Este
relato sobre la vida de Charles Chaplin no pretende ser exhaustivo. Para el
lector que quiera incursionar en su vida familiar y sus diversos matrimonios recomiendo
su autobiografía que es excelente. Aquí voy a desarrollar sobre cómo nació el personaje,
sus películas, su filosofía de vida y los conflictos por razones políticas que
tuvo con el gobierno de Estados Unidos.
Charles Chaplin (1889-1977)
Decir
que Charles Chaplin tuvo una infancia dura sería emplear un término benévolo. En
el Londres de finales del siglo XIX la vida era muy difícil y más para sus
padres, artistas del music-hall que
vivían precariamente, pero la situación del muchacho empeoró al morir su progenitor
de cirrosis alcohólica cuando él tenía 12 años.
Ya por entonces su madre
Hannah, entró en un estado de desnutrición grave por privarse de alimentos para
que sus dos hijos Charles y Sydney comieran. Esto le produjo varios episodios
demenciales que requirieron internación en institutos públicos de salud mental.
El niño Chaplin en
Inglaterra
Chaplin
se volvió un vagabundo que pernoctaba donde podía, incluyendo asilos y escuelas
para huérfanos. Pero él estaba decidido a ser actor y después de incursionar en
compañías menores logró ingresar, gracias a su hermano Sydney, a la empresa
teatral de Fred Karno.
Su primera actuación en la comedia “El partido de
fútbol” mostró las dotes incipientes del que se transformaría en el genio del
arte escénico. A partir de ese momento, si bien su economía era ajustada, nunca
más volvería a conocer la miseria.
Con
Karno realizó una extensa gira por Estados Unidos con resultados variables,
pero en una de las salas de Nueva York donde actuó, asistieron dos personajes
que cambiarían su futuro, uno era Mack Xennett, presidente de la firma
cinematográfica Keystone y su ayudante Mabel Lombard.
Keystone producía cortos
del cine mudo donde abundaban las acciones de
bañistas y policías, basados en corridas, gesticulaciones exageradas, palos y
peleas con tartas de crema. Xennett y Lombard
coincidieron en que Chaplin se ajustaba al estilo que a ellos les estaba dando
buenos resultados.
Es así que
en el segundo viaje que la compañía Karno realizó a Estados Unidos, recibió un
telegrama para que se presentara en los estudios Keystone en California. Si el
encuentro con Karno lo sacó de la pobreza, el ingreso a Keystone lo llevó a la
fama y a una riqueza como jamás hubiera imaginado. Era el año 1913 y Chaplin
tenía 24 años.
Chaplin en los tiempos en que ingresó a la compañía de Max
Xennett
Sin embargo
faltaba el personaje y este nació cuando Chaplin ingresó al vestuario de la
empresa. Decidió vestirse en un estilo rayano en lo ridículo: pantalones
excesivamente amplios, grandes zapatos y saco muy ajustado. Completó su atuendo
con un sombrero derby y un bastón flexible. Al rostro solo le agregó un fino
bigotito para parecer más grande de lo que era. Había nacido Charlot, el
vagabundo aventurero de decisiones rápidas, mezcla de pícaro y romántico y de
gran corazón.
En muy poco tiempo esa figura daría la vuelta al mundo, se haría
famosa en todos los continentes y figuraría en posters, tapas de revistas, muñecos,
vasijas, tatuajes y remeras.
Charlot
Charlot fue
un personaje que no salió del cine mudo, Chaplin sabía que si hablaba perdería
su encanto y se negó a todas las sugerencias para que ingresara en la
filmografía parlante. Los largos metrajes de aquella época fueron éxitos
rotundos y por razones de espacio se describirán solo El Pibe y Tiempos
Modernos.
El Pibe (1921)
En
general Chaplin siempre sacaba alguna idea ocurrente dela galera para el guión
de sus películas, pero había ocasiones en que las musas no lo acompañaban y se
pasaba días refunfuñando, deprimido e irascible. En una de esas circunstancias
decidió ir al teatro para distraerse.
En escena estaba un bailarín algo
excéntrico, nada extraordinario, pero que al término de la función hizo
ingresar a su hijo de solo 4 años para que lo acompañara en su saludo al
público. El niño por su cuenta improvisó varios pases de baile que hizo
estallar de risa y aplausos a la audiencia. Chaplin quedó fascinado con la
personalidad del pequeño actor y movió cielo y tierra hasta lograr hacerlo
participar en la película El Pibe (The
Kid), una de sus más grandes producciones donde seguramente se inspiró y
revivió los años miserables de su infancia.
El Pibe es una película sobre la vida en los
callejones y en los inquilinatos de las grandes ciudades. A merced de los
azares del destino queda tirado en cualquier basurero de barrio, un bebé
abandonado por su madre en un arrebato de desesperación. Ella se arrepiente,
pero ya es tarde para detener la cadena de eventos imposibles que llevan a que
el niño caiga en manos de Charlot, el vagabundo, quien al principio se resiste
a mantenerlo.
El guión salta 5 años
y el niño (Jackie Coogan), que tiene esa edad, ya es un compañero inseparable
de Charlot. Se suceden múltiples aventuras donde se destaca la
escena dramática en que el pibe es arrancado violentamente de los brazos de Charlot y llevado en una camioneta hacia
el orfanato. El vagabundo se desplaza por los techos y cuando el vehículo pasa
frente a él cae dentro de la camioneta y lo recupera. Finalmente, su madre
(Edna Purviance), convertida en una famosa actriz se reencuentra con el pibe en
un final feliz.
En esta
producción Chaplin es guionista, productor, director y co-protagonista, le
costó medio millón de dólares y 18 meses de trabajo, pero formó parte de los
más grandes éxitos de su carrera.
Escenas clásicas de El
Pibe
Por
entonces Chaplin estaba en tratativas de divorcio de su primera esposa Mildred
Harris, quien durante el juicio intentó a través de sus abogados apoderarse de
la película. Con dos ayudantes Chaplin se dirigió en auto a Salt Lake City con
todos los rollos del film. En el hotel estuvieron varios días cortando y
uniendo las partes hasta que una vez terminada esta etapa de la producción, la
exhibieron en un teatro de la ciudad a sala llena. El público rió, lloró y
ovacionó la película.
Han pasado 95 años y todavía hoy se puede apreciar el
clásico poster del gran cómico junto con el pibe, sentados en el umbral de una
puerta, absortos y pensando cómo sobrellevar el resto del día.
Tiempos modernos (1936)
Esta
película es un alegato lapidario contra el capitalismo salvaje, que Chaplin, siendo
hombre muy ilustrado y de gran intuición, percibió inmediatamente el rumbo
despiadado que tomaba la relación entre patrones y obreros en los Estados
Unidos.
La
primera escena de la película es la aguja de un gran reloj que gira hasta
llegar a las 6 y una muchedumbre que emerge de la boca del subterráneo y se
dirige a la fábrica formando una fila. Todos los obreros son iguales, no hay
sutilezas y trabajan para obtener los medios básicos para subsistir. El obrero
profesional es sustituido por el obrero masa recién inmigrado y no organizado y
Charlot es uno de los tantos que trabaja en la línea de montaje. Su actividad
consiste en ajustar tuercas que se van deslizando por una cinta sinfín. Tiene
que moverse rápido, de lo contrario el obrero que le sigue va a martillar una
tuerca que no está ajustada.
En la línea de montaje
La
escena es cruel e inhumana para el espectador, que imagina esta actividad
robótica de Charlot durante horas. Pero Chaplin le pone más dureza a la
situación al incorporar en la escena al empresario. Éste se encuentra en un
escritorio con vidrios blindados que impiden que el ruido de las máquinas
llegue a sus oídos. Cada tanto mira una serie de pantallas que muestran los
distintos tramos de la actividad. Considera que la producción está atrasada y
le ordena al capataz que aumente la velocidad de la línea de montaje.
Charlot
pierde el ritmo y es sacado del lugar, pero se encuentra alienado y sigue
moviendo los brazos como si continuara ajustando tuercas. Una vez en la calle
ve a una señora con grandes botones en el saco y los confunde con tuercas, lo
que genera una respuesta violenta de la mujer.
Chaplin se adelantó a Fellini en
el estilo tragicómico, hay escenas hilarantes y otras cargadas de dramatismo.
Como
compañera de Chaplin actuó Paulette Godard que junto con Charlot configuran el
papel de una pareja que no encaja en esa sociedad y vive al borde de la
miseria. Por entonces Godard se había convertido en la tercera esposa del
genial actor.
Por
la gran actuación de Chaplin, por su creatividad y sobre todo por la denuncia
de las condiciones laborales, Tiempos
modernos no solo no sufrió deterioro alguno a lo largo de las décadas y pese
a ser una versión muda, forma parte de las grandes obras de la cinematografía
universal.
Las películas sonoras: El
gran dictador (1940)
Cuando
se estrenó El Gran Dictador, Hitler
ya estaba en el poder, Europa estaba en guerra, Polonia había sido invadida,
Francia acababa de capitular y Goering se aprestaba a iniciar los bombardeos
sobre Londres.
A todo esto, la sociedad norteamericana estaba sumida en un
letargo casi indiferente, Hitler era anticomunista, se lo consideraba una
barrera contra la Unión Soviética y además estaba lejos. Incluso un sector
importante de la población miraba al nazismo con simpatía.
Sin
embargo, el agudo olfato de Chaplin había detectado la terrible amenaza de la
dictadura nazi, desde que Hitler subiera al poder. La propaganda alemana en
Estados Unidos era muy fuerte y se ignoraba el destino atroz que estaban
sufriendo los judíos y otras etnias en los campos de concentración.
Chaplin
se jugó a fondo y decidió hacer una parodia de Hitler. El riesgo era grande por
dos motivos: era la primera filmación sonora que emprendía y con eso daba por
finalizada su experiencia en el cine mudo donde jamás dejó de tener éxito. Pero
tanto o quizás más importante era el momento histórico en que realizó su obra.
En
El gran dictador Chaplin se propuso
desenmascarar a ese personaje siniestro ridiculizándolo, y nadie mejor que él
para alcanzar ese objetivo. Pero también quiso llamar la atención sobre el
lenguaje político de Hitler, una mezcla de slogans, palabras vacías y cargadas
de amenazas.
Las multitudes quedaban impactadas ante la gestualidad histriónica
del Führer y la sonoridad de sus discursos
que por momentos se transformaban en alaridos. El pueblo alemán estaba fascinado
por el ritmo y la sonoridad de sus frases, que por sus significados, se trataba
de pura manipulación, de disciplinamiento social que el régimen manejaba con
increíble destreza. Así pues, Chaplin tuvo la genialidad de retratar dos de los
rasgos más característicos del fascismo en general y del nazismo en particular:
represión y manipulación.
El Gran Dictador
Cuando Chaplin estrenó El gran dictador las reacciones
no tardaron en llegar. Los ataques más virulentos provinieron de la cadena de
periódicos de William Randolph Hearst, decididamente pro-germánicos. La Liga
Nacional de la Decencia, por su parte, incitó a que se prohibiera una película
que, en su opinión, era indecente. En 1941 el Senado Norteamericano creó un
subcomité, que recomendó la prohibición, entre otras, de El gran dictador que,
según ellos, incitaba a la guerra.
Poco
a poco se fue formando contra Chaplin la imagen de que era comunista. Fue una
maniobra perversa en la que participaron muchos envidiosos de su éxito y su
talento, más los idiotas útiles que asimilaron sin capacidad de análisis, las
informaciones tendenciosas de no pocos medios.
Oona O’Neill (1925-1991), su última y definitiva esposa
Chaplin
nunca fue comunista y era apolítico, pero realizó una intensa campaña para que
los aliados abrieran un frente occidental y frenaran el desangrado que estaba
sufriendo la Unión Soviética luchando sola, ante la pasividad de los Estados
Unidos. En sus discursos sobre la guerra dijo una frase emblemática: “El futuro
de la democracia se está jugando en las estepas rusas”.
Cuando
los Estados Unidos entraron en la guerra después del ataque japonés a Pearl
Harbor en diciembre de 1941, cambió súbitamente el estado de ánimo de la
sociedad norteamericana y El Gran
Dictador inició una larga serie de exhibiciones exitosas. En algunos países
como España, se pudo ver recién en 1976 después de la muerte del dictador
Franco.
Cuando
sobrevino el macartismo, el país entró en una psicosis colectiva y finalmente,
el Director del FBI John Hoover, quien desde hacía varios años se la tenía
jurada a Chaplin, impidió su reingreso a los Estados Unidos cuando volvía de
Inglaterra para el estreno de Candilejas.
Mientras tanto, su incursión en el cine sonoro fue tan exitosa
como en el mudo lo que demostró la versatilidad creativa de Chaplin. Entre esas
filmaciones se destaca Monsieur Verdoux,
una obra de arte que sigue siendo analizada por los grandes directores
contemporáneos.
En 1972, regresó a Estados Unidos para recibir un homenaje de
la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas donde se le otorgó el premio
Oscar Honorífico ante una audiencia que lo aplaudió de pie durante 12 minutos.
Chaplin que tenía 83 años solo atinó a decir: «Las
palabras parecen tan insignificantes, tan inútiles. Sólo puedo decir que...
gracias por el honor de ser invitado aquí, y... ¡oh!, son gente maravillosa y
dulce, gracias».
Charles Chaplin. Autobiografía. Pocket Books, New York
1966.