En
1745 en Francia se inició un fenómeno que revolucionaría las ideas del país y
se extendería al resto de Europa. Fue promovido por un grupo de escritores y
filósofos conocidos como los iluministas. Los iniciadores fueron Denis Diderot
y Jean le Rond D’Alembert y con ellos colaboraron, entre otros, Jean Jacques
Rousseau y Francois Arouet, quien después de asistir a las veladas filosóficas
y literarias de la escritora y cortesana Ninon de Lenclos, se transformó en
Voltaire.
Ninon de Lenclos Francois Arouet (Voltaire)
Así como la Reforma protestante caló hondo en
las sociedades del siglo XVI, este grupo de intelectuales creó la Enciclopedia (Encyclopédie ou Dictionnaire raisonné de sciences, des arts e des
métiers…el título sigue), el más famoso de todos los experimentos en la
popularización del conocimiento.
Contribuyó a borrar el viejo orden y preparó
el camino para la Revolución Francesa. Su intención fue recopilar todo el saber
alcanzado hasta la época. En filosofía rescataron los tratados de Bacon,
Descartes, Hobbes, Locke, Spinoza y otros. En ciencias difundieron los
revolucionarios avances de Copérnico, Vesalio, Kepler, Galileo y Newton. También
informaron de acontecimientos históricos, invenciones, descubrimientos y la
exploración de la tierra por los navegantes. Los temas se extendieron a la
música y otras artes. El objetivo primordial era despertar a la sociedad de los
resabios del oscurantismo medieval y llevarle el conocimiento, reemplazando la
religión por la ciencia y los sacerdotes por los filósofos, al menos en las
clases cultas.
Como la mayoría de las obras consultadas por
los autores de la Encyclopédie estaban
en el Index Librorum Prohibitorum y
además, le declararon la guerra a los mitos, los dogmas y las supersticiones,
muy pronto tuvieron que enfrentarse con la Iglesia que por entonces, estaba
fuertemente unida a la monarquía.
El primer problema que se debió resolver, fue
el financiamiento y para ello se recurrió a suscriptores, lo que permitió sacar
el 28 de junio de 1751 el primer volumen cuyo aspecto más destacado fue el Discours préliminaire, escrito por
d’Alembert, donde realizó una clasificación del contenido de la Encyclopédie y cuyas páginas fuero
alabadas por los literatos de la época como uno de los trabajos más luminosos,
sólidos y mejor escritos surgidos de la lengua francesa.
Jean le Rond d'Alembert
Era d’Alembert un maestro de la prosa, pero
vivía en una pobreza estoica. Cuando Voltaire en una ocasión le describió el
majestuoso panorama que se apreciaba desde su mansión, d’Alembert contestó: “Me
escribe desde su cama que le permite ver diez leguas de lago, y yo le contesto
desde mi agujero desde el que domino un trozo de cielo”.
El Volumen I no fue visiblemente
antirreligioso y los jesuitas le dieron una cordial bienvenida. Los filósofos
además tuvieron la suerte de que el censor jefe de publicaciones Guillaume de
Malesherbes, no solo fuera tolerante sino que abrazó con entusiasmo la
publicación de la Encyclopédie. Sin
embargo, cuando surgió el Volumen II, uno de los artículos había sido escrito
por un conocido crítico de la Iglesia y esto hizo subir el clamor contra la
obra. El arzobispo de París, la condenó y el Consejo de Estado prohibió su
ulterior venta o publicación.
Guillaume de Malesherbes
Gracias a las presiones y gestiones ejercidas
por Malesherbes, algunos nobles y madame de Pompadour, se logró que el Consejo
revirtiera la orden de prohibición. De todas estas influencias, fue sin duda la
participación de la Pompadour que con su irresistible belleza y poder de
seducción, convenció a su amante el rey Luis XV para que revirtiera la sanción.
Esta marquesa era una apasionada por las artes y las letras y su influencia
sobre el rey era total, sin ella el destino de la Encyclopédie hubiera sido incierto. El artista Quentin de la Tour
la llevó al lienzo donde se la ve sentada y a su costado se encuentra una mesa
con varios tomos de la obra.
Jeanne-Antoinette Poisson marquesa de Pompadour
Lentamente fueron surgiendo los volúmenes V y
VI, hasta que salió el volumen VII que provocó otro estallido de furor. Se
debió a un capítulo de d’Alembert quien se salió de su tema, que eran las
matemáticas y representó al clero calvinista desechando la divinidad de Cristo.
Esta vez, además del clero católico de París, se le echó encima la iglesia de
Ginebra. Varios escritores fueron encarcelados y d’ Alembert quedó tan
impresionado que cortó sus relaciones con la Encyclopédie.
Voltaire por su parte aconsejó a Diderot que
abandonara la obra, ya que estaría bajo una censura que anularía su valor para
combatir el dominio de la Iglesia sobre la mente francesa. Varios de los
colaboradores se negaron a entregar nuevos artículos y Diderot cayó en un
profundo desánimo. “Apenas hay un día –escribió- en que no sienta la tentación
de irme a vivir en la oscuridad y la tranquilidad en lo más hondo de mi
provincia de Champaña”. Sin embargo, no estaba dispuesto a rendirse, ni
siquiera cuando surgieron diversos libelos atacando la obra.
A esta altura de la situación también
Rousseau, que había contribuido con artículos sobre música, abandonó el barco.
En marzo de 1758 el Consejo de Estado proscribió completamente la Encyclopédie; no se imprimirían nuevos
volúmenes y ninguno de los existentes podría ser vendido. El edicto explicaba
que las ventajas científicas y culturales que se podrían obtener de su lectura,
jamás compensaría el irreparable daño que causaría sobre la moral y la
religión.
Denis Diderot Jean-Jacques Rousseau
Paradójicamente quien salvó a la obra de su
destrucción fue Maleshebres que en lugar de censurar la publicación, le
advirtió a Diderot que allanarían su casa y confiscarían los manuscritos y que
él se ofrecía para resguardarlos. Al mismo tiempo le aconsejó que se alejara
por un tiempo de París hasta que amainara la tormenta. Diderot obedeció.
De regreso en París el clima hostil contra la
Encyclopédie, había amainado considerablemente y como suele suceder en
cualquier época de la historia cuando se persigue un escrito, aumenta la avidez
por su lectura, y esto ocurrió con la obra así como el número de suscriptores.
Primero d’Alembert y después Voltaire volvieron al redil y siguieron trabajando
en los próximos volúmenes. Tanto Federico II de Prusia como Catalina la Grande de
Rusia, que pasaron a la historia como los déspotas ilustres, se ofrecieron a
financiar la obra y darle todo su apoyo. En 1765 apareció el volumen XVII, que
sería el último más 11 volúmenes de láminas.
La Encyclopédie,
fue la empresa editorial más extensa que se haya conocido hasta entonces y
abarcaba todas las disciplinas. Actualmente su contenido está anticuado, porque
la gran mayoría de las áreas involucradas, sufrieron avances considerables en
los siguientes siglos. Los conceptos erróneos son numerosos, pero hay que tener
en cuenta la época en que fue escrita. Will y Ariel Durant, en su libro La edad de Voltaire, señalan serios
defectos intelectuales en la obra y destacan que los colaboradores tuvieron una
opinión demasiado sencilla de la naturaleza humana y una visión demasiado
optimista de como los hombres utilizarían el saber que la ciencia les estaba
procurando. Pero para llegar a la conclusión de que los científicos, en un
porcentaje muy alto, no analizan ni asumen responsabilidad alguna cuando sus
invenciones son utilizadas para dañar, destruir o subordinar al ser humano,
había que esperar los siguientes siglos particularmente el siglo XX.
Tres años después, en 1768, surgió la Encyclopaedia Britannica que adoptó el
método de actualizarse periódicamente a través de 16 ediciones hasta 2012 en
que dejó de salir en papel y pasó a la forma digital. No produjo efectos
revolucionarios como la Encyclopédie,
pero conserva la ventaja de ser un material de consulta con plena vigencia.
Diderot tuvo la sinceridad de admitir que la
obra tenía defectos y escribió que: “La primera edición de una enciclopedia no
puede ser más que una compilación mal hecha e incompleta”. Aun así, la Encyclopédie se diseminó por toda Europa
y Rusia, particularmente en los centros intelectuales. Fueron reimpresos en
diversos países e ingresaron a Francia en ediciones piratas. Se realizaban
reuniones de académicos e intelectuales para estudiarla y comentarla. En los
Estados Unidos, Thomas Jefferson la adquirió y la difundió.
La Encyclopédie,
fue un viento fresco que enfrentó al dogma, inspiró la investigación y alteró
todas las tradiciones. Fue la revolución antes de la Revolución.
Will
y Ariel Durant. La edad de Voltaire. Editorial Sudamericana; Buenos Aires 1973,
pag.155-172.
Dietrich
Swantich. La cultura. Todo lo que hay que saber. Taurus, Buenos Aires 2002.
Hola Ricardo.
ResponderEliminarMe encantó tu trabajo sobre la enciclopedia francesa. Te felicito profundamente.
Hace tiempo que no nos vemos y me gustaría contarte en lo que estoy trabajando.
Podemos tomar un café uno de estos días?
Un abrazo.
Muchas gracias CARISSIMO AMIGAZO, EXCELENTE TRABAJO!!!!
ResponderEliminarABBRACCIONE!!!!!
Interesante u completo. Aportaciones al conocimiento.
ResponderEliminarMuy buen resumen de un tema que conocía poco. Me dio ganas de seguir leyendo sobre estos escritores.
ResponderEliminarGracias
gracias, muy interesante su trabajo, me ha ayudado mucho para mis tareas. bendiciones.
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