Entre los atractivos y fascinantes lugares que ofrece la ciudad de
Londres, se encuentra algo escondido y poco frecuentado por el turista, la National Portrait Gallery, una
curiosidad única dentro de las exhibiciones artísticas de Europa, y quizás del mundo.
La colección que posee casi 200.000 cuadros, hace que un día,
ni siquiera una semana, sea suficiente para indagarlos con detalle. Está casi
exclusivamente dedicada a retratos, y en menor número a fotografías,
caricaturas y esculturas de personas que trascendieron en la historia de
Inglaterra.
Obviamente no faltan los autorretratos de William Hogarth, Joshua Reynolds y Thomas Gainsborough, por citar solo los más conocidos. Rembrandt con sus numerosos autorretratos no logró figurar, sencillamente porque no es inglés.
Obviamente no faltan los autorretratos de William Hogarth, Joshua Reynolds y Thomas Gainsborough, por citar solo los más conocidos. Rembrandt con sus numerosos autorretratos no logró figurar, sencillamente porque no es inglés.
La National Portrait Gallery
Ocupando gran parte de la exhibición se encuentra la larga lista
de monarcas, empezando por Enrique VIII, sus esposas tanto las enteras como las
descabezadas y la mayor parte de la nobleza. Pero también hay escritores,
inventores, científicos, destacados militares, políticos y no faltan quienes alcanzaron
el más alto cargo del Almirantazgo, porque al fin y al cabo durante varios
siglos Inglaterra fue la Reina de los mares.
Una sala correspondiente a personajes de los siglos XV y XVI
El nacimiento de esta galería no fue fácil, pero contó con un individuo
entusiasta que insistió con el proyecto hasta hacerlo realidad. Como es de
imaginar se trataba de un personaje de la nobleza, el conde Philip Henry
Stanhope, quien al ser miembro del Parlamento expuso sus argumentos en la Cámara
de los Comunes en 1846.
Su propuesta no tuvo eco, pero el hombre era empecinado y lo volvió a intentar en 1852 y en 1856 y en esta última ocasión lanzó un encendido discurso diciendo: “el propósito es crear una galería de retratos originales que abarque a la mayor cantidad de las personas con más honores en la historia británica, ya sean guerreros, estadistas, artistas, escritores o científicos”.
Su propuesta no tuvo eco, pero el hombre era empecinado y lo volvió a intentar en 1852 y en 1856 y en esta última ocasión lanzó un encendido discurso diciendo: “el propósito es crear una galería de retratos originales que abarque a la mayor cantidad de las personas con más honores en la historia británica, ya sean guerreros, estadistas, artistas, escritores o científicos”.
Su arenga tuvo éxito y la Reina Victoria no solo dio su
consentimiento sino que aportó de su bolsillo 2000 libras. Se inauguró en
Westminster en 1859 y la idea era que el personaje retratado debía tener como
mínimo diez años de enterrado. Con el correr del tiempo, el recinto ya no podía
contener tantos retratos y a medida que se fueron incorporando nuevos
personajes, los cuadros sufrieron sucesivos traslados hasta quedar ubicados en
su lugar actual, el sitio que por sus características es el más adecuado para
esta exhibición: Trafalgar Square, donde el almirante Horacio Nelson la
contempla satisfecho desde su estilizado monumento.
Almirante Horacio Nelson
En 1969, se relajó el criterio de los 10 años y hasta se aceptaron
personajes vivientes que por el aporte realizado al Imperio, o lo que de él
queda, merecen figurar entre los grandes. De esta manera, atravesaron la
gigantesca puerta de la National Portrait
Gallery para unirse al podio de los inmortales, Diana la Princesa de Wales,
más conocida como lady Dy, los Beatles, J.K. Rowling, la autora de Harry
Potter, los Rolling Stones y los últimos premios Nobel que adquirió la ciencia
inglesa. Si vivieran, muchos nobles fruncirían el ceño en desaprobación ante
esta avalancha de advenedizos que como un torbellino los está relegando al
olvido.
Lady Di
La calidad de los retratos es lo que menos importa en esa galería,
y mezclados como la biblia junto al calefón, se encuentran obras de arte de los
grandes pintores ingleses que retrataron a nobles que pagaron fortunas para
ingresar a la posteridad, junto con cuadros de autores desconocidos. Lo que
siempre se privilegia son los méritos y hazañas del retratado antes que la
calidad del retratista.
J.K. Rowling
La National Portrait Gallery
es tan fascinante como agotadora, por la ausencia de diversidad, ya que la
temática es una sola, rostros o personajes de cuerpo entero que se suceden a lo
largo de las galerías, pero si uno llegó hasta el hartazgo, le sugiero que vaya
a la azotea donde se encuentra uno de los mejores restaurantes de Londres.
La galería
plebeya
Hace poco la galería realizó una muestra revolucionaria llamada Below Stairs, que muestra una nueva
evidencia de la capacidad creativa de los ingleses. Consta de 400 obras que se
refieren exclusivamente a retratos que nada tienen que ver con el boato que
rodea a los de la National Portrait Gallery. Se trata del personal de servicio
de castillos, palacios y grandes mansiones de Inglaterra.
Algunos se preguntarán la razón de semejante exhibición. La
respuesta es muy sencilla, para los ingleses el personal de servicio es una
institución tan importante como el té de la cinco de la tarde o beber el mejor
whiskey escocés. Esto se percibe en la literatura, en las obras de Jane Austen,
Charlotte Bronte y Charles Dickens, en el teatro de Oscar Wilde y todas ellas
llevadas reiteradamente al cine. La complejidad del servicio doméstico es de
tal magnitud que la mejor forma de entenderlo es viendo la serie Downton Abbey.
Existe un escalafón que se respeta rigurosamente, donde el
mayordomo es la máxima autoridad en la escala jerárquica. Su inglés es perfecto
y de él depende todo el resto del personal, excepto el ama de llaves que goza
de cierta independencia.
En sucesivos escalones descendentes se encuentran los ayudas de
cámara de los dueños de la mansión, las doncellas personales de sus esposas e
hijos, el cocinero y sus ayudantes, el cuidador de los establos y hasta el
halconero y el cuidador de faisanes. Saltar de un escalón a otro no era
imposible pero sí muy difícil. Todos vestían frac y debían lucir impecables y
tanto el ayuda de cámara como las doncellas personales, no sentían menoscabo
alguno en vestir y desvestir a sus amos y hasta sugerirles, la ropa, el collar
y los aros que lucieron cada día.
Cuanto más alto es el rango del dueño de casa, más orgullosos se
sienten los miembros de la servidumbre de pertenecer a tan poderoso señor y
cuando éste regresa de un viaje que le produjo una ausencia prolongada, todo el
personal de servicio forma una doble fila, conservando siempre el orden
jerárquico, para recibirlo en la entrada de la mansión. La misma ceremonia se
repite ante la visita de un personaje distinguido.
Quienes figuran en esta galería no ostentan medallas ni
condecoraciones, no hay altanería ni arrogancia en sus miradas y justamente por
eso son rostros que miran con espontánea naturalidad al observador. Algunos de
ellos trabajaron para grandes personajes como la Reina Victoria y el Almirante
Nelson, otros fueron adquiriendo posiciones con gran esfuerzo y habilidad y no
pocos lograron establecerse como miembros de la sociedad.
En general, la calidad de las pinturas es mediocre. Las obras
están realizadas por aprendices o artistas desconocidos de segunda categoría.
Se desconoce el nombre de muchos de ellos o están identificados en las
historias de las casas donde barrieron y donde transportaron, subiendo y
bajando escaleras, bandejas de plata en sus manos enguantadas de blanco.
Sin embargo es preciso
señalar una honrosa excepción. Se trata de William Hogarth quien pintó los
rostros de sus seis criados, haciéndolos posar uno por vez y adjudicándoles un
lugar en el lienzo. Cada uno con su propia individualidad, su apariencia natural y sus vestimentas
cotidianas de trabajo.
William Hogarth. Seis estudios de cabezas (los sirvientes del pintor)
Se nota que ha tratado cada rostro con cariño, lo cual
es coherente con las fuentes contemporáneas al autor, que señalan que sus
criados le tenían una gran devoción. No se relacionan entre ellos, sino que son
poco más que cabezas apiñadas en un pequeño espacio. Cada uno mira en una
dirección distinta, sin revelar nada sobre sí mismos.
Rodrigo Fresan. Amos y criados. Suplemento RADAR de
Página 12, 18/01/2004
National Portrait
Gallery, London, Wikipedia. https://en.wikipedia.org/wiki/National_Portrait_Gallery,_London
Below Stairs.
National Portrait Gallery. London. http://www.npg.org.uk/business/publications/below-stairs.php
Gracias, Ricardo !
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