Se
acaba de celebrar el 25 aniversario de la caída del muro de Berlín y con él
cayó el régimen soviético hundido, en gran parte, por sus propios errores. Tres
estadistas pusieron todo su empeño para terminar con el poderío ruso: Ronald
Reagan, Margaret Thatcher y el Papa Juan Pablo II. Los dos primeros lo hicieron
impulsados por una ideología económica neoliberal a ultranza, mientras que el
tercero lo hizo llevado por su fundamentalismo religioso y su rechazo visceral al
comunismo. Hacer click aquí para ver: Margaret Hilda Roberts
Los artífices de la
revolución neoliberal
Muchos
vieron en este acontecimiento el advenimiento de un mundo más libre, más
pacífico y más ecuánime. El comunismo había fracasado, los politólogos cantaban
odas sobre los beneficios de la libre circulación del mercado. Correspondía y
era coherente pensar de esa forma ¿Qué otra cosa podía producir la caída del
muro que no fuera altamente positiva?
Nadie
prestó atención a una frase premonitoria y de antología que lanzó uno de los
consejeros de Gorbachov al mundo occidental cuando se desmoronó la Unión
Soviética: “Les haremos el peor de los favores: vamos a dejarlos sin enemigo”.
Pocas veces una advertencia tuvo tanto acierto. El mundo occidental bajo la
hegemonía de Estados Unidos, ya con las manos libres de la necesidad de
continuar un duelo armamentista descontrolado, se lanzó a un esquema de
liberalismo a ultranza donde la especulación y una codicia ilimitada destruyó
todas las esperanzas de bienestar que se habían forjado quienes creyeron en un
mundo mejor.
La transformación que liberó a los
pueblos de Europa del Este de la dictadura comunista, derivó en un nuevo orden
mundial deshumanizado, individualista a ultranza donde una sola potencia,
Estados Unidos, maneja el modelo, con el agravante que lo hace pésimamente.
Caída del muro
Ya no hay guerra fría, pero la OTAN siguió creciendo como si la
amenaza de la Unión Soviética persistiera intacta. Se diseminaron las guerras
focales utilizando la excusa de eliminar dictaduras desestabilizantes, pero el
país del norte se comporta como un elefante en un bazar y deja tras su paso,
ciudades arrasadas, conflictos de facciones y gobiernos títeres tan
impresentables como los que sacó.
Los ricos son cada vez más ricos y una fracción minúscula de
habitantes amasa más dinero y poder que el resto de la población del planeta.
Los bancos, los fondos de inversión y oscuras entidades supranacionales, se
transformaron en usureros despiadados que se han posicionado por arriba de los
gobiernos y de las legislaturas y el ciudadano común toma conciencia de que el
político a quien votó para gobernar, es inoperante o le dio la espalda y responde a esas
estructuras financieras. Porque cuando en Europa cae un banco, el Estado le
inyecta el dinero necesario para su recuperación, pero nada hace por los
ciudadanos que perdieron sus hogares y puestos de trabajo. El Papa Francisco se refirió a este capitalismo salvaje y los miembros de tea party ya lo acusaron de pro comunista.
Estos nuevos poderes que hoy manejan el mundo, son también dueños
de los principales medios de comunicación y por lo tanto la información que
generan es sesgada, ocultando o minimizando los nefastos resultados de un
neoliberalismo en estampida. Atacan a los gobiernos que se resisten a ser
estados prescindibles y tienen la pretensión de regular el mercado a costa de la
salud, la educación, el bienestar social y el ecosistema, aspectos que los
estadistas europeos han olvidado y que son los pilares de toda gestión
gubernamental. Porque la democracia es mucho más que una
institución, no se limita a votar cada 4 o 5 años o elegir un nuevo parlamento.
Esa es la manera liberal de la democracia, fosilizada, la del estado bobo
llevado a su mínima expresión.
Como
lo señaló el vicepresidente de Bolivia Álvaro García Linera, “la democracia es
práctica, es acción colectiva”. Varios países de América
latina tienen este concepto de una democracia participativa, e intentan formar
un bloque que fue iniciado por Néstor Kirchner y Hugo Chávez, un fenómeno
maravilloso que nos permitió despegar de la agobiante influencia de Estados
Unidos y decidir sobre nuestros propios mercados y políticas de desarrollo. El
rechazo al ALCA del cual se cumplió recientemente un aniversario, fue un punto
de inflexión en la historia del continente. Los medios hegemónicos al servicio
de los intereses especulativos, especialmente si son extranjeros, pusieron el
grito en el cielo cuando el ALCA quedó enterrado por la decisión de los
presidentes Néstor Kirchner, Hugo Chávez, Evo Morales, Lula da Silva y Tabaré
Vázquez.
El columnista Morales Solá, del diario La Nación, en aquella
oportunidad desbordó indignación en su columna por
lo que consideraba un desplante a George Bush, como si se tratara de un
estadista respetable y no del patán, que desequilibró la paz mundial, hizo
jugosos negocios con la invasión de Iraq y arrastró a su país a la crisis
económica más grave después del big crash de 1929. Ver A seis años del no al ALCA
Los protagonistas del entierro del ALCA:
Chávez, Kirchner y Lula
A semejanza de Europa, en América latina
los medios hegemónicos sirven a las grandes corporaciones y se podría decir,
sin caer en exageración alguna, que Estados Unidos puede prescindir de su
embajada en Argentina. Los diarios La Nación y Clarín, junto con varios
economistas locales, la suplantan magníficamente haciendo lobby y defendiendo a
capa y espada a las empresas norteamericanas que la AFIP sanciona por
irregularidades comerciales como recientemente con Procter & Gamble.
En Brasil, la revista Veja, el equivalente a Noticias por estos pagos, rompiendo las normas más elementales de la veda electoral el día antes de las elecciones, lanzó un número con falsas acusaciones contra Dilma y Lula.
En Brasil, la cadena O Globo y la
revista Veja, trataron de boicotear hasta último momento la candidatura de
Dilma y en nuestro país, la prensa equivalente, pone todo su esfuerzo para que
la presidenta Cristina se retire desacreditada en 2015. Hasta ahora ambos
fracasaron.
Por lo tanto, las esperanzas puestas en
un mundo mejor ante la caída de la Unión Soviética cuya carta de presentación
fue el derrumbe del muro, quedaron arrasadas por la recesión, el ajuste y la
desocupación, producto de la política de volcar el dinero a la producción de más
dinero, en lugar de servicios, inversiones genuinas y programas propios de un
estado benefactor.
El muro de Berlín ya no existe, pero no
era el más emblemático ni el peor, eso sí, la propaganda de occidente lo
resaltó en forma permanente, mientras que se cuidó de ocultar otros muros igualmente
infames. Veamos los siguientes ejemplos:
La barrera entre México y Estados Unidos
Estados Unidos-México. El que separa a estos dos países tiene
3200 kilómetros (el de Berlín tenía 155 km), tratando de atravesarlo murieron,
según cálculos oficiales, más de 10.000 personas (en el de Berlín murieron
136). Es decir que cada alemán muerto equivale a 73 mexicanos y ni aun así son
noticia.
El muro de la Franja de Gaza, edificado por Israel dentro de
territorio palestino, tiene comprimido a todo el pueblo de la Franja como un
sandwich contra el mar. Como cuenta con la aprobación del imperio yanqui, del
tema casi no se habla.
Ceuta y Melilla. Para evitar la entrada masiva de
inmigrantes africanos, España construyó a finales de los 90 dos barreras físicas
en Ceuta y Melilla. La inclusión de cuchillas que generan heridas profundas ha
sido uno de los aspectos más condenados de este muro, formado por dos vallas de
seis metros de altura y un tendido de alambre tridimensional intermedio de tres
metros.
Inmigrante africano con las
manos laceradas por las cuchillas del muro de Ceuta y Melilla
India-Pakistán. Muros, alambradas o fortificaciones se
extienden por casi la mitad de los 2.900 kilómetros de línea fronteriza, una de
las más calientes del planeta.
El Muro de Berlín se derrumbó y creó un espacio de libertad para
los alemanes que vivían en la zona comunista. Su derrumbe también permitió el escape de una
libertad global carente de adversarios, donde actúa sin restricción un
sistema liberal depredador de la naturaleza y de la condición humana.
Eduardo
Febbro. El mundo deshizo las promesas. Página 12, 09/11/2014.
Luisa
Corradini. Las promesas incumplidas del nuevo amanecer. Suplemento Enfoques de
La Nación, 09/11/2014
Eduardo
Aliverti. Sirvientes. Página 12, 10/11/2014.
Atilio
Borón. El mundo de Berlín y los otros. Taringa! http://www.taringa.net/posts/info/18259682/El-Muro-de-Berlin-y-los-otros.html
excelente nota!
ResponderEliminarBrillante reseña Ricardo, me hizo acordar a un poema de Frost sobre la tragedia de los muros
ResponderEliminarEste comentario no sirve para nada sin aclarar de quién y de qué poema habla en caso de que alguien lo buscare
EliminarRobert Lee Frost (San Francisco,1874 - Boston, 1963) poeta estadounidense.
Reparar el Muro
Si me aclara para que ponen tantas trabas para un comentario se lo agradeceré. Lo perjudica al divino botón.
Los muros no resuleven los problemas, los emeporan, generan odio, discriminación y resentimiento
ResponderEliminarEvidentemente no me equivoqué sobre el sesgo que presentía en su artículo. No encontré ninguna mención a lo que era la vida en la Berlín partida de aquellos días, ninguna de las infinitas historias de tregedias de numerosas familias destruídas en intentos de fuga de la opresión comunista.
ResponderEliminarCiudadanos que sufrieron la encarcelación y en muchísimos casos torturas de la nefasta STASI, tan tristemente célebre como la KGB soviética.
No lo ví ilustrado con la célebre foto del soldado alemán oriental, Conrad Schumann, saltando el alambrado con su fusil, escapando de aquella opresión.
Tan solo ví una serie de diatribas hacia los americanos, ingleses e, increíblemente también contra el Papa Pablo II, acusándolo de “fundamentalista relifgioso”.
Respecto al muro de la Franja de Gaza, que menciona, me vuelve a la cabeza lo del "estallido mundial de judeofobia", que discutimos recientemente.
Posiblemente me volverá a acusar de no ser imparcial o eventualmente me censurará, allá Ud.
Como le dije, lamentablemente mi pronóstico se cumplió y, es evidente, el artículo no fue de mi agrado.
Atte
Me parece un total despropósito que usted asocie una crítica al muro de la Franja con un gesto antisemita. Su actitud es la del típico fundamentalista que asocia en una sola unidad la política de Israel con el judaismo. O sea que si yo critico al estado de Israel porque es el único país que junto con USA sigue apoyando el bloqueo a Cuba, usted seguramente me cataloga como antisemita.
EliminarHe sido bastante benevolente en este artículo al no poner una foto del muro de la Franja, podría haberlo hecho con un palestino abatido por soldados israelíes.
En cuanto a Juan Pablo II era un fundamentalista, intolerante y gracias a él la iglesia perdió millones de fieles que ahora Francisco con una política de tolerancia y amistad está tratando de recuperar.
Ahora si para usted el único muro malo era el de Berlín, me parece que no va al nudo del tema. Todos los muros son éticamente malos.
Es inútil Ricardo, no tienen sentido discutir con un fundamentalista, es como tratar de hacer entrar en razón a un militar o a un gorila. Entre paréntesis ¡que mal les fue ayer! no juntaron ni para llenar un ómnibus.
ResponderEliminarTodas las esperanzas de un mundo mejor tras la caída del muro se fueron al tacho. La actualidad es bastante desesperanzante.
ResponderEliminar¿El cacerolazo? Ja ja!!!
Para Samuel: ¿El muro de Berlín era malo, pero el de la franja de Gaza es bueno?. No hay un "estallido mundial de judeofobia". Lo que hay es indignación ante el accionar de Israel contra el pueblo palestino. Tachar de antisemistismo toda crítica contra Israel es escudarse detrás de falsas premisas para justificar lo injustificable. Incluso muchos judíos critican la política exterior de Israel.
Un judío que apruebe la política de Netanyahu actualmente es como un argentino que apoyara a Videla en los 70.
ResponderEliminarNo soy un robot. Saquen ese absurdo, plis,no tiene sentido. Está suficiente con esperar aprobación.
De acuerdo con Martina. En los dos temas.
ResponderEliminarExcelente la síntesis del artículo, merece estimular el comentario.