EL MARQUÉS DE SADE Y MARAT/SADE

El alienado de Charenton
Las cárceles más famosas Francia tuvieron al Marqués de Sade como huésped obligado: Vincennes, los castillos de Saumur y de Miolans, la prisión de Madelonnettes donde por falta de celdas libres pasó seis semanas encerrado en las letrinas. La Bastilla lo alojó durante un tiempo, pero esta vez no por libertino, sino por revolucionario.

                          Marqués de Sade

El Marqués no era un preso conformista y, durante su estadía, protagonizó diversos enfrentamientos con sus carceleros y con el gobernador de la fortaleza. Dos semanas antes de la Toma de la Bastilla, se las arregló para trepar hasta la ventana de la prisión. Desde allí, asomó hacia afuera el tubo destinado a evacuar las heces y, utilizándolo a modo de altavoz, incitó a la turba que se manifestaba en los alrededores para que liberase a los presos que se hallaban en la fortaleza. Hay quienes sostienen que fue Sade el instigador de la Toma de la Bastilla, iniciando con ello la revolución.

Harto de soportar a tan díscolo huésped, el gobernador de la prisión solicitó o más bien imploró que se lo trasladara al asilo de Charenton y dejara de ser una amenaza para el orden público. Sade ingresó a esa institución con el singular diagnóstico de “demencia libertina”.

Como se trataba de un marqués, las autoridades del asilo lo alojaron en una confortable celda de dos habitaciones, rodeado de las obras de Voltaire y Rousseau, sus autores favoritos que, junto con su novela Justine o los infortunios de la virtud, estuvieron durante más de un siglo en el Índice de la Inquisición; los primeros por razones políticas, y el del marqués, por su fuerte erotismo.

Sade como dramaturgo y director teatral
Sade no permaneció inactivo; pese a su calamitoso estado de salud, obeso y casi ciego, retomó una de sus actividades predilectas: el teatro. Logró la autorización del director del centro, el ex sacerdote François Simonet de Coulmier, para armar un grupo de teatro con los locos. La compañía fue un éxito, con asistencia de la alta sociedad parisina y motivó que profesionales del teatro se implicaran en esas representaciones.

Indudablemente, el Marqués no sólo era buen director, también tenía poder de persuasión y dominio sobre los alienados. Además, es seguro que para aquellos infelices, el teatro fue sin duda una verdadera terapia que los distrajo, los hizo sentir útiles y, al menos temporariamente, disponer de un proyecto de vida.

Como era de esperar, aquellas funciones teatrales motivaron denuncias, entre ellas, las del médico de Charenton, quien escribió al ministro general de la Policía la siguiente nota: “El señor de Sade, el autor de la infame novela Justine goza de una libertad excesiva en Charenton. Puede comunicarse con otros enfermos de uno y otro sexo, a unos les predica su horrible doctrina, a otros les presta libros. […] En la casa se dice que vive en compañía de una mujer que hace pasar por su hija, pero esto no es todo. Ha formado una compañía de teatro con el pretexto de hacer representar comedias por los internos, sin reflexionar sobre los funestos efectos que tal alboroto debe causar necesariamente en sus imaginaciones.”

Las representaciones se suspendieron, y quienes seguramente más se perjudicaron fueron los locos. Un año y medio después, el 2 de diciembre de 1814, Sade falleció y muchos de sus escritos fueron destruidos, entre ellos, las obras teatrales.

Creación de Marat/Sade

                                   Peter Weiss

En 1963, el dramaturgo alemán Peter Weiss, inspirado en la historia del Marqués de Sade durante su asilo en Charenton, tuvo la brillante idea de realizar una pieza teatral que representaba al Marqués dirigiendo a los locos del hospicio. El título original de la pieza teatral fue La persecución y asesinato de Jean-Paul Marat representada por el grupo teatral de la casa de salud de Charenton bajo la dirección del Marqués de Sade, posteriormente abreviada como Marat/Sade.

                          Jacques Louis David. Asesinato de Marat

Se trata de una representación sangrienta del sufrimiento del hombre, que plantea la duda de si la verdadera revolución se produce cambiando la sociedad o cambiándose uno mismo.

La acción tiene lugar en la Francia de 1808, en tiempos de Napoleón. Siguiendo el procedimiento de “teatro dentro del teatro”, el actor que personifica a Sade despliega, a través de los actores-pacientes del hospicio, los últimos momentos de la vida de Marat, frente a un supuesto público muy distinguido, invitado especialmente para la función.

Sade es el principal protagonista de la obra, conduciendo diálogos filosóficos y observando los acontecimientos con diversión sardónica. Una de las escenas más fuertes se produce cuando se hace azotar por uno de los actores.

A medida que la obra progresa, los locos se posesionan cada vez más ante la violencia del argumento y se hace difícil controlarlos finalizando todo en un caos.

 Escena de una de las representaciones de la obra teatral Marat/Sade, de Peter Weiss.

Marat/Sade ha sido siempre un éxito en todos los escenarios en que se representó y esto motivó a que el compositor Richard Peaslee, con la dirección de Peter Brook, transformara la obra de Weiss en género musical que siguió el mismo sendero triunfal que la versión teatral.

La vida del Marqués de Sade fue llevada a la pantalla en varias oportunidades, algunas de las cuales forman parte del género pornográfico. Sus obras que lograron ser rescatadas, junto con las de grandes filósofos y escritores, estuvieron prohibidas por el Index Librorum Prohibitorum de la Iglesia Católica hasta 1966, cuando dejó de existir ese deplorable catálogo.