Hace nueve años que los Kirschner son gobierno. Durante todo ese período no se cerró ningún diario, ni programa de radio, ni de televisión y tampoco se agredió a ningún periodista del monopolio mediático, pese a los negros vaticinios de Joaquín Morales Solá el 29 de abril de 2009 cuando en una comisión del Senado afirmó trágico y solemne: “No nos van a callar aunque esta lamentable saga tenga que terminar con un muerto si el gobierno así lo decide”.
La aparatosa e hipertrófica reacción de una de las principales plumas del neoliberalismo, carecía totalmente de fundamento. Nadie le impidió que pudiera seguir mintiendo, descontextualizando y desinformando con desparpajo en su columna del diario La Nación, donde arbitrariamente prohibió toda critica a sus notas por parte de los comentaristas en la versión internet. Eso no es libertad de expresión, señor Joaquín Morales Solá.
Por el contrario, el periodismo de los medios dominantes, ejerció en varias oportunidades acciones intimidatorias o expulsó periodistas que no se ajustaban a la bajada de línea de las respectivas gerencias.
Reynaldo Sietecase
Un caso resonante fue el de Reynaldo Sietecase, expulsado del canal de De Narváez cuando osó cuestionarle sus ingresos. Sietecase volvió a recordar aquél episodio en la reciente entrega de los Martín Fierro (Ver nota )
El otro episodio fue cuando Mariano Grondona expulsó de su programa Hora Clave al periodista Luis Novaresio.
Luis Novaresio
Hace pocos días, se agredió a periodistas pro oficialistas. Ocurrió cuando movileros del programa 6-7-8 se aproximaron al palacio de Tribunales para cubrir el apoyo que le brindaría la ciudadanía a Macri, quién se considera perseguido por la justicia.
La ciudadanía terminó siendo un puñado de no más de 300 personas. Cuando el periodista intentó hacer preguntas a los presentes, sólo recibió insultos. La cámara registró rostros desencajados por el odio, puños amenazantes, gritos y vociferaciones provenientes de “damas” y “caballeros” elegantemente vestidos, pero con comportamiento de barra bravas. Afortunadamente, estas bacterias patógenas son escasas.
Para recordar hechos semejantes tenemos que remontarnos al 2008 con el lock-out de la “gauchocracia”, durante la 125 y más atrás con los matones de la Liga Patriótica que asesinó a obreros durante la Semana Trágica y después adhirió al nazismo y apoyó el golpe de Uriburu que inició la Década Infame.
Volviendo al episodio reciente, quienes se reunieron frente a Tribunales, no pudieron controlar sus instintos primarios y terminaron agrediendo físicamente a los movileros, pero la cámara alcanzó a registrar parte del episodio. Flaco favor le hizo este grupúsculo a su jefe de gobierno a quién idolatran pese al impuestazo del ABL y su total falta de gestión.
El hecho sorprende ante la capacidad de odio de los manifestantes, pero lo que realmente alarma y también indigna, es el silencio del monopolio mediático. El diario Clarín y sus satélites, guardaron un silencio cómplice, que contrasta con el batifondo que armaron cuando un piquete de camioneros impidió la salida del diario durante unas pocas horas en marzo de 2011. Fue noticia de tapa durante varios días y la SIP expresó su repudio. La magnitud de la reacción dio la sensación de que una turba incendió las oficinas del diario después de degollar a varios periodistas.
Es preciso también reconocer que el diario La Nación, publicó una declaración de ADEPA condenando enérgicamente la agresión sufrida por el periodista de 6-7-8.
El resto del periodismo opositor, que ofreció esa patética imagen orquestada por Lanata con Magdalena Ruiz Guiñazú, Nelson Castro y Joaquín Morales Solá en primera fila, agitando cartelitos de “queremos preguntar”, guardó un vergonzoso silencio.
A todo el conjunto le sugiero que no se pegue a Lanata, porque es un renegado mercenario que se ofrece al mejor postor, antaño periodista y hoy devenido en payaso que conduce un programa cómico.
Por su parte, el jefe de gobierno, el instigador del acto, se limitó a agradecer el apoyo de lo que según él fue una manifestación de 5000 personas. La nariz le tendría que haber crecido varios metros. Respecto de la agresión a la prensa oficialista, no dijo nada ¿Debemos sorprenderos de su actitud?
Nunca en nuestra historia el periodismo tuvo tanta libertad para denostar a un gobierno como en la época de los Kirschner y sino basta con leer en la penúltima página del diario La Nación del martes 29, la extensa nota del mediocre escritor Marcos Aguinis. Según su descripción, que empalidece a las de Carrió, se concluye que La Argentina está peor que Haití.