El naufragio
El crucero USS Indianapolis
con sus 186 metros de eslora se desliza por las aguas del Océano Pacífico a la
altura del Mar de Filipinas. Es el 30 de julio de 1945 y han pasado 14 minutos
de la medianoche. El mar está tranquilo y la tripulación que duerme
plácidamente se despierta ante una terrible explosión. No pasan más que unos
pocos segundos cuando un segundo ruido atronador estremece el barco que
comienza a escorar. Doce minutos después los tripulantes que lograron lanzarse
al agua a tiempo con sus salvavidas, ven como la nave se va hundiendo de proa
hasta que la popa, con las hélices aun girando en el aire, desaparece en un
remolino de agua. Trescientos hombres quedan atrapados y se hunden con el buque
y otros 900 quedan flotando en el agua. Están solos en el vasto Océano
Pacífico, como el Indianapolis
participa en una misión ultra secreta y por lo tanto no puede enviar ningún
tipo de mensajes, es un barco fantasma y nadie acude al rescate.
Crucero Indianápolis
Una misión de dudoso honor
El
Indianápolis había participado en varias operaciones de guerra en la campaña
naval del Pacífico y colaboró con la Fuerza de Tareas en la recuperación de
islas tomadas por los japoneses. El desempeño más importante fue su
participación en la toma de la isla de Okinawa, último bastión de la defensa
japonesa. Allí fue seriamente dañado por torpedos que lo obligaron a retirarse
del conflicto para reparaciones en el puerto naval de San Francisco.
Su
última misión era extremadamente secreta, tenía que transportar hacia la isla
de Tinian partes de Little Boy, la
bomba atómica que sería lanzada sobre Hiroshima. También transportaría uranio enriquecido
en una cantidad que equivalía a la mitad de todo este elemento disponible en el
planeta.
Solo
dos hombres, que formaban parte del Proyecto Manhattan, que subieron a bordo,
conocían la misión. El resto de la tripulación incluido Charles McVay, el
capitán del barco, ignoraban el contenido de las cajas blindadas que fueron
introducidas en la bodega de la nave.
Con
total silencio radial, el Indianapolis
se desplazó hasta llegar a Tinian el 26 de julio de 1945, una de las islas de
la Marianas del Norte. Después de haber sido conquistada a los japoneses,
Tinian se había transformado en una base importante con grandes pistas para el
despegue de aviones incluyendo los pesados bombarderos Boeing-29, uno de los
cuales, el Enola Gay, en menos de dos
semanas lanzaría sobre Hiroshmia el arma más destructiva que conociera la
humanidad.
Cumplida
su misión, y sin que la tripulación desembarcara, el Indianapolis puso proa hacia su nuevo destino en la isla de Guam. A
esta altura de las circunstancias se habían cometido dos errores cuya omisión
habría salvado a la nave y a su tripulación. A McVay no se le informó que había
submarinos en la zona y se le negó el pedido de que lo escoltara otra nave,
generalmente un destructor con equipamiento antisubmarino.
El festín de los tiburones
Cuando
despunta el alba los sobrevivientes tiritando de frío ven que se aproximan
varios tiburones. Las aletas dorsales surcando el agua les resultan una imagen
aterradora. Siguiendo su patrón de comportamiento, comienzan a girar alrededor de
los náufragos quienes se congregan formando grupos, ya que flotar aisladamente
significaba una muerte segura.
Pasado
el mediodía son cientos los escualos que infestan las aguas. El primer día
devoran a los marineros muertos que, para fortuna de los que aún vivían eran
numerosos, pero una vez que dan cuenta de los cadáveres se concentran en el
resto de los náufragos. Estos han aprendido su táctica: uno de ellos empezaba a
dar círculos hasta que parecía alejarse y de pronto se veía la aleta enfilando
rápidamente hacia su presa. Los marineros gritan y patalean y el tiburón se
aleja, pero otras veces no. Entonces se escucha el grito desgarrador de la
víctima que desaparece bajo el agua, mientras un charco de sangre se forma en
la superficie.
El
sol produce ampollas en la piel y deshidrata a los náufragos y a partir del
tercer día la sed devoradora hace que algunos tomen agua de mar. Esto les
produce confusión mental y alucinaciones, se alejan del grupo sin rumbo fijo y son
presa de los tiburones.
A
las 11 de la mañana del cuarto día, el piloto de un bombardero que estaba
patrullando el mar en busca de submarinos divisa una mancha de aceite y varios
puntos de color naranja que al aproximarse se transforman en hombres con sus
salvavidas. Reporta el hallazgo a la base con el siguiente mensaje: “muchos
hombres en el agua” y da la posición de los náufragos.
A
las pocas horas llega un hidroavión que recoge a 56 hombres y a la medianoche se
aproxima el crucero USS Doyle que estaba en ruta. De los 900 hombres que cayeron
al agua tan solo 316 son rescatados, el resto se ahogó o fueron devorados por
los tiburones.
Marineros rescatados se recuperan sobre la cubierta del crucero que los socorrió
McVay,
el capitán del Indianapolis se encontraba entre los sobrevivientes. Si se
hubiera hundido con el barco, según dictan las reglas del heroico romanticismo
naval, hubiera pasado a la historia como un héroe, pero en este caso resultó ser el chivo
expiatorio, de las negligencias de otros. Se lo sometió a una corte marcial
donde se lo acusó de que tenía que haber navegado en zigzag, cuando estaba
comprobado que esa maniobra es prácticamente inútil. Así lo afirmó en su
testimonio el capitán del submarino japonés que tuvo que declarar en el juicio
señalando que la maniobra en zigzag no habría evitado el hundimiento.
Capitán Charles Mc Vay
Las
autoridades navales que le negaron la compañía de un crucero escolta no
sufrieron sentencia alguna, pero Mc Vay fue dado de baja temporariamente hasta
que el almirante Nimitz lo restituyó en sus funciones. Se retiró sin lograr ascensos.
Recibió llamadas anónimas y cartas que lo acusaban de cobarde e incompetente
hasta que su figura fue revindicada por el presidente Clinton, pero él no se
enteró, se había suicidado en 1968.
La
mayoría de los demás sobrevivientes, jamás se recuperaron psíquicamente de
aquellos cuatro días de pesadilla en el mar rodeados de tiburones. Paradojas
del destino, la tripulación del Indiannapolis
pagó carísima la misión que debía cumplir y que ignoraba totalmente. En cambio
la tripulación del Enola Gay que
arrojó la bomba atómica sobre Hiroshima, más como un desafío hacia sus aliados
soviéticos que para acabar con Japón, además de conocer su misión fueron
condecorados como verdaderos héroes.
El Enola Gay y su tripuloación
Muchas gracias " AMIGAZO", que cosa Espantosa, pero tan Interesante de conocer!!!
ResponderEliminarABRAZO GRANDE!!!!!
JSDT.
Tremenda reseña Ricardo. Desconocía estas atrocidades del pasado con tanta resonancia en nuestro presente.Gracias!
ResponderEliminar