En junio de 1875, Flora Wellman llegó a la
conclusión de que estaba embarazada, y le transmitió la noticia a su pareja
Wiilliam Channey, quien le exigió que abortara porque no pensaba hacerse cargo
del futuro vástago. Desesperada, Flora intentó matarse, pero la bala del
revólver esquivó zonas vitales y 7 meses más tarde nació John Griffith
Chaney, quien al poco tiempo recibió el apellido London, el nombre de la nueva
pareja de Flora. Desde su etapa intrauterina hasta el término de sus días, la
vida de Jack London estaba destinada a ser turbulenta, arriesgada y, sobre todo,
en extremo aventurera.
No había cumplido 20 años y ya tenía un bagaje
de múltiples experiencias que le servirían más adelante para recrear los
personajes de sus novelas. Sus actividades fueron tan dispares como buscar
ostras con una chalupa en la bahía de San Francisco, enrolarse como grumete en
un viaje a Japón, trabajar en varias fábricas, palear carbón hasta que el
cuerpo le dijo basta y finalmente terminar un mes en la penitenciaría de
Buffalo del estado de Nueva York por vagabundo.
Jack London (1876-1916)
A mediados de 1897, con 21 años y una rica
experiencia de convivencia con personajes de todo tipo, London se enteró de la
fiebre del oro que se había generado ante el descubrimiento de yacimientos en
el Klondike, una región en el territorio de Yukón del nordeste canadiense, y
decidió probar suerte. Allí adquirió el concepto de la supervivencia del más
fuerte, el de mayor experiencia y el de mayor astucia. Porque así era la vida
en el Klondike, bellamente descrito en sus obras donde el mínimo error
significaba la muerte.
London regresó a California débil, enflaquecido,
con varios dientes menos por el escorbuto y marcas indelebles en el rostro que
le recordarían su etapa del ártico, pero con la mente llena de ideas que serían
la fuente de sus mejores novelas.
Mientras recuperaba su salud se dedicó a un voluntarioso período
de formación intelectual que incluyó obras de todo tipo como Kipling, Spencer,
Darwin, Stevenson, Malthus, Marx, Poe, y, sobre todo, la filosofía de Nietzsche.
De Darwin y de su propia experiencia entre los hielos, adquirió la doctrina de
la supervivencia del más apto, mientras que Nietzsche lo convertiría en una
mezcla de socialista y fascista ingenuo. En el centro de su cosmovisión estaba el principio de la lucha
por la vida y de la de los más fuertes, la doctrina del superhombre.
Es un placer leer la prosa sencilla y directa de London que
posee la virtud de introducirnos de lleno en el relato, la imaginación vuela y
trata de armar la situación que está viviendo el personaje, sus miedos y su
lucha para sobrevivir. Nos imaginamos perfectamente el bosque helado y hasta
parece sentirse el frío punzante del lugar.
El cuento To
build a fire (Encender un fósforo) relata las penurias de un viajero, que durante su travesía, lanza un escupitajo y la saliva hace un ruido seco contra el suelo,
señal de que se congeló en el trayecto. El hombre sabe que eso significa que la
temperatura oscila alrededor de los 50 grados bajo cero y entra en pánico. Trata de encender un fuego, pero siente las manos entumecidas que parecen no
formar parte de su cuerpo, entonces recuerda que alguien le había dicho “nunca
hay que viajar solo en esas condiciones”.
Se sienta junto a un árbol y un sueño
placentero comienza a envolverlo, mientras el cuerpo se le va poniendo rígido.
El perro que lo acompaña se le acerca y al captar el olfato de la muerte da un
salto hacia atrás y regresa trotando al campamento.
Este es uno de los cuentos donde London también
resalta la capacidad de los perros esquimales para sobrevivir en circunstancias
donde el hombre suele fracasar, y se nota en los relatos, su admiración por el
instinto de supervivencia, heredado a través de generaciones de esa raza canina.
Sus novelas sobre el Ártico como El silencio blanco, El hijo del
lobo, El llamado de la selva y Colmillo blanco, se transformaron en best sellers
y London con 30 años de edad, se convirtió en el primer novelista millonario.
En
cualquier parte del mundo, es difícil encontrar algún aficionado a la lectura
que no haya leído Colmillo blanco. Sus cuentos breves son obras
maestras, que impusieron un estilo en una época en la que el género
prácticamente recién nacía.
Primera edición de White Fang (Colmillo blanco) por Macmillan Company en1906
También incursionó en los aspectos sociales y la política de su
país con obras como El
pueblo del abismo, Guerra de clases y Revolución y otros ensayos,
pero el establishment se encargó de que la sociedad lo conociera solo como
el escritor de los perros.
En
este comportamiento hay que admitir que el sistema no estaba del todo equivocado
ya que London era un extremista donde su socialismo perseguía un rígido apartheid. Sostenía que todo
grupo étnico, debía ser subyugado o exterminado. “La historia de la
civilización es una historia de un vagabundeo con la espada en la mano de razas
fuertes, abriendo el camino y limpiando a los débiles, los que menos encajan”,
decía sin ruborizarse.
Su obra decayó en los últimos años de su vida, a causa del
alcohol y de múltiples problemas de salud. London era un hombre acabado y su
riqueza no le servía para seguir viviendo en este mundo en el estado físico en
que se hallaba. Él, que amaba el prototipo de superhombre, no estaba dispuesto
a ser una piltrafa humana. El 22 de noviembre de 1916, hallaron el cuerpo sin
vida en su residencia de 400 hectáreas. El diagnóstico del forense fue
sobredosis de morfina.
En El último lector
(Anagrama), Ricardo Piglia rescata una escena de la vida de Ernesto Ché Guevara,
sobre la que Cortázar había llamado la atención. El 2 de diciembre de 1956, los
82 hombres que acompañaban a Fidel Castro desembarcaron en una zona pantanosa
de la costa cubana. El grupo había sido delatado y fueron atacados por las
fuerzas de Batista. Quedaron 12 sobrevivientes, entre ellos el Ché malherido.
Pensando que se moría recordó haber leído cuentos que le dieron fuerzas para
seguir luchando hasta ver el triunfo de la revolución. Eran relatos sobre la
lucha por la supervivencia y su autor era Jack London.
Johan
Hari. Fábula del perro solitario y del socialista indignado. Página 12,
29/08/2010.
Como
un personaje de London. Página
12, 08/10/2007.
Great Short Works of Jack London.
A Prennial Classic. New Yrok 1970.
Nora Dottori. Selección y notas de La Ley de la Vida y Otros Cuentos. CEAL Argentina 1981.
MUUUUCCCHHHAAS GRACIAS: ""AMIGAZO!!!
ResponderEliminarEXCELENTE MATERIAL-
ABRAZO!!!