miércoles, 26 de junio de 2019

CHERNOBYL


En 2006 Gorbachov sentenció que: “El accidente nuclear en Chernobyl, del que este mes se cumplen veinte años, fue tal vez -incluso más que la Perestroika iniciada por mi Gobierno- la verdadera causa del colapso de la Unión Soviética. De hecho, la catástrofe de Chernobyl fue un punto de inflexión histórica que marcó una era anterior y una posterior al desastre”.       No se equivocaba Gorbachov, la energía nuclear aplicada a la actividad militar y con fines civiles, estaba muy desarrollada en la Unión Soviética que por entonces contaba con numerosas plantas nucleares y entre ellas, Chernobyl era la más grande porque poseía 4 reactores. El esfuerzo nuclear era la principal prioridad del régimen que en los demás aspectos estaba haciendo agua por los cuatros costados. La catástrofe de Chernobyl y el daño incalculable que produjo tanto a nivel humano como económico, hizo temblar las bases del sistema que caería tres años más tarde.
            La explosión del reactor 4 fue un error humano cuando el equipo de técnicos y científicos realizó una prueba de funcionamiento en dicho reactor con capacidad para iluminar una población de 200.000 habitantes. Para realizar la prueba se requiere reducir considerablemente el rendimiento, situación durante la cual el reactor se vuelve inestable. El personal realizó el procedimiento con los sistemas de emergencia desconectados, incluso el que inactivaba la operación si algo escapaba de control. El operativo se llevó a cabo en forma espontánea sin esperar recibir los requisitos de aprobación. Se la consideraba la planta atómica más segura y venía funcionando desde hacía tres años.
            Su nivel de rendimiento normal era de 3200 megavatios que fueron reducidos a 1600 y a partir de ese nivel comenzó a descender en forma descontrolada hasta los 800 megavatios. Entonces se produjo un mecanismo de retroalimentación, el reactor comenzó a trabajar a un poder varios cientos de veces por arriba del normal y al superar los 30.000 megavatios estalló con la fuerza de una tonelada de TNT. La explosión en sí fue lo de menos, el mayor daño lo causó la nube radiactiva que siguiendo los vientos llegó hasta Medio Oriente, norte de África y en Europa se detuvo en los Pirineos.
            A 3 kilómetros de la central se encontraba la ciudad de Prípiat, fundada hacía 16 años para dar alojamiento a los trabajadores de Chernobyl. Debido a su estratégica posición geográfica en un clima relativamente templado, suelo muy fértil, cerca de una estación de tren, una autopista, y por supuesto el río Prípiat, la ciudad comenzó a desarrollarse, convirtiéndose en una de las zonas más agradables para vivir de la Unión Soviética. Era sin duda la ciudad más bonita de toda Ucrania. Su población que se aproximaba a los 50.000 habitantes estaba constituida casi en la totalidad por gente joven con numerosos matrimonios y una multitud de niños.


                        Pripiat antes del 26 de abril

La noche del 26 de abril de 1986 a la 1:24 horas se produjo la explosión, cuya honda hizo vibrar todos los vidrios de la ciudad. Los habitantes se asomaron a las ventanas de sus hogares y salieron a las plazas a ver el espectáculo del incendio que se divisaba a lo lejos lanzando llamaradas azules a gran altura. Muchos se ubicaron sobre el puente ferroviario y otros subieron a las terrazas, inconscientes de estar cometiendo comportamientos suicidas, porque pese a la proximidad de la planta, jamás recibieron instrucciones ante un accidente atómico ni la gravedad de sus consecuencias. La radiación es un enemigo mortal invisible que de inmediato no produce síntomas, pero ellos no lo sabían y la mayoría de los que no se encerraron en sus hogares, perecieron al poco tiempo o desarrollaron distintos tipos de cáncer con el transcurso de los años.
Las ambulancias comenzaron a traer a los bomberos y personal que fueron a socorrer la planta. Venían con quemaduras en el rostro y fuertes descomposturas. La carga de radiactividad que tenían en los cuerpos y en las ropas se transmitió a los médicos y enfermeras como una mancha venenosa.


Vista aérea de Chernoby después del accidente. Foto National Geographic

La dosis de radiación normal de un operario en una planta nuclear es de 5 rem a lo largo de un año. En las primeras horas del accidente se disponía de contadores Geiger de medición limitada que, con las agujas al tope, ya señalaban una radiación peligrosa en la atmósfera. Cuando se logró después de varias horas conseguir un contador de mayor amplitud de registro se comprobó que en la ciudad la dosis de radiación superaba los 50 rem, cantidad suficiente para producir daños en el organismo a mediano y largo plazo, especialmente tumores. En cuanto a los operarios, los bomberos y el personal sanitario que se acercaron a escasa distancia de la planta o estuvieron en contacto directo con los contaminados, recibieron dosis que superaban los 600 rem consideradas letales con quemaduras y desintegración de los tejidos. Todos ellos morirían sufriendo horriblemente en un plazo de 60 días.
En un principio, el comité encargado de manejar el accidente ignoró o negó la gravedad de la situación. Se tomaron medidas absurdas como cortar las líneas telefónicas e impedir la salida de los habitantes de la ciudad. Uno de los productos de desintegración del uranio 235, que era el que utilizaba la planta de Chernobyl, es el iodo 131 radiactivo que produce lesiones en el cuerpo y cáncer de tiroides. Se previene tomando iodo, pero ni la planta nuclear ni el hospital tenían ese elemento. En la mañana del 26, las escuelas se abrieron como de costumbre y la vida cotidiana en Prípiat siguió su curso natural. Ninguna noticia sobre el accidente fue trasmitida por los medios de difusión.

Dado que la situación empeoraba recién a las 8:30 horas del día siguiente se reunió un Comité de dirigentes en el Instituto Bielorruso de Energía Nuclear en Minsk. Estaban convocados el científico Valery Legasov director del Instituto Kurchatov de Energía Atómica de Moscú; Anatoli Diátlov, jefe de turno encargado de la planta; Boris Shcherbina, en representación de Mijail Gorbachov; el director de la central atómica Viktor Bryukhanov y su ayudante Nikolai Fomin. Se hallaban también jefes de la policía secreta rusa y otros miembros del Politburó. De todos ellos, el de mayor conocimiento del funcionamiento de la planta y de la situación imperante, era Legasov, un experto en radioquímica y uno de los científicos más prominentes de la Unión Soviética.

Los informes del director del instituto, de su ayudante y del jefe de turno minimizaron totalmente el accidente, señalaron que estaba bajo control y que había una radiación equivalente a la exposición a 40 radiografías de tórax. Agregaron además que el reactor estaba intacto.

                                Valery Legasov (1936-1988)

Cuando le tocó el turno de hablar a Legasov, quien tenía informes actualizados comenzó diciendo: “cada átomo de uranio 235 que se desintegra por fisión es como una bala que viaja a la velocidad de la luz, atravesando todo material que encuentra a su paso. En cada gramo de Uranio 235 hay más de mil millones de millones de estas balas y Chernobyl posee cientos de miles de gramos de uranio 235”. Agregó que el reactor había estallado porque se encontró grafito desparramado alrededor de la planta. El grafito solo se encuentra en el reactor ya que cumple la función de ralentizar la velocidad de los neutrones producidos por la fisión. “Si esto es como yo digo”, agregó Legasov, “los habitantes de Pripiat recibieron el equivalente a 400 radiografías de tórax y el personal de la planta, los bomberos y cualquiera que estuvo en los alrededores recibieron el equivalente a decenas de miles de radiografías de tórax”.
Por recomendación de Legasov se decidió la evacuación de la ciudad y de todo poblado situado dentro de un radio de 30 kilómetros, operación que se inició 36 horas después de la explosión y requirió varios días. Para entonces ya había cientos de casos de gente contaminada con los síntomas de la radiación. A los habitantes se les dijo que llevaran lo esencial para ser transportados ya que en pocos días volverían a sus hogares. Eso nunca ocurrió y Prípiat es desde entonces una ciudad fantasma.



En Suecia y Finlandia ya se sabía que en alguna parte de la Unión Soviética había ocurrido una catástrofe nuclear. El hecho era inocultable y recién el 28 de abril las radios trasmitieron un escueto comunicado: “Ha ocurrido un accidente en la central de energía de Chernóbyl y uno de los reactores resultó dañado. Están tomándose medidas para eliminar las consecuencias del accidente. Se está asistiendo a las personas afectadas. Se ha designado una comisión del Gobierno.”



                 Boris Shcherbina (1919-1990)

Legasov y Shcherbina permanecieron varias semanas supervisando los operativos de limpieza de la central. Había que eliminar los fragmentos de grafito altamente radiactivos diseminados en la terraza de la planta. La operación se inició con robots, pero el alto grado de radiactividad inactivó sus circuitos electrónicos. Legasov entonces sugirió emplear “biorobots”, es decir seres humanos. Se formaron cuadrillas debidamente protegidas que ingresaban por turnos para recoger el grafito, debían permanecer solo 90 segundos y ser reemplazados por otro grupo. También participaron voluntarios de unas minas de carbón quienes construyeron un túnel por debajo de la planta que fue rellenado con hormigón para afianzar el terreno y evitar que el núcleo se hundiera en las capas subterráneas por el peso de los materiales arrojados y tocara el agua de los depósitos subterráneos. Estos materiales constituidos por arena, plomo, arcilla y boro fueron lanzados desde helicópteros que totalizaron 1800 vuelos.
 Varias semanas después se inició la construcción de un “sarcófago” de concreto que cubrió al reactor completamente, mientras cientos de miles de jóvenes fueron reclutados para operativos de limpieza de Prípiat y alrededores. Las pérdidas de vidas humanas nunca se sabrán porque la Unión Soviética nunca emitió un informe oficial al respecto, por lo tanto las cifras oscilan entre 5000 y 100.000.
Varios países colaboraron con diversos tipos de ayuda, pero el que más se destacó fue Cuba que mantuvo un programa de socorro para las víctimas. A la isla llegaron casi 24.000 pacientes, la mayoría niños provenientes de Ucrania, Rusia, Bielorrusia, Moldavia y Armenia, con distintos tipos de daños provocados por la radiación. La ayuda no cesó ni siquiera con la caída de la Unión Soviética en 1991, fecha a partir de la cual cesó por completo el apoyo comercial hacia Cuba.
Se llevó a cabo una corte judicial organizada por el Comité Central de la Unión Soviética. En el banquillo de los acusados se encontraban el director de la planta nuclear, su ayudante y el jefe de turno. Cuando le tocó hablar a Legasov, realizó un extenso relato de las numerosas fallas cometidas por el jefe de turno durante la prueba del reactor. “Fue cono si se tratara de probar el funcionamiento de un avión en vuelo apagando los motores”. Agregó errores de diseño en la construcción y el empleo de una tecnología ya superada en los mecanismos de enfriamiento del reactor. Admitió que en foros internacionales, bajo presión de las autoridades soviéticas, ocultó todos estos aspectos. Su frase final fue “Toda mentira dicha te deja en deuda con la verdad hasta que se paga el costo.”
Legasov permaneció varias semanas en Prípiat y estuvo en las proximidades de la planta. Como experto en radioquímica, sabía perfectamente que se estaba exponiendo a dosis altamente peligrosas, pero se mantuvo en su puesto de trabajo. Gracias a él se inició la evacuación de los habitantes fuera del radio de riesgo y además propuso y dirigió todos los mecanismos de descontaminación.
Sin embargo, había cometido un pecado gravísimo al haber dejado en descubierto que. por razones de economía, el gobierno de la Unión Soviética bloqueó proyectos que terminaron en una falta de estructura de protección del reactor y el empleo de técnicas de enfriamiento obsoletas.
No se lo perdonaron, perdió su puesto en el Instituto Kurchatov de Energía Atómica, sus amigos le hicieron el vacío y le fueron retirados todos los beneficios otorgados por su alto cargo científico. Al menos, las máximas autoridades de la Unión Soviética tuvieron el buen tino de seguir sus consejos y se hicieron las modificaciones necesarias en las restantes plantas de Rusia para que fueran más seguras.      Legasov entró en un cuadro depresivo y consciente de que había recibido una radiación excesiva se suicidó dos años después a la edad de 52. Con sus medidas de emergencia consiguió salvar a cientos de miles, pero no pudo salvarse él mismo. Los tres principales acusados fueron condenados a 10 años de trabajos forzados.


Los condenados a 10 años de trabajos forzados. De izquierda a derecha: Viktor Bryukhanov; Anatoli Diátlov y Nikolai Fomin.

Diez años más tarde Boris Yeltsin, concedió a Valeri Legásov el título póstumo de Héroe de la Federación Rusa “por su valentía y heroísmo”.
La escritora rusa y Premio Nobel de Literatura 2015, refiriéndose a Chernobyl expresó: “¿De qué dar testimonio del pasado o del futuro? Cuando hablamos del pasado o del futuro, introducimos en estas palabras nuestra concepción del tiempo, pero Chernobyl es ante todo una catástrofe sin tiempo. Los radionúclidos diseminados por nuestra Tierra vivirán cincuenta, cien, doscientos mil años, y más. Desde el punto de vista de la vida humana son eternos. Entonces ¿qué somos capaces de entender? ¿Está dentro de nuestras capacidades alcanzar y reconocer un sentido en este horror?

Chernobyl. Miniserie original HBO 2019. Director Craig Mazin.
Beatriz Esquivel. La verdadera historia de Valery Legasov, el científico que investigó Chernobyl. Historia, 06/06/2019.
Cristina Vallejo. Chernoby y Gorbachov: ¿por qué el desastre nuclear fue la
causa del colapso de la Unión Soviética? Fronterad revista digital, 16/06/2019.
Mariana Enriquez. La muerte en el aire. Página 12, 09/06/2019.
Redacción EC. ¿Qué pasó con los personajes de Chernobyl en la vida real?. El Comercio, 11/06/2019.
Mike Edwards. Chernoby, one year after. National Geographic 1987, volumen 171, número 5.

5 comentarios:

  1. Estremecedor por donde se lo mire. Gracias Ricardo por este informe tan claro y contundente. Excelente, como siempre.

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  2. el colapso de la URSS es 3 y no 13 años después del accidente
    como siempre, es un placer leerlo
    arpi

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  3. Oswaldo C de Maryland27 de junio de 2019, 9:26

    Que trágico lo de Chernóbyl, Ricardo. Mi opinión es que los mayores contribuidores a la caída de la Unión Soviética, fueron Reagan y el PP Juan Pablo II.

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    1. Efectivamente el cowboy de la Casa Blanca, un ex actor de tercera categoría era un anticomunista rabioso.Pero eso era lo de menos, durante la época del macartismo fue un soplón contra sus propios compañeros de trabajo,acrecentó el racismo contra los negros, duplicó los gastos militares, aumentó el número de indigentes y fue el gran promotor junto con la Thatcher del ultraneolberalismo que está haciendo estragos en el mundo especialmente en América Latina.

      Abrazo

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