos, llegué a la conclusión que puedo asegurar en forma casi puntual a que edad me hice gardeliano. Tenía 6 o 7 años a lo sumo y estaba en la casa de mi vecino, que gozaba del privilegio de tener un tocadiscos, posesión que lo elevaba considerablemente en mi visión infantil de la jerarquía.
Un día me dijo: “vas a ver que bien canta este tipo” y el disco de pasta 78 empezó a desgranar “Siga el corso”. A partir de ese momento me quedé fascinado con la canción y la voz inolvidable de Carlos Gardel. (Escuchar video)
Esta pequeña anécdota es un preámbulo a la noticia que leí hoy en los diarios de que en 2011 el correo de los Estados Unidos va a emitir un sello con la figura del “Mudo”. El clásico semiperfil con el sombrero ladeado y la sonrisa única porteña y seductora.


Futuro sello postal de USA




















En Argentina fuimos un poco lerdos en honrar de esta forma a Carlitos, recién en 1980 apareció una estampilla hecha por el caricaturista Sabat.



 Conmemoración por los 90 años del nacimiento de Carlitos



































Me enteré también que un coleccionista reunió en un libro los sellos postales evocativos del artista tanguero editados en la Argentina, Uruguay, Francia, Colombia, El Salvador, México, Santo Tomé y Príncipe, Níger, los Estados Unidos y Australia. La Federación Argentina de Entidades Filatélicas presentó el libro Carlos Gardel en la Filatelia 1974-2010, una compilación de casi 100 sellos y documentos postales alegóricos a “El Mudo”, emitidos en once países. El trabajo fue realizado por el coleccionista e investigador José Campoy Fernández.






El libro ya está en las casas de filatelia. Para disfrutar de la colección hay que comunicarse con el autor del libro, que la cuida como un tesoro pero que disfruta de mostrarla a los amantes de las estampillas y fanáticos del Morocho del Abasto, que incluso desde los sellos cada día canta mejor.
Por eso le voy a proponer al correo de Estados Unidos que al pie de la estampilla junto con el nombre de Carlos Gardel agregue: “Singing better every day


miércoles, 29 de diciembre de 2010

Diálogo con José Pablo Feinmann



Daniel Enzetti, periodista de Tiempo Argentino le hizo un extenso reportaje a José Pablo Feinmann. La presente es una selección de los temas más interesantes descritos con claridad meridiana por el filósofo.
Muerte de Kirchner. La pérdida para el país fue terrible. La gran sorpresa que ya estaba un poco preanunciada por los festejos del Bicentenario, fue lo espontáneo del apoyo de la gente cuando se supo la noticia, algo que no pudo tapar la prensa opositora.
Para mi, esta movilización que hubo fue el golpe político más espectacular de la pareja Kirchner, a tal punto que habría que darle un nombre para que deje de llamarse K. “Neokeynesianismo nacional y popular”, sería un título fantástico.
La izquierda argentina. La izquierda nunca entendió que la realidad ofrece resistencias y que se pueden hacer ciertas cosas y otras no. De Pino preferiría no hablar, tengo mucha bronca con él, no para de subirse a estatuas e ignora que se puede hacer una política independiente apoyando a un gobierno que es sin duda lo mejor que podemos tener. En el conflicto con el campo, Pino se puso del lado de la Sociedad Rural Argentina. No se puede ser de izquierda y apoyar a esa sociedad.
La oposición. Ricardito Alfonsín es un personaje patético. Para mi ser hijo de alguien no es ningún rédito y es lo único que tiene Ricardito.
Respecto de la señora de sobrepeso que habla con Dios, no tiene idea de lo que es la política, ni de lo que significan las declaraciones públicas, ni de lo que es manejarse dentro de la sociedad civil.
La derecha en la Argentina. La derecha existe, pero le falta el hombre adecuado y por el momento está en los medios de comunicación que atrapan tu subjetividad. Por eso la lucha contra Clarín tiene un sentido ontológico para que no exista un medio tan enorme que pueda hacer que toda la población piense lo que ese medio quiere que piense. Es una lucha por la verdad.
El populismo. Para la derecha el populismo es sinónimo de manipulación de masas de agresión a las instituciones, de desprecio al parlamentarismo, de masas vacías. Los que critican al populismo son gorilas y como dice en forma brillante Horacio González, ser gorila es pensar a partir de un prejuicio. El prejuicio visceral es ser antiperonista y en ese caso no se puede pensar la historia argentina, se la pierden.
El peronismo. El peronismo es tan basto que yo no tomé ninguna postura. Por ejemplo, el primer gobierno de Perón estuvo bien, pero de 1953 a 1955 fue una cagada detrás de la otra. Se fue sin pelear, no como Salvador Allende que murió en su puesto. Perón quedó ilegalizado desde Ezeiza, fue un Perón siniestro que vino a hacer la tarea sucia de los militares. En lugar de integrar como había hecho siempre, le da el avance a López Rega y admite la Triple A. Yo esto lo digo con mucha pena, con mucho dolor ojalá se hubiera muerto en Madrid.
Resurgimiento del gorilismo. El gorilismo resurgió a partir de los Kirchner cuando Néstor dijo: “pertenezco a una generación diezmada” y el gobierno se llenó de setentistas, lo cual es formidable. Por eso le va tan bien, es un gobierno muy inteligente.
Los tacheros. En este país los tacheros son un instrumento ideológico, yo creo que hay una central que los adoctrina (se ríe), una especie de Escuela de las Américas de Tacheros que es Radio 10. Pero no sólo los taxistas son el problema, no olvidemos que durante la dictadura los autos tenían pegada la calcomanía que éramos derechos y humanos. Hay que preguntarse un poco por las convicciones de nuestro pueblo.
¿Qué es la buena gente? La buena gente es la que respeta los Derechos Humanos, la que quiere reducir la pobreza, los que escriben buenos libros, los profesores, los buenos periodistas, los que no se dejan comprar.
Cachetazo de Graciela Camaño. Fue un acto de impotencia, cuando no se tolera lo que dice el otro y no se lo puede refutar en vez de cerrarle la boca con argumentos lo agredís físicamente. Si todos actuaran así, el Congreso se convertiría en el basural del barrio.
El 2011. Veo y deseo la reelección de Cristina y la formación de un gabinete donde no falte Juan Manuel Abal Medina hijo y Martín Sabbatella. Quiero que siga este proyecto nacional, popular, autónomo, de soberanía, de intervención del Estado para que no haya injusticia social. Un proyecto donde el Estado no sea devorado por los poderosos, donde se implemente la Ley de Medios, donde sigan desarrollándose los derechos humanos y los juicios a los responsables de la dictadura. Te digo algo, la gente está enamorada de Cristina, por su entereza y por la manera en que siguió adelante.

martes, 28 de diciembre de 2010

Aquellos grandes proyectos

Todos los presidentes anunciaron, ya sea durante la campaña electoral o durante el período de sus gobiernos, al menos un proyecto que nunca consumaron. En realidad fue durante las campañas electorales, donde más se dieron estas promesas que después fueron palabras al viento.
Más infrecuente es que durante el transcurso de la gestión, el gobernante anuncie emprendimientos que después no realiza, porque entonces la fanfarronada queda más al descubierto y tiene mayor costo político. Sin embargo, analizando los distintos gobiernos vamos a ver que cada uno se mandó su propia apuesta, algunas de ellas faraónicas para impresionar más a los votantes, pero que luego quedaron en la nada. Aquí se analizarán sólo los gobiernos elegidos por el voto popular, ya que los militares que se sentaron de prepo en el sillón de Rivadavia los únicos proyectos que tuvieron los cumplieron: la destrucción del país.
Remontándonos a Alfonsín ¿quién no recuerda su decisión de trasladar la capital a la ciudad de Viedma? El 16/4/1986 desde los balcones del Ministerio de Hacienda de Rio Negro, Alfonsín convocó a los argentinos “a crecer hacia el sur, hacia el mar y hacia el río.”
El proyecto no se concretó y esa frustración persiguió a Alfonsín hasta el día de su muerte. Personalmente, creo que en nuestro país gobernar a distancia de Buenos Aires donde se toman todas las decisiones, es peligroso y probablemente Alfonsín debe haber evaluado que cualquier maniobra desestabilizadora lo encontraba casi a 1000 kilómetros del foco perturbador. Ese riesgo le pinchó el globo.


Raúl Alfonsín entrega el proyecto de la nueva Capital a Osvaldo Guerrero, gobernador de la provincia de Rio Negro.







La rata durante su campaña electoral hizo muchas promesas y cuando asumió la presidencia no sólo no cumplió ninguna sino que hizo todo lo contrario. Durante su gobierno tenemos dos proyectos incumplidos: el saneamiento del Riachuelo, donde temerariamente María Julia prometió dejarlo transparente en 1000 días y, el puente entre Buenos Aires y la ciudad de Colonia en Uruguay. El primero al menos no produjo gastos significativos, pero el segundo, generó un ente llamado COBAICO (Comisión Binacional del Puente Buenos Aires-Colonia), que como todas las gestiones de la rata, estuvo empapado de corrupción. De movida, como era característica del turco, lo privatizó. Se realizaron consultorías internacionales, se burocratizó y para hacer la historia corta durante el período 1993-2002, COBAICO le costó al país 20 millones de dólares en gastos “de librería”, tickets de almuerzo, publicidad, honorarios, sueldos y sobresueldos. Del lado uruguayo, Tabaré Vazquez desactivó su parte en 2005 y seguramente causó mucho menos gastos. Del lado argentino el canciller Timerman lo acaba de desactivar.

 El Menemtrucho, emblema del gobierno democrático que ni siquiera tuvo respeto por nuestro signo monetario 




Durante su campaña, De la Rúa prometió deshacerse del avión Tango, pero en el gobierno ni siquiera pudo cumplir una decisión tan simple como esa. Pasamos por alto este patético período.
Cristina tiene su proyecto incumplido que fue el tren bala. Decisión apresurada con miras a ser el primer país de América Latina con este adelanto cuando nuestra red ferroviaria es deplorable. La oposición en bloque se opuso, que es lo que de rutina hace con o sin fundamento, esta vez con fundamento.
Las PROmesas de Mauricio Macri, el gran farsante. Aquí tenemos una larga lista, dijo que no subiría los impuestos y agobió a los porteños con subas considerables. Habló de una seguridad absoluta, “las rejas en las casas se van a volver innecesarias”, dijo (Ver video), prometió que todas las escuelas estarían en perfectas condiciones y habló de trazar 10 kilómetros de subtes, pero hasta el presente solo inauguró 3 estaciones. Sus promesas sobre el teatro Colón se limitaron a una fachada de vidriera con una infraestructura desmembrada.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Exclusión y despojo



María Cravino, antropóloga e investigadora de la Universidad Nacional de General Sarmiento, describe cómo las políticas de exclusión de Macri removieron miles de personas de inquilinatos y las expulsaron a las villas, de donde intentan escapar apropiándose de terrenos.

Ailín Bullentini
“Estado de desesperación”, una mezcla de exclusión, urgencia y despojo. Así describió María Cristina Cravino, antropóloga y titular de Infohábitat, del equipo de investigación del Instituto del Conurbano de la Universidad Nacional de General Sarmiento, la situación habitacional de los sectores pobres de la Ciudad de Buenos Aires, de la que las últimas tomas de predios y terrenos se convirtieron en su foto más actual. Sin embargo, ninguno de los funcionarios de la comuna, ni siquiera el propio jefe de Gobierno, Mauricio Macri, reconoció, entre las razones que explicaron el fenómeno, la necesidad de esas personas a contar con una vivienda digna, sino que lo atribuyeron a una política nacional inmigratoria “descontrolada”.
–¿En qué consiste el “estado de desesperación”?
–Es el callejón sin salida en el que se encuentran los sectores populares porteños producto de un Estado ausente. Más allá de que las tomas de terrenos puedan o no tener una intencionalidad política, la realidad es que las villas de la ciudad están colapsadas. Son el destino de las personas corridas por el proceso de desalojos de hoteles-pensión, inquilinatos y casas tomadas y por la desaparición de asentamientos como la villa Topo, la Hollywood o la Nylon, que el gobierno de Macri llevó adelante en la Ciudad. Así, el Estado provoca un movimiento de personas sin ofrecerles destino, más que subsidios simbólicos y ridículos en cuanto a su monto.
–¿En qué medida incidiría la inmigración en el crecimiento desmedido de las villas?
–Las estadísticas preliminares realizadas en la última década demuestran que la tasa de migración interna promedió el 5 por ciento y la de inmigración apenas el 2,5 por ciento. No existe una oleada masiva de inmigrantes, y, por el contrario, sí hay una falta de conocimiento de la política migratoria nacional, que no es hiperpermisiva y respeta los derechos humanos. La dinámica del mercado los expulsa a los márgenes y el Estado no genera políticas que lo eviten.
–¿Cómo se relaciona ese estado desesperante con la decisión de tomar un predio?
–El crecimiento desmedido de la población en las villas provocó, principalmente, un deterioro gigantesco y constante de las condiciones de vida. Y, por lo menos, la mitad, no lo hace gratis. Son inquilinos, pagan hasta 500 pesos por mes, dependiendo de las casillas. Se trata de una situación doblemente precaria, por la pésima calidad de vida y porque si en algún momento llegan a verse impedidos de pagar, son expulsados. Esa gente, cuando ve una oportunidad de obtener tierra, ya sea por ocupación o porque alguien las ofrece por poco dinero, no va a dudar en embarcarse para dejar de ser inquilinos.
–¿Qué responsabilidad le cabe al Estado en ese proceso?
–Toda. El Estado porteño expulsa a los pobres de la ciudad desde su inacción, desde su ausencia. Hay un problema de décadas de ineficiencia en el tratamiento de políticas habitacionales, sobre todo en el caso de la gestión PRO. No sólo el presupuesto es cada vez más bajo, sino que cada vez está más subejecutado. En las villas no se hace prácticamente nada por mejorar las condiciones de infraestructura de los barrios que no cuentan con redes de cloacas y tienen serios problemas de higiene, con los tendidos de agua y electricidad. Pero tampoco pasa nada con otras alternativas de vivienda popular, como lo son los proyectos cooperativos nacidos a partir de la Ley 341, que está desfinanciada. En la Ciudad no hay construcción de vivienda nueva. Entonces, la nueva tensión de los desalojados y la no contención de aquellos que están dispuestos a participar de un plan de vivienda autogestiva, como la 341, hace que no haya posibilidad para los sectores populares. Y las tomas son una válvula de escape que, cuando sucede, lo hace con mucha fuerza.
–¿En qué se equivoca la gestión PRO al atribuir la toma de Soldati –al igual que lo hace con la ocupación de casas– a la política inmigratoria y prácticas oportunistas?
–Está desconociendo la condición de pobreza de la gente que reclama tierras y las condiciones en las que la gente toma esas tierras. Hay que analizar lo que están dispuestos a hacer para conseguir un lote: soportar meses de intenso calor y de intenso frío a la intemperie, enfermedades, falta de baños, falta de agua. Algunos pierden sus trabajos por conseguir un lote. Oportunista es aquel que lucra vendiendo el lote, el que alquila muchas piezas. Existen grandes necesidades que no se pueden negar. Hacerlo significa no querer enfrentarse con el problema y no querer solucionarlo.
–El Ejecutivo niega que no se haya hecho nada por mejorar el déficit habitacional porteño.
–Lo único que hicieron en las villas fue pintar. Sólo muy pocas casas se han construido con los proyectos cooperativos. No hay voluntad política de diseñar políticas de suelo ni de fomentar las políticas alternativas existentes. La Ley 341 es una de las experiencias más interesantes en materia de hábitat del país y no está funcionando, no hay una política de vivienda transitoria, ni en créditos para cooperativas. El Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC) está vaciado tras la fragmentación de la política habitacional hacia Corporación Sur y las Unidades de Gestión e Intervención Social (UGIS). Las cooperativas de mantenimiento y limpieza de los barrios son manejadas de manera clientelar por parte de Espacio Público. Es mentira que en la Ciudad no existe suelo disponible. El parque industrial obsoleto, los cientos de inmuebles vacíos, muchos a nombre del Estado, pueden reciclarse con intervenciones, saneamiento ambiental y cambio de normativa en los casos que haga falta y convertirse en una solución para el déficit. Hay tierras que pueden expropiarse también. Urge muchísimo que el Estado intervenga.
–La generación del mercado informal de alquileres dentro de las villas, el manejo de los terrenos discrecionalmente por los punteros, ¿son consecuencias de la inacción del Estado?
–Sí. Se las dejó crecer a las villas porque el Estado consideró que no tenía nada para ofrecer. No es lo mismo urbanizar un barrio cuando es una incipiente toma, que hacerlo cuando tiene diez años de existencia. Cada año esto se complejiza más. Hay experiencias para imitar, como Villa Carlos Gardel y Villa Palito, en el conurbano. Lo que falta es voluntad política. En la Ciudad de Buenos Aires hay una coincidencia entre hábitat, educación, salud y espacio público: Macri aplica estrategias de exclusión a los pobres.

domingo, 26 de diciembre de 2010

Ciencia y gobiernos


29 de julio de 1966, científicos y estudiantes arreados como ganado y golpeados en la fecha más negra de la historia de la ciencia argentina




Durante la dictadura de Onganía, los científicos fueron sacados a palos de las universidades. Fue el golpe más duro que recibió la Universidad de Buenos Aires desde su creación. Para muchos militares, especialmente los obtusos generales de caballería, todo estudiante universitario era comunista hasta que no se demostrara lo contrario. Por razones similares en 1962 se fue César Milstein y le regalamos a los ingleses el Premio Nobel.
Durante el gobierno de Isabel, la gestión fascista de Ivanissevich fue tan desastrosa que los estudiantes escribían en las paredes: “Volvé Lanusse, te perdonamos”:
Durante el proceso las ciencias exactas y naturales tuvieron un tremendo retroceso en la última dictadura militar, con lo que se completó el mecanismo destructivo comenzado con La Noche de los Bastones Largos. Lo más trágico, fue la desaparición de una cantidad significativa de científicos, no sólo en la Universidad, sino también en la Comisión Nacional de Energía Atómica, en el Instituto Nacional de Tecnología Industrial, en el Conicet y en otras instituciones públicas donde se produjeron secuestros y desapariciones, en general con la complicidad de las autoridades de turno. Entre los desaparecidos, mi compañero del secundario Julio Carri.

Durante el gobierno de Alfonsín existió la acertada decisión de poner a cargo de la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Nación, al matemático Manuel Sadosky. En la UBA, el rector Shuberoff trató de remontar la alicaída casa de estudios y creó la Facultad de Ciencias Sociales y abrió distintos centros regionales universitarios. Durante su gestión le dio pleno apoyo a Franja Morada el brazo político del radicalismo en la Facultad. Esta organización adquirió tanto poder que pronto se vio envuelta en escándalos de corrupción. La misma gestión de Shuberoff estuvo empañada por denuncias de enriquecimiento ilícito que finalmente no prosperaron. De todas maneras su gestión fue más que buena comparada con la de sus antecesores.
Durante el gobierno de la rata, Cavallo  les dijo a los científicos que se fueran a lavar los platos. Se lo dijo en la cara a una investigadora, la socióloga Susana Torrado. Fue la mejor demostración de la opinión que tenían la rata y sus ministros sobre la ciencia.

Durante la época de De la Rúa no se hizo nada como todo el resto de su deplorable gestión.

Período de los Kirchner. Según Nora Bar en su columna del diario La Nación del 23 de diciembre dijo que: la doctora Marta Rovira, astrofísica y primera presidenta del Conicet presentó un informe muy optimista de la situación del Conicet.
Mostró una institución en expansión en pleno rejuvenecimiento gracias al ingreso de 500 nuevos investigadores y alrededor de 1500 becarios, al aumento considerable de presupuesto y a la nueva visión de cual es el papel que le cabe a la ciencia en este momento en el país.
Una de las señales más claras de la atmósfera positiva que se vive en el ambiente científico local es el creciente retorno de investigadores con excelentes antecedentes. Desde 2003 hasta la fecha regresaron al CONICET más de 800 científicos que se encontraban en el extranjero.
Actualmente el Conicet posee 12 centros científicos y tecnológicos y 2 instituciones interdisciplinarias en las que trabajan 6350 investigadores, 8122 becarios y 2309 técnicos y personal de apoyo.
Tiene en ejecución 33 nuevas obras que agregarán 60.000 metros cuadrados de infraestructura en todo el país.
Firmó más de 140 convenios con empresas e instituciones y ofreció más de 400 asesorías de alto nivel tecnológico.
                                                    Dra. Marta Rovira

martes, 21 de diciembre de 2010

Confirmado, Papá Noel no existe


Por Adrián Paenza

El texto que se reproduce a continuación circula en inglés en los medios académicos y Hugo Scolnik (profesor de Computación en la UBA) me acercó la versión en castellano. Aquí va:

Existen aproximadamente 2000 millones de niños en el mundo. Sin embargo, como Papá Noel no visita niños musulmanes, ni judíos ni budistas, esto reduce su trabajo en la noche de Navidad y sólo tiene que visitar 378 millones de chicos.
Con una tasa promedio de 3,5 “niños” por casa, se convierte en 108 millones de hogares (suponiendo que al menos hay un niño bueno por casa). Papá Noel tiene alrededor de 31 horas de Navidad para realizar su trabajo, gracias a las diferentes zonas horarias y a la rotación de la Tierra, asumiendo que viaja de Este a Oeste (lo cual parece lógico). Esto suma 968 visitas por segundo. Como quien dice, para cada casa cristiana con un niño bueno, Santa tiene alrededor de 1/1000 de segundo para: estacionar el trineo, bajar, entrar por la chimenea, llenar las botas de regalos, distribuir los demás regalos bajo el arbolito, comer los bocadillos que le dejan, trepar nuevamente por la chimenea, subirse al trineo... y llegar a la siguiente casa.
Suponiendo que cada una de esas 108 millones de paradas están equidistribuidas geográficamente, estamos hablando de alrededor de 1248 kilómetros entre casa y casa. Esto significa un viaje total de 121 millones de kilómetros... sin contar descansos o paradas para ir al baño. Por lo tanto, el trineo de Santa Claus se mueve a una velocidad de 1040 kilómetros por segundo... Es decir, casi 3000 veces la velocidad del sonido.
La carga del trineo agrega otro elemento interesante. Suponiendo que cada niño sólo pidió un juguete de tamaño mediano (digamos de un kilo), el trineo estaría cargando más de 500.000 toneladas... sin contar a papá Noel. En la Tierra un reno normal no puede acarrear más de 150 kg. Aun suponiendo que un reno pudiera acarrear 10 veces el peso normal, el trabajo, obviamente, no podría ser hecho por 8 o 9 renos. Papá Noel necesitaría 360.000 de ellos, lo que incrementa la carga otras 54.000 toneladas... sin contar el peso del trineo.
Más allá de la broma, 600.000 toneladas viajando a 1040 km/seg sufren una resistencia al aire enorme, lo que calentaría los renos, de la misma forma que se calienta la cubierta de una nave espacial al ingresar a la atmósfera terrestre. Los dos renos de adelante absorberían 14,3 quintillones de joules de energía por segundo cada uno... por lo que se calcinarían casi instantáneamente, exponiendo a los renos siguientes y creando ensordecedores “booms” sónicos. Todos los renos se vaporarizarían en un poquito más de cuatro milésimas de segundo, más o menos cuando Papá Noel esté a punto de realizar su quinta visita.
Si no importara todo lo anterior, hay que considerar el resultado de la desaceleración de 1040 km/seg. En una milésima de segundo, suponiendo un peso de Papá Noel de 150 kg, estaría sujeto a una fuerza centrífuga de más de 2315.000 kilos, que lo incrustaría en el frente del trineo, rompiendo al instante sus huesos y desprendiendo todos sus órganos, reduciendo al pobre Papá Noel a una masa sin forma aguada y temblorosa.

Si aún con todos estos datos, les enoja que Papá Noel no les haya traído lo que le pidieron este año, es porque son tremendamente injustos y desconsiderados.

Argentina incompleta




 Por Horacio González, Sociólogo Director de la Biblioteca Nacional (extracto)

Todos los pueblos han forjado un personaje picaresco, aprovechador y simpáticamente precario. Contrafigura del arquetipo culto, ese personaje venía de abajo, revestía forma popular y áspera sabiduría. Nos aliviaba del peso de la ley y de la solemnidad vacía. El viejo Vizcacha sirve de ejemplo mayor. Pero con los barrabravas omnipresentes, quizá se ha agotado el ciclo del pícaro argentino, que también era un ser doliente. ¿Qué comienza? ¿La era de personajes desprendidos del pueblo, de él surgidos, piedra en mano, cascoteando bolivianos, castigando paraguayos?
Todavía no tenemos nombre para ellos, por si estuvieran lamentablemente destinados a convertirse en representativos de una época, de un modo de ser. Es que no son señoritos, de aquellos que reclutaba Manuel Carlés, ni engominados tacuaristas, antes que a este grupo lo devorase también la espiral revolucionaria que provenía de antiguos textos nacionales. Son una parte ejecutora de algo que hay que desentrañar mejor. Escuchémoslos. Mientras embisten, hablan una reconocible lengua popular que hemos inventado entre todos.
Violentos de pacotilla, apretadores de morondanga, enjambre de voces por la radio, ensordecedor tejido de imprecaciones, son las milicias de estación. Corren airadamente frente a las cámaras, saben que la televisión tiene ese casillero a ser llenado. Torso desnudo, bermudas displicentes, barriguditos en sórdidas chancletas, se dan el lujo de ser fotografiados con pistolas de juguete, porque aunque no lo fueran, sólo por decirlo, este tiempo parece que se presenta como un juego. Pero cruel. Por fin llegó la hora de decirlo. ¿Habrá una suspensión cultural en la vida argentina regida por la cerrazón mental, el segregacionismo anidando en un lenguaje barrial, suburbano, como si hubiera una juglaresca racista para el piberío del barrio?
Escuchando a la señora de la casita de la esquina decir que si es así, entonces ella va a ocupar la Plaza Irlanda o el Parque Tres de Febrero, uno se siente un poco menos argentino. Viendo por televisión a esa chica de buen semblante, con anteojitos modernos y muy aplomada decir que ella se ve invadida, entonces uno se siente un poco menos argentino. En el trabajo, sube alguien al ascensor que hace saber que está harto de esos bolitas, parásitos, mientras que él... Y allí somos menos argentinos. Viajando en taxi, que es subirse a una embarazosa radio prendida, uno escucha que esa mamá vive a veinte dificultosas cuadras del subte, compró la casa con el esfuerzo de años y no puede tolerar a los recién llegados que lo quieren todo de arriba. Y entonces uno se siente también un poco menos argentino. Esa muchedumbre de voces, móviles y movileras, pueden mover los secretos profundos de una sociedad aturdida.
Digo “menos argentino” no porque sepamos qué cosa significaría serlo en un sentido completo, en un para siempre jamás. De alguna manera siempre se es “menos” respecto de algo que suponemos ser, porque lo que resta sin definir es la utopía sobre la cual siempre discutimos. Pero ahora toda una sociedad corre el riesgo de rellenar sin utopía posible ese segmento faltante –que es lo que nos hace libres– con un “discurso argentino”. Que está equivocado, y que algo o que mucho nos sustrae. Por fin se habría hallado el complemento, un sordo desdén hacia otros pueblos que habitan entre nosotros, que a veces se torna grito o disparo fatal de una oscura lucha armada. Y casi siempre, a través de un uso degradado del lenguaje nacional. Habla una mujer boliviana, ocupante de tierras. Voz nítida, gran empleo de términos inhabituales, serenidad en la expresión, conciencia de derechos, lo que casi siempre da una lengua rica y suave. Castellano atesorado en el ánfora de los pueblos. Habla un “vecino”. Voz tosca, amenazante, airada, vocablos tarambanas, el habla del jactancioso que al perder el control de sí, nos devuelve el espejo de nuestra propia lengua argentina corroída.
Tangos famosos hablaron de otra forma del tema. El “malevaje extrañao” era una convocatoria a dispensarnos mutuas disculpas porque disfrazábamos cierta ternura con una duelística de caballeros de los suburbios. Borges encumbró estos personajes y los hizo comentaristas eximios de un destino nacional. En sucesivas mutaciones que capítulos lúgubres de la historia argentina explican muy bien, el matasiete se hizo orillero, el orillero malevo, el malevo patovica, el patovica guardaespalda, el guardaespalda runfla, el runfla patotero, el patotero matón, el matón barrabrava, el barrabrava racista y el racista busca el centro del alma nacional para consumarla. Para estancar la Argentina.
Digo Argentina y se presenta de inmediato el inconveniente. Nunca vamos a cumplirla del todo porque es suma de pueblos en movimiento. Son pueblos nuevos, interrogados por pueblos originarios, pueblos originarios interrogados por el pueblo-nación. Y además: pueblos orientales de las primeras inmigraciones; pueblos orientales de las inmigraciones recientes; pueblos altiplanos; pueblos de los grandes ríos mesopotámicos hacia arriba (que dan nombres a países, provincias, ciudades y estados: Paraná, Paraguay, Uruguay); son pueblos que se mueven –porque siempre lo hicieron– en esta traslación de hombres y signos que es la nación argentina. Nunca llena, nunca terminada. Y está el pueblo-mundo: el gran concepto de Alberdi, que a pesar de tener una visión sesgada del dilema nacional del incesante fluir del pueblo, concibió claramente el hecho de que llevaba el nombre de Argentina una porción en movimiento de la humanidad renovada. No se puede perder eso justo ahora.
La Argentina debe rehacer su conciencia colectiva por medio de una gesta política y cultural tan poderosa como la que imaginaron sus principales pedagogos, a la que ahora hay que agregarle la crítica efectiva al pliegue racista que ha emergido. Esto afecta la noción misma de “pueblo argentino”. No es que no haya muchas maneras de serlo y reconocerse en él, que en el pasado han combinado las formas de la razón ilustrada y de la razón populista. Pero hoy se lucha –y el cuerpo electoral del país, en definitiva votará por esas disyuntivas–, por la ampliación de su respiración social, su reconstrucción como fuerza de cambio y cambiante, su capacidad de no ser un lenguaje clausurado y pensarse como lo que siempre fue, pueblo en tránsito, sin contornos ya trazados ni lenguajes de desprecio y miedo. Nada de esto es diferente de inventar nuevos proyectos habitacionales urbanos y suburbanos, imaginativas líneas de financiamiento popular, repensar las tierras, generar nuevas ciudades, recomponer los ferrocarriles que obligan a viajes indignos, convocar constructores, arquitectos e ingenieros con la filosofía del pueblo-mundo, reformar las policías de todo el país, proyectar en todos los cordones del conurbano una nueva imaginación ciudadana, replantear las megalópolis, recrear la lengua de los medios de comunicación y rescatarnos a nosotros mismos de lo que nos hace ser menos argentinos, sabiendo que lo que falta es lo que siempre faltará, pues todo pueblo es pueblo incompleto que se mueve para que los otros lo completen.
Fuente: Página 12