¿Cómo llamarlos?, esta nueva modalidad aún carece de nombre propio, mientras abundan los eufemismos, tales como golpe institucional, golpe parlamentario o neogolpe. Atrás quedó la época en que los uniformados a punta de bayoneta tomaban el poder, ahora es más sutil y apenas un poco menos dañino para las democracias populares. El objetivo es la restauración del viejo orden.
Estas remociones ultra rápidas o “express” del presidente en ejercicio por un parlamento que le es hostil, en connivencia con el poder judicial, la bendición de la jerarquía eclesiástica y un vicepresidente traidor, poseen varias características en común:
- el presidente a derrocar está políticamente posicionado dentro de la izquierda o la centro izquierda;
- pretende generar cambios importantes en la estructura socioeconómica del país, que afectan intereses enquistados en zonas de poder;
- uno de esos intereses es el monopolio mediático, que ejerce una campaña desestabilizante sostenida en el tiempo y en intensidad;
- el pueblo queda siempre excluido de estos movimientos;
- en mayor o menor grado suele haber participación de la embajada norteamericana.
La excusa o argumento del “neogolpismo “, es que si bien el presidente fue elegido democráticamente, ya no gobierna dentro de ese esquema. Por lo tanto, le crean imágenes dictatoriales, donde el argumento principal es el ataque a la libertad de prensa, cuando en realidad, el gobierno acosado sólo intenta crear nuevos medios de difusión y a lo sumo retacearle publicidad oficial al monopolio mediático.
En América Latina hubo tres de estos intentos durante la última década: contra Chávez en Venezuela, contra Zelaya en Honduras y contra Lugo en Paraguay. Los dos últimos resultaron exitosos. A estos se suman numerosos movimientos destituyentes, en Ecuador contra Correa, en Bolivia contra Evo Morales y en Argentina contra la presidenta Cristina durante el lock-out patronal en que el país se vio sitiado durante semanas.
La apatía de la OEA
El análisis de estos hechos permite sacar varias conclusiones. Una de ellas es que la Organización de Estados Americanos (OEA), no representa los intereses de la región; la presencia de los Estados Unidos dentro del organismo atempera o directamente bloquea cualquier intento de condena drástica contra el gobierno golpista.
En el caso de Paraguay, el secretario general de ese organismo, José Manuel Insulza, se circunscribió a dar declaraciones asépticas sobre la “tranquilidad” de las calles de Asunción, limitándose a mencionar que la situación era “delicada”. Seguidamente habló de “salidas constructivas”, pero ninguna frase condenatoria salió de su boca.
José Manuel Insulza
La OEA miró para otro lado durante las décadas en que se sucedieron los golpes militares en el continente, a pesar de que el artículo 2 de la Carta Fundacional de ese organismo sostiene como principio “promover y consolidar la democracia representativa”. Jamás lo hizo, porque su agenda no fue elaborada en base a las necesidades de las repúblicas latinoamericanas, sino desde la óptica de defensa hemisférica de Estados Unidos. El único país expulsado de la OEA por no ser democrático fue Cuba y ocurrió cuando Fidel Castro declaró su condición socialista y se acercó a la Unión Soviética.
El Mercosur y el Unasur, que sí condenaron los recientes golpes parlamentarios, tampoco tuvieron el poder de hacerlos retroceder. Son movimientos incipientes que se tienen que consolidar, y la incorporación de Venezuela fue un hito fundamental.
Estrategias de información
El camino a recorrer es largo y difícil contra un enemigo que tiene de su lado el control de gran parte de los medios de difusión. Por eso, tanto Chávez en Venezuela, como Correa en Ecuador y Cristina en Argentina han desarrollado estrategias para poder contrarrestar el monocorde y sostenido ataque de la prensa, las radios y los canales, que los respectivos monopolios fueron consolidando a lo largo del tiempo.
En el caso del gobierno argentino, el uso de la cadena nacional es una de las tácticas para difundir logros y objetivos acallados por el batallón del todo está mal, de la mala leche, o del vaso medio vacío.
Lo que pretende este conglomerado informativo es un estado bobo que se mantenga prescindible ante el libre juego del mercado y permita el accionar irrestricto de los grupos de poder que sólo piensan en sus bolsillos y no en el país y menos en sus habitantes. Los empresarios y periodistas de estos medios se consideran intocables y ante cualquier crítica saltan como un resorte y agitan el consabido argumento de “restricción a la libertad de prensa”. Esta reacción va invariablemente acompañada de duras condenas de la SIP que está constituida por los mismos gerentes de las grandes cadenas informativas. (Ver en El Mordaz Breve historia de la SIP y Periodismo decadente
Lamentablemente para ellos, carecen de un líder de envergadura que los represente y éste es un factor que les juega en contra. Les faltan candidatos con el avasallante carisma, la personalidad y claridad de ideas que caracterizan a Rouseff, Chávez, Morales y Cristina. El candidato Caprile de Venezuela que se opone al caribeño presidente, es un hombre cerebralmente económico y se comenta que a su lado el procesado Mauricio Macri es inteligente. Con eso está todo dicho.
Enrique Caprile Radonski Mauricio Macri
SERIO Y PROFUNDO, COMPAÑERO
ResponderEliminarYA LO SUBIMOS
TE COMENTO QUE TUS TRABAJOS RECIBEN ENTRE 50 Y 6A VISITAS. BRILLANTE Y GRACIAS
ABRAZO
IQT
Me alegra mucho colaborar con ustedes
ResponderEliminarRicardo