Juana I de Castilla
(1479-1555)
La locura de la reina Juana:
¿mito o realidad?
La tradición romántica del siglo XIX, elevó
casi a categoría de realidad absoluta la supuesta locura de Juana de Castilla, poniendo de
relieve la dimensión personal e íntima de su vida, en detrimento de su figura
social y política. Para la perspectiva del romanticismo, la locura de amor y el
encierro en lo alto de una torre de un palacio durante 50 años, constituyen los
ingredientes trágicos necesarios para cocinar una imagen femenina dramática, mientras
su marido, su padre y su hijo, sucesivamente, usurparon el poder que
legítimamente le pertenecía.
Juana nació en Toledo en 1479. De su infancia
poco sabemos. De su rasgos principales se destacan su rebeldía y la tendencia a
recurrir a la huelga de hambre como protesta contra sus padres, Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla,
católicos fanáticos, quienes le dieron una educación estrictamente religiosa.
Sin embargo, Juana que además era una hermosa joven, también dominaba el arte
de la danza, era excelente amazona, hablaba varias lenguas romances de la
península ibérica y dialogaba fluidamente en francés y latín. Bastante
información teniendo en cuenta que en esa época, la mujer existe en los documentos cuando
nace y se le pone un nombre y solo reaparece después cuando contrae matrimonio.
En el caso de Juana la historia de su vida
comenzó cuando llegó con su séquito a Flandes para su boda con el príncipe
Felipe primero de la casa de Habsburgo, llamado “el hermoso” por su apostura, hijo de Maximiliano I,
emperador del Sacro Imperio Romano que, como diría siglos después Voltaire, no
era ni sacro, ni imperio, ni romano. Maximiliano estaba financieramente
quebrado, pero su título de “Rey de los romanos” daba lustre. Con este enlace,
Fernando e Isabel incorporarían Flandes a su creciente imperio.
Felipe I de Castilla (1478-1506)
Era el 21 de octubre de 1495, día en
que Juana, a los 16 años, descubrió el amor, que sería para ella fuente del más
arrebatado placer y del más tremendo dolor y también, según arriesgan algunos académicos, el factor desencadenante de su locura.
Con el transcurso del tiempo, la vida
matrimonial devino en pesadilla, en parte, porque Felipe comenzó a entretenerse
con bellas damas de la corte. Los celos de Juana
adquirieron ribetes extremos, a tal punto que ya con los dolores del parto del
segundo embarazo, no quiso ausentarse de una fiesta de palacio para poder
controlar a Felipe. Cuando los dolores se hicieron insoportables, abandonó el
salón y se refugió en un cuarto acondicionado como retrete. Allí, sin más cuna
que el duro suelo, nació el que llegaría a ser el hombre más poderoso de la
tierra: Carlos I de España y V de Alemania, señor de dos mundos.
El 25 de septiembre de 1506, habiendo pasado 18 días de la entrada triunfal
de Juana y su esposo en Burgos, donde fueron proclamados los nuevos reyes de
España, Felipe murió después de una corta agonía, de una probable fiebre tifoidea.
De acuerdo con sus deseos, fue trasladado a Granada, lo que dio lugar al interminable
cortejo fúnebre magistralmente llevado a la pintura por Francisco Pradilla y Ortiz.
Francisco
Pradilla y Ortiz. Doña Juana La Loca (Museo del Prado, 1877). El artista ilustró magníficamente el hastío y cansancio de los nobles que acompañaron al interminable cortejo fúnebre con continuas paradas y rezos, por las planicies de España desde Burgos a Granada.
El padre de Juana, Fernando, retomó la regencia hasta la mayoría de edad de
su nieto Carlos, mientras la reina fue confinada a un castillo en Tordesillas
donde terminó el resto de sus días.
Dudas sobre la locura de la reina Juana
Hay
tres aspectos que ponen en duda su locura: la historia la escribieron quienes
con fines de protagonismo y poder la sacaron del cauce normal de los
acontecimientos para evitar que reinara y como se verá, eran varios y
poderosos. El segundo aspecto es que resulta arduo y complejo retroceder
quinientos años en el tiempo en que los conocimientos de la psiquiatría eran
inexistentes y por lo tanto no había clasificación de los trastornos mentales.
Como consecuencia, el rótulo de loco se aplicaba en forma indiscriminada. Finalmente,
existe controversia en los historiadores sobre la locura de Juana y este es el
aspecto quizás más sólido de que la reina pertenecía más al terreno de la
lucidez que de la insania.
Francisco Pradilla y Ortiz.
Doña Juana La Loca, prisionera en el castillo de Tordesillas
Habría
sido fundamental que se hubieran conservado las numerosas cartas que ella
escribió fuera y dentro de la prisión. Si estas epístolas hubieran tenido un
contenido bizarro o desquiciado, no las habrían destruido quienes la querían
sacar del poder con el argumento de su locura, por el contrario serían elementos
probatorios de que no estaba en condiciones de gobernar.
Si abandonamos la imagen de la visión
romántica de esa reina poseída por los celos y apasionada por su infiel esposo,
surge la versión de una mujer que terminó sucumbiendo a intereses poderosos y
contrarios, para aceptar su retiro, o más bien prisión en Tordesillas, después
de una larga lucha para asegurar los derechos de sucesión de su hijo.
Más allá de sus síntomas, surge que el estado
mental de la reina variaba en los documentos de la época, según las condiciones
políticas y las estrategias de quienes ansiaban desposeerla del trono de
Castilla.
El reciente texto de Bethany Aram, “La reina Juana: gobierno,
piedad y dinastía” aparecido a finales del 2001, es el fruto de 10 años de investigación en
las bibliotecas y archivos de 7 países. En él se rescata un personaje, que no fue
un sujeto pasivo y alienado, sino que organizó estrategias políticas para
asegurar la sucesión.
Juana sufrió sin duda alguna episodios de
neurosis, ira y depresión, pero el tratamiento que de ellos hicieron, su madre,
su padre y su marido, en función de intereses de poder, dejaron la estela a
través del tiempo de esa desacreditación con la que ha pasado a la historia con
el rótulo inmerecido de la Reina Juana la Loca.
Castillo de Tordesillas
Fuentes
Begoña Matilla. El mito de la Reina
Juana: ¿“la Loca”?
Bethany Aram, “La Reina Juana: Gobierno,
Piedad y Dinastía”, Ed. Marcial Pons, Madrid, 2001.
Arte Historia. Juana la Loca. http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/personajes/5671.htm
Joan the Mad. Enciclopedia Britannica.Tomo 6 Pag 560. 1995, Chicago.
Puso en ls imsgen<. <felipe I, pero en el texto, mas arriba pone Felipe II. En qué quedamos.
ResponderEliminarAdemás, tras que de hermoso no tenía nada, puso uno de los cuadros que más fulero lo muestran...
Anónimo: ¡aprenda a escribir!
EliminarTiene Ud razón. Ya me anoté en la Pitman en un curso de verano.
EliminarEsto lo escribí en 20 minutos. Voy mejorando. Ni un error.
Arrasó Bachelet. Lamentable noticia para el diario El Mercurio, la prensa hegemónica y otros como el ingeniero fracasado de la oficina pedorra en la calle Soler, que usa el seudónimo de Jaime. Ya que menciona al Hospital Militar, me contaron que en esa institución, ganó una licitación (cometa de por medio) donde construyó unos locutorios que al mes tenían todas las repisas rotas.
ResponderEliminarCoincido con mucho de lo que dice este Sr sobre que se debió escuchar los argmentos de Verbitsky y no aprobar así a ciegas lo de Milani. Como le dije en otra oportunidad soy un ahora ex seguidor del FPV. Ex por el desencanto de todo lo que viene ocurriendo últimamante. Y como también le decía entonces, lo mismo les ocurre a mi grupo de amigos, también ahora ex simpatizantes. Lamentable pero nos fuerzan a eso.
ResponderEliminarEl tema de los derechos humanos es una triste farsa de un gobierno hipócrita y mentiroso.
ResponderEliminarEstos que hablan así son los que fueron a vivar a Galtieri en Plaza de Mayo
EliminarMienten, mienten, mienten.
ResponderEliminarTonto, tonto, tonto
Eliminar