lunes, 28 de mayo de 2018

LA TRAGEDIA DEL BARCO FANTASMA

El naufragio

El crucero USS Indianapolis con sus 186 metros de eslora se desliza por las aguas del Océano Pacífico a la altura del Mar de Filipinas. Es el 30 de julio de 1945 y han pasado 14 minutos de la medianoche. El mar está tranquilo y la tripulación que duerme plácidamente se despierta ante una terrible explosión. No pasan más que unos pocos segundos cuando un segundo ruido atronador estremece el barco que comienza a escorar. Doce minutos después los tripulantes que lograron lanzarse al agua a tiempo con sus salvavidas, ven como la nave se va hundiendo de proa hasta que la popa, con las hélices aun girando en el aire, desaparece en un remolino de agua. Trescientos hombres quedan atrapados y se hunden con el buque y otros 900 quedan flotando en el agua. Están solos en el vasto Océano Pacífico, como el Indianapolis participa en una misión ultra secreta y por lo tanto no puede enviar ningún tipo de mensajes, es un barco fantasma y nadie acude al rescate.


                              Crucero Indianápolis


Una misión de dudoso honor

El Indianápolis había participado en varias operaciones de guerra en la campaña naval del Pacífico y colaboró con la Fuerza de Tareas en la recuperación de islas tomadas por los japoneses. El desempeño más importante fue su participación en la toma de la isla de Okinawa, último bastión de la defensa japonesa. Allí fue seriamente dañado por torpedos que lo obligaron a retirarse del conflicto para reparaciones en el puerto naval de San Francisco.

Su última misión era extremadamente secreta, tenía que transportar hacia la isla de Tinian partes de Little Boy, la bomba atómica que sería lanzada sobre Hiroshima. También transportaría uranio enriquecido en una cantidad que equivalía a la mitad de todo este elemento disponible en el planeta.

Solo dos hombres, que formaban parte del Proyecto Manhattan, que subieron a bordo, conocían la misión. El resto de la tripulación incluido Charles McVay, el capitán del barco, ignoraban el contenido de las cajas blindadas que fueron introducidas en la bodega de la nave.

Con total silencio radial, el Indianapolis se desplazó hasta llegar a Tinian el 26 de julio de 1945, una de las islas de la Marianas del Norte. Después de haber sido conquistada a los japoneses, Tinian se había transformado en una base importante con grandes pistas para el despegue de aviones incluyendo los pesados bombarderos Boeing-29, uno de los cuales, el Enola Gay, en menos de dos semanas lanzaría sobre Hiroshmia el arma más destructiva que conociera la humanidad.

Cumplida su misión, y sin que la tripulación desembarcara, el Indianapolis puso proa hacia su nuevo destino en la isla de Guam. A esta altura de las circunstancias se habían cometido dos errores cuya omisión habría salvado a la nave y a su tripulación. A McVay no se le informó que había submarinos en la zona y se le negó el pedido de que lo escoltara otra nave, generalmente un destructor con equipamiento antisubmarino.

 

El festín de los tiburones

Cuando despunta el alba los sobrevivientes tiritando de frío ven que se aproximan varios tiburones. Las aletas dorsales surcando el agua les resultan una imagen aterradora. Siguiendo su patrón de comportamiento, comienzan a girar alrededor de los náufragos quienes se congregan formando grupos, ya que flotar aisladamente significaba una muerte segura.

Pasado el mediodía son cientos los escualos que infestan las aguas. El primer día devoran a los marineros muertos que, para fortuna de los que aún vivían eran numerosos, pero una vez que dan cuenta de los cadáveres se concentran en el resto de los náufragos. Estos han aprendido su táctica: uno de ellos empezaba a dar círculos hasta que parecía alejarse y de pronto se veía la aleta enfilando rápidamente hacia su presa. Los marineros gritan y patalean y el tiburón se aleja, pero otras veces no. Entonces se escucha el grito desgarrador de la víctima que desaparece bajo el agua, mientras un charco de sangre se forma en la superficie.

El sol produce ampollas en la piel y deshidrata a los náufragos y a partir del tercer día la sed devoradora hace que algunos tomen agua de mar. Esto les produce confusión mental y alucinaciones, se alejan del grupo sin rumbo fijo y son presa de los tiburones.

A las 11 de la mañana del cuarto día, el piloto de un bombardero que estaba patrullando el mar en busca de submarinos divisa una mancha de aceite y varios puntos de color naranja que al aproximarse se transforman en hombres con sus salvavidas. Reporta el hallazgo a la base con el siguiente mensaje: “muchos hombres en el agua” y da la posición de los náufragos.

A las pocas horas llega un hidroavión que recoge a 56 hombres y a la medianoche se aproxima el crucero USS Doyle que estaba en ruta. De los 900 hombres que cayeron al agua tan solo 316 son rescatados, el resto se ahogó o fueron devorados por los tiburones.


        Marineros rescatados se recuperan sobre la cubierta del crucero que los socorrió

McVay, el capitán del Indianapolis se encontraba entre los sobrevivientes. Si se hubiera hundido con el barco, según dictan las reglas del heroico romanticismo naval, hubiera pasado a la historia como un héroe, pero en este caso resultó ser el chivo expiatorio, de las negligencias de otros. Se lo sometió a una corte marcial donde se lo acusó de que tenía que haber navegado en zigzag, cuando estaba comprobado que esa maniobra es prácticamente inútil. Así lo afirmó en su testimonio el capitán del submarino japonés que tuvo que declarar en el juicio señalando que la maniobra en zigzag no habría evitado el hundimiento.


                                      Capitán Charles Mc Vay

Las autoridades navales que le negaron la compañía de un crucero escolta no sufrieron sentencia alguna, pero Mc Vay fue dado de baja temporariamente hasta que el almirante Nimitz lo restituyó en sus funciones. Se retiró sin lograr ascensos. Recibió llamadas anónimas y cartas que lo acusaban de cobarde e incompetente hasta que su figura fue revindicada por el presidente Clinton, pero él no se enteró, se había suicidado en 1968.

La mayoría de los demás sobrevivientes, jamás se recuperaron psíquicamente de aquellos cuatro días de pesadilla en el mar rodeados de tiburones. Paradojas del destino, la tripulación del Indiannapolis pagó carísima la misión que debía cumplir y que ignoraba totalmente. En cambio la tripulación del Enola Gay que arrojó la bomba atómica sobre Hiroshima, más como un desafío hacia sus aliados soviéticos que para acabar con Japón, además de conocer su misión fueron condecorados como verdaderos héroes.


                           El Enola Gay y su tripuloación

 

Alex Last. USS Indianapolis sinking: 'You could see sharks circling'. BBC NEWS, 29,07,2013.

La tragedia del Indianápolis. Extracto de un artículo publicado por el New York Times. 2GM, 17,06,2008. http://www.lasegundaguerra.com/viewtopic.php?f=81&t=1188


 

viernes, 18 de mayo de 2018

UNA CURIOSA GALERÍA DE ARTE


Entre los atractivos y fascinantes lugares que ofrece la ciudad de Londres, se encuentra algo escondido y poco frecuentado por el turista, la National Portrait Gallery, una curiosidad única dentro de las exhibiciones artísticas de Europa, y quizás del mundo.

La colección que posee casi 200.000 cuadros, hace que un día, ni siquiera una semana, sea suficiente para indagarlos con detalle. Está casi exclusivamente dedicada a retratos, y en menor número a fotografías, caricaturas y esculturas de personas que trascendieron en la historia de Inglaterra. 

Obviamente no faltan los autorretratos de William Hogarth, Joshua Reynolds y Thomas Gainsborough, por citar solo los más conocidos. Rembrandt con sus numerosos autorretratos no logró figurar, sencillamente porque no es inglés.

                                    La National Portrait Gallery

Ocupando gran parte de la exhibición se encuentra la larga lista de monarcas, empezando por Enrique VIII, sus esposas tanto las enteras como las descabezadas y la mayor parte de la nobleza. Pero también hay escritores, inventores, científicos, destacados militares, políticos y no faltan quienes alcanzaron el más alto cargo del Almirantazgo, porque al fin y al cabo durante varios siglos Inglaterra fue la Reina de los mares.


             Una sala correspondiente a personajes de los siglos XV y XVI

El nacimiento de esta galería no fue fácil, pero contó con un individuo entusiasta que insistió con el proyecto hasta hacerlo realidad. Como es de imaginar se trataba de un personaje de la nobleza, el conde Philip Henry Stanhope, quien al ser miembro del Parlamento expuso sus argumentos en la Cámara de los Comunes en 1846. 

Su propuesta no tuvo eco, pero el hombre era empecinado y lo volvió a intentar en 1852 y en 1856 y en esta última ocasión lanzó un encendido discurso diciendo: “el propósito es crear una galería de retratos originales que abarque a la mayor cantidad de las personas con más honores en la historia británica, ya sean guerreros, estadistas, artistas, escritores o científicos”.

Su arenga tuvo éxito y la Reina Victoria no solo dio su consentimiento sino que aportó de su bolsillo 2000 libras. Se inauguró en Westminster en 1859 y la idea era que el personaje retratado debía tener como mínimo diez años de enterrado. Con el correr del tiempo, el recinto ya no podía contener tantos retratos y a medida que se fueron incorporando nuevos personajes, los cuadros sufrieron sucesivos traslados hasta quedar ubicados en su lugar actual, el sitio que por sus características es el más adecuado para esta exhibición: Trafalgar Square, donde el almirante Horacio Nelson la contempla satisfecho desde su estilizado monumento.

                              Almirante Horacio Nelson

En 1969, se relajó el criterio de los 10 años y hasta se aceptaron personajes vivientes que por el aporte realizado al Imperio, o lo que de él queda, merecen figurar entre los grandes. De esta manera, atravesaron la gigantesca puerta de la National Portrait Gallery para unirse al podio de los inmortales, Diana la Princesa de Wales, más conocida como lady Dy, los Beatles, J.K. Rowling, la autora de Harry Potter, los Rolling Stones y los últimos premios Nobel que adquirió la ciencia inglesa. Si vivieran, muchos nobles fruncirían el ceño en desaprobación ante esta avalancha de advenedizos que como un torbellino los está relegando al olvido.

                                        Lady Di

La calidad de los retratos es lo que menos importa en esa galería, y mezclados como la biblia junto al calefón, se encuentran obras de arte de los grandes pintores ingleses que retrataron a nobles que pagaron fortunas para ingresar a la posteridad, junto con cuadros de autores desconocidos. Lo que siempre se privilegia son los méritos y hazañas del retratado antes que la calidad del retratista.

                                       J.K. Rowling

La National Portrait Gallery es tan fascinante como agotadora, por la ausencia de diversidad, ya que la temática es una sola, rostros o personajes de cuerpo entero que se suceden a lo largo de las galerías, pero si uno llegó hasta el hartazgo, le sugiero que vaya a la azotea donde se encuentra uno de los mejores restaurantes de Londres.

La galería plebeya
Hace poco la galería realizó una muestra revolucionaria llamada Below Stairs, que muestra una nueva evidencia de la capacidad creativa de los ingleses. Consta de 400 obras que se refieren exclusivamente a retratos que nada tienen que ver con el boato que rodea a los de la National Portrait Gallery. Se trata del personal de servicio de castillos, palacios y grandes mansiones de Inglaterra.

Algunos se preguntarán la razón de semejante exhibición. La respuesta es muy sencilla, para los ingleses el personal de servicio es una institución tan importante como el té de la cinco de la tarde o beber el mejor whiskey escocés. Esto se percibe en la literatura, en las obras de Jane Austen, Charlotte Bronte y Charles Dickens, en el teatro de Oscar Wilde y todas ellas llevadas reiteradamente al cine. La complejidad del servicio doméstico es de tal magnitud que la mejor forma de entenderlo es viendo la serie Downton Abbey.

Existe un escalafón que se respeta rigurosamente, donde el mayordomo es la máxima autoridad en la escala jerárquica. Su inglés es perfecto y de él depende todo el resto del personal, excepto el ama de llaves que goza de cierta independencia.

En sucesivos escalones descendentes se encuentran los ayudas de cámara de los dueños de la mansión, las doncellas personales de sus esposas e hijos, el cocinero y sus ayudantes, el cuidador de los establos y hasta el halconero y el cuidador de faisanes. Saltar de un escalón a otro no era imposible pero sí muy difícil. Todos vestían frac y debían lucir impecables y tanto el ayuda de cámara como las doncellas personales, no sentían menoscabo alguno en vestir y desvestir a sus amos y hasta sugerirles, la ropa, el collar y los aros que lucieron cada día.

Cuanto más alto es el rango del dueño de casa, más orgullosos se sienten los miembros de la servidumbre de pertenecer a tan poderoso señor y cuando éste regresa de un viaje que le produjo una ausencia prolongada, todo el personal de servicio forma una doble fila, conservando siempre el orden jerárquico, para recibirlo en la entrada de la mansión. La misma ceremonia se repite ante la visita de un personaje distinguido.

Quienes figuran en esta galería no ostentan medallas ni condecoraciones, no hay altanería ni arrogancia en sus miradas y justamente por eso son rostros que miran con espontánea naturalidad al observador. Algunos de ellos trabajaron para grandes personajes como la Reina Victoria y el Almirante Nelson, otros fueron adquiriendo posiciones con gran esfuerzo y habilidad y no pocos lograron establecerse como miembros de la sociedad.

En general, la calidad de las pinturas es mediocre. Las obras están realizadas por aprendices o artistas desconocidos de segunda categoría. Se desconoce el nombre de muchos de ellos o están identificados en las historias de las casas donde barrieron y donde transportaron, subiendo y bajando escaleras, bandejas de plata en sus manos enguantadas de blanco.

Sin embargo es preciso señalar una honrosa excepción. Se trata de William Hogarth quien pintó los rostros de sus seis criados, haciéndolos posar uno por vez y adjudicándoles un lugar en el lienzo. Cada uno con su propia individualidad, su apariencia natural y sus vestimentas cotidianas de trabajo. 

       William Hogarth. Seis estudios de cabezas (los sirvientes del pintor)

Se nota que ha tratado cada rostro con cariño, lo cual es coherente con las fuentes contemporáneas al autor, que señalan que sus criados le tenían una gran devoción. No se relacionan entre ellos, sino que son poco más que cabezas apiñadas en un pequeño espacio. Cada uno mira en una dirección distinta, sin revelar nada sobre sí mismos.

Rodrigo Fresan. Amos y criados. Suplemento RADAR de Página 12, 18/01/2004
National Portrait Gallery, London, Wikipedia. https://en.wikipedia.org/wiki/National_Portrait_Gallery,_London
Below Stairs. National Portrait Gallery. London. http://www.npg.org.uk/business/publications/below-stairs.php



jueves, 10 de mayo de 2018

EGAS MONIZ Y LA LOBOTOMÍA FRONTAL


La película que descalificó un método terapéutico
Quizás uno de los alegatos más impactantes contra la lobotomía frontal, actualmente conocida como psicocirugía, fue la película de Milos Forman Atrapado sin salida (One Flew Over the Cuckoo's Nest), basada en la novela de Ken Kessey.


Jack Nicholson en una escena de la película Atrapado sin salida, de Milos Forman, producida en 1975.

El personaje, Randle McMurphy, genialmente interpretado por Jack Nicholson, es un interno limítrofe con cargos de robos menores. En el instituto penal en que se encuentra deciden que podría beneficiarse en un hospital psiquiátrico. 

McMurphy pronto se rebela contra el régimen opresivo que ejerce la jefa de enfermeras, y esta finalmente lo conduce por la fuerza al quirófano, donde, sin consentimiento alguno, es sometido a una lobotomía. Cuando regresa junto a los demás internados, ya no es el personaje alegre y extrovertido que solía organizar juegos y entretenimientos. El procedimiento quirúrgico lo transformó en un zombi, una piltrafa humana. Uno de sus compañeros considera que no merece vivir en ese estado y lo asfixia con una almohada para después escapar desesperado a través de una ventana.

Egas Moniz: el creador de la lobotomía



                                         Egas Moniz (1874-1955)

En 1949, el psiquiatra y neurocirujano Egas Moniz compartió con Walter Rudolf Hess el Premio Nobel de Medicina. En el caso de Moniz, el galardón le fue otorgado por “el descubrimiento del valor terapéutico de la lobotomía en ciertas psicosis”.

La lobotomía fue una técnica muy controvertida. A través del tiempo se comprobó que los daños que provocaba superaban a los beneficios, con el agravante de que en las primeras décadas en que fue utilizada se abusó de su indicación y en algunos centros fue aplicada en forma indiscriminada.

La historia de la medicina revela que, a través de los siglos, los enfermos mentales fueron quienes más sufrieron todo tipo de agresión terapéutica, sin mencionar el maltrato físico al que eran sometidos.

¿Quién fue Egas Moniz? Antonio Gaetano de Abreu Freire nació en 1874, en una pequeña villa portuguesa; de niño, por sugerencia de su tío, adoptó el nombre de Egas Moniz, una figura histórica del siglo XII, héroe de la resistencia contra los moros y antepasado familiar. Este nombre se impuso sobre el suyo original, que más tarde cayó en el olvido.

Sin duda, se trató de un personaje polifacético, ya que, además de ejercer la medicina, tocaba con habilidad instrumentos musicales, e incursionó en la política, por la cual alcanzó altos cargos gubernamentales.

Su tesis doctoral fue una obra de dos volúmenes, titulada Sobre la vida sexual; seguramente era un tratado ameno e interesante ya que en las décadas siguientes alcanzó 19 ediciones.

Fue en París donde Moniz adquirió sus conocimientos de psiquiatría y neurología, y lo hizo junto a destacados científicos de La Salpetrière, como Fulgence Raymond, Pierre Marie, Jules Dejerine y Félix Babinsky. A su regreso a Portugal, sus antecedentes curriculares le permitieron llegar al cargo de profesor titular de Anatomía y Patología en la Universidad de Coimbra.

Sin embargo, desde 1903 hasta 1919, período en que ocupó el cargo, Moniz volcó su entusiasmo a la política que lo envolvió en momentos de gloria y de amargura debido a la turbulencia que reinaba en Portugal. Conoció brevemente la cárcel, participó en un duelo, del que afortunadamente salió ileso, se rodeó de amigos y de acérrimos enemigos hasta que se convenció de que su futuro estaba en la medicina.

La lobotomía y el Premio Nobel
En una ocasión, Moniz escapó de la muerte cuando un paciente con trastornos mentales le disparó con un arma de fuego. Fue quizás este episodio el que le sugirió la idea de que ciertos trastornos mentales exigían procedimientos más drásticos. La hipótesis que desarrolló para justificar la aplicación de la lobotomía fue que “para curar a estos pacientes, es necesario destruir las conexiones conectivo-celulares y, de ellas, consideramos como las más importantes aquellas relacionadas con los lóbulos frontales”.

El cerebro humano es la máquina más compleja del universo, y recién a fines del siglo XX, gracias a los avances de las técnicas por imágenes, especialmente la resonancia magnética y la tomografía por emisión de positrones, se logró develar gran parte de las conexiones nerviosas y las distintas áreas de las funciones cognitivas. Por lo tanto, destruir zonas del lóbulo frontal para mejorar trastornos psiquiátricos en la década de 1930 era una hipótesis temeraria.

Moniz presentó sus resultados en París, ante una audiencia de expertos. La experiencia fue pronto publicada en el Bulletin de l’Académie de Médecine. Según el autor, se curó el 35% de los pacientes, otro porcentaje similar mejoró y el resto quedó igual. Moniz les quitó trascendencia a los efectos adversos, que fueron numerosos.

Recomendaciones surgidas de los Estados Unidos y de Brasil, más los numerosos trabajos publicados por el propio Moniz, que ya era mundialmente famoso, contribuyeron a que en 1949 se le otorgara el Premio Nobel.

El Premio Nobel, el elogio de sus colegas, sus numerosas publicaciones, las campañas de la prensa y los comentarios favorables de revistas de primera línea, hicieron que la lobotomía se propagara por el mundo en forma desenfrenada.

Después de Moniz, el principal promotor de la lobotomía fue el Dr. Walter Jackson Freeman, originario de Filadelfia, Pensilvania. Además de realizar la técnica, Freeman fue su entusiasta divulgador y recorrió todo Estados Unidos visitando centros de neurocirugía en su vehículo al cual denominó el “lobotomóvil”.



                         El Dr. Walter Jackson Freeman (1895-1972).

Cuando en 1967, Freeman realizó su última lobotomía, llevaba contabilizadas 3.400 operaciones, y su socio Watts hacía tiempo que lo había abandonado, porque consideraba que abusaba de la indicación. Por entonces, Freeman cargaba sobre sus espaldas un número alarmante de muertos y pacientes con secuelas neurológicas y cognitivas. Finalmente, el Estado le retiró la licencia para realizar intervenciones quirúrgicas.

Algunos de los casos más resonantes de lobotomía
Warner Baxter (1889-1951)

                                      Warner Baxter

Warner Baxter fue el actor que protagonizó el famoso personaje Cisco Kid, uno de los más destacados westerns de Hollywood y durante la década de los 30 fue el artista mejor pago en la industria del cine. Ya alejado de las pantallas, Baxter sufrió una artrosis tan intensa que, sabiendo que la lobotomía se aplicaba para estos casos, decidió someterse al procedimiento. Falleció pocos días después por una infección pulmonar.

Alys Robie

                      Alys Robie (1923-2011)

Su nombre verdadero era Alice Robitaille, una exitosa cantante del Canadá francés. A los 25 años, como consecuencia de un accidente automovilístico, sufrió un período de internación prolongado en un asilo de Quebec, donde la sometieron a una lobotomía. Si bien se recuperó satisfactoriamente de la operación, al ingresar a los escenarios sus esfuerzos chocaban con el tabú de su enfermedad mental. Nunca recuperó la popularidad. El aspecto destacable de este caso fue que la lobotomía fue realizada sin su consentimiento, lo que demuestra la escasa ética con que se efectuaba esta práctica.


Rose Isabel Williams (1909-1996) 

Rose Isabel Williams era la hermana del famoso escritor Tennesse Williams. Al término de su adolescencia sufrió un cuadro grave de esquizofrenia que no respondió con la terapia electroconvulsiva. Por decisión de su madre y sin haber sido consultada, se le efectuó lobotomía bilateral, que deterioró profundamente su personalidad. Tennesse Williams vivió muchos años con la culpa de no haber impedido a su madre la decisión de operar a la hermana. Este sentimiento lo volcó en sus obras teatrales El zoológico de cristal y El último verano.

Rosemary Kennedy (1918-2005)

                                        Rosemary Kennedy

Rosemary Kennedy, la hermana del presidente de los Estados Unidos, tenía un ligero retardo mental, pero sus funciones cognitivas le permitían desempeñarse con relativa normalidad, llevaba una vida social activa y mantenía un diario de su vida.

Su padre estaba convencido de que esta operación aumentaría el coeficiente intelectual de Rosemary al nivel de sus hermanos. Contra la decisión de su esposa y sin informarle a su hija, el autoritario padre impuso sus deseos y consultó con el Dr. Freeman, quien rápidamente la sometió a la lobotomía.

El resultado fue desastroso, ya que Rosemary fue reducida en forma definitiva a la edad mental de tres años.

Helen Mortensen (1915-1967). En 1967, el Dr. Freeman recibió la visita de Helen Mortensen, una paciente a quien durante el lapso de veinte años le había realizado dos lobotomías. Ahora iba por la tercera, y el Dr. Freeman aceptó complacerla. No solo sería la última lobotomía para Mortensen, sino también para el propio Freeman. Durante el procedimiento, la aguja lesionó una arteria cerebral, y la paciente falleció tres días después. Las autoridades del hospital revocaron a Freeman sus privilegios quirúrgicos, y este se recluyó a una prudente y modesta actividad privada hasta el fin de sus días.

Epílogo
El trabajo de Egas Moniz le dio a la medicina portuguesa fama y aceptación internacional. Mereció más el Premio Nobel por sus trabajos sobre angiografía de las arterias cerebrales que por el procedimiento quirúrgico hoy llamado psicocirugía. En cuanto a este, a raíz de las críticas que llegaron a su punto máximo en 1970, ha caído prácticamente en desuso, desplazado por la batería de antipsicóticos que surgieron en las últimas décadas.

Bibliografía
Buzzi AE. Egas Moniz. RAR 2010; 74:33-42.
Fusar-Poli P, Allen P, McGuire P. Egas Moniz (1875–1955), the father of psychosurgery. The British Journal of Psychiatry 2008; 193:50.
Gross D, Schafer G. Egas Moniz (1874–1955) and the “invention” of modern psychosurgery: a historical and ethical reanalysis under special consideration of Portuguese original sources. Neurosurg Focus 2011; 30:8.
Rosenfeld JV, Lloyd JH. Contemporary psychosurgery. J Clin Neurosci 1999; 6:106-112.


martes, 1 de mayo de 2018

CARMEN


No estoy hecho para la sinfonía. Necesito el teatro. Sin él, no puedo hacer nada”, y Carmen es la mejor prueba.
George Bizet

Si algún neófito del bel canto me preguntara con que ópera se podría iniciar para introducirse en este género musical, seguramente le sugeriría la Carmen de Bizet. Las áreas y las melodías son hermosas y fáciles de retener, hay mucha pasión volcada en el argumento que es un relato creíble, alejado de los temas cómicos y mitológicos que tanto abundaron en las óperas hasta bien entrado el siglo XIX.

El argumento de la obra está posicionado en Sevilla en la España de 1820. Entre las mujeres que trabajan en una fábrica de cigarros se destaca Carmen, una gitana hermosa que seduce a un suboficial francés (Don José) y lo impulsa a desertar del regimiento para incorporarse a un grupo de contrabandistas del cual ella forma parte.

Hasta aquí conviene destacar el marcado contraste entre la seductora Carmen de fuerte carácter y convicciones firmes, cuya máxima aspiración es la libertad absoluta para encarar la vida y las decisiones, y el pusilánime Don José. Éste, por el solo hecho de pertenecer al ejército representa a un hombre atado a reglas estrictas. Víctima de su débil carácter, fascinado y cautivado por la gitana abandona la vida estructurada que llevaba e ingresa al ambiente marginal de un grupo de contrabandistas. Un mundo al aire libre, de total libertad y decisiones propias, del cual Carmen es la máxima exponente y una precursora del feminismo.

     Escena de Carmen

Obviamente se trata de dos personajes totalmente dispares que no pueden comulgar en la misma dirección. Don Jose no soporta la vida libre de Carmen y su comportamiento se le hace intolerable, especialmente cuando ella se enamora del torero Escamillo. En el cuarto acto se produce el fatal desenlace cuando Don José intenta impedir que Carmen ingrese a la plaza de toros para ver a Escamillo. En un arrebato de ira extrae un cuchillo y la mata. Con esto queda encasillada la ópera dentro del género dramático.

El personaje de Carmen le corresponde a una mezzosoprano, que por la calidez de la voz, se adapta perfectamente al rol que debe cumplir. Es imprescindible, para lograr un completo éxito, que la artista sea una hermosa mujer. Afortunadamente en las últimas décadas abundan las prima donnas de extraordinaria belleza y physique du rol adecuado que se diferencian de las corpulentas cantantes de otrora. Estas cualidades se deben complementar con una gran plasticidad de movimientos, gestos y miradas de gran seducción. El papel de Don Jose es mucho menos exigente, basta que sea un tenor lírico de buena voz y si en la realidad tiene cara indefinida, casi tonta, mejor aún.

Mezzosoprano madrileña María José Montiel

La música no tiene altibajos, mantiene a lo largo de los actos exquisitas áreas y melodías que la gente suele tararearlas, silbarlas y hasta cantarlas. Precede a la ópera el archiconocido preludio. Una introducción llena de energía que no escatima la participación de platillos y metales de viento. Comienza con el tema de la corrida de toros del cuarto acto, intercalado con la canción del toreador. En contraste con este clima de alegría, la segunda parte de la obertura presenta una melodía, que se repite a lo largo de la ópera, asociado con el fatal sino que le espera a la protagonista. El trémolo de las cuerdas produce una atmósfera tensa de un acontecimiento siniestro que se va a producir. Justo cuando esta tensión llega a su clímax, la obertura termina abruptamente, el telón se eleva y comienza la acción.

En este primer acto se destaca la Habanera, la popular área donde la soprano despliega además de la voz, toda su capacidad escénica y seductora. Aquí conviene señalar que gran parte de la melodía es una copia casi exacta de la Habanera, cantada por un dúo de hombre y mujer, cuyo autor fue el compositor vasco Sebastián Iradier, que bajo el título de «El Arreglito» la compuso durante su estancia en Cuba. Bizet, en una oportunidad, manifestó que la había escuchado y pensó que era parte del folklore español y carente de autor. Esta acotación es simplemente un dato informativo y no pretende quitarle mérito a la maravillosa creatividad de Bizet.
Hacer click para escuchar la Habanera

El segundo acto es sumamente vistoso por el contenido de danzas españolas, para lo cual el reguisser necesita recurrir a una compañía de ballet bien entrenada en coreografía española y zapateo andaluz. Es aquí donde aparece triunfante el torero Escamillo protagonizado por un viril barítono que canta la canción de El Toreador. El contraste con Don José no puede ser mayor. El área es una de las más preferidas por los cantantes de esta voz intermedia, Es en este acto que Don José atrapado por las circunstancias y el canto de sirena de Carmen se convierte en desertor y se pliega al grupo de contrabandistas.

El acto tercero comienza con un breve preludio de gran exquisitez formado por un dúo de flauta y harpa al cual se agrega un suave fondo musical del resto de los instrumentos. Este momento de paz musical es reemplazado por la marcha de los contrabandistas que comienza con la flauta acompañada de un suave fondo de cuerdas. 
Paulatinamente se van agregando los demás instrumentos.

El libreto muestra a los contrabandistas en plena actividad en un paisaje montañoso. Se evidencian los conflictos entre Carmen y Don Jose quien no puede contener sus celos ante el libre comportamiento de la gitana. Se destaca un juego de naipes donde a Carmen siempre le toca la carta de la muerte, un presagio de lo que ocurrirá en el siguiente acto.

El cuarto acto se caracteriza por acordes espirituales, alegres y abandonados, pero los vientos de las maderas tocan notas ominosas que auguran la tragedia final.

                               Georges Bizet (1838-1875)

Es hora de hablar del autor y la historia de la obra. Todo comenzó con el escritor, historiador y arqueólogo francés Prosper Merimé quien al realizar un viaje por España se enamoró de sus costumbres. Allí conoció a una condesa que le refirió la historia trágica de un bandido perdidamente enamorado de una mujer. En 1845, 15 años después del relato de la condesa, Merimeé escribió la novela Carmen.

George Bizet, un sólido músico quien desde los 9 años estudiaba en el Conservatorio de París, estaba más interesado en producir óperas que música orquestal. Ya había creado Los pescadores de perlas, que permanece incólume en el repertorio de la lírica.

En 1872 la Opéra Comique de París, le encomendó a Bizet una ópera. Después de numerosos arreglos líricos y orquestales, Carmen se estrenó el 3 de marzo de 1875. Menciono la fecha porque fue un punto de inflexión en la historia de este género musical, ya que dio comienzo a los argumentos con contenido real y dramático y que más tarde los italianos llamarían verismo, un equivalente al neorrealismo en el arte cinematográfico. Con Bizet, la ópera francesa se vio revestida de poder y pasión con dramas cargados de sentimientos humanos y conflictos.

Aún situándose en la época, cuesta comprender la razón que determinó que, en su inauguración, Carmen fuera un fracaso. El público y los medios reaccionaron desfavorablemente, le dieron más importancia a los aspectos formales que a la hermosísima música a la cual tendrían que haber prestado mayor atención. Mujeres fumando despreocupadamente, una heroína seductora y provocativa, un soldado que abandona el ejército para hacerse contrabandista por razones pasionales y finalmente un asesinato, fueron demasiado para la sociedad pacata de entonces.

Poco tiempo después, víctima de una enfermedad Bizet moría sin haber podido gozar de los innumerables éxitos que Carmen suscitó en la historia de la ópera.

Milton Cross. Encyclopedia of the Great Composers and Their Music, tomo 1. Doubledy and Company, Garden City New York 1953.

Yolanda Quincoces. Ópera!: 'CARMEN', de Georges Bizet, ¿La ópera más popular? Codalario.com. La Revista de Música Clásica, 15/04/2015.

Georges Bizet. Encyclopaedia Britannica, tomo II. Chicago

José Antonio Cantón. Crítica/Casticismo lírico. Abril 2018, número 339.