George Pentelow ingresa a la empresa a la que considera suya y en la que viene trabajando desde hace más de 20 años. Sonríe satisfecho ante el decorado y los objetos que le son tan familiares en el gran hall de entrada. La empresa representa la mayor parte de su vida, tanto como su propia familia ¿o quizás más?
Sale del ascensor en el cuarto piso. Tiene que recorrer un largo pasillo hasta donde está su oficina pasando por diversos cubículos donde se encuentran los empleados que dependen de su área. Comienza a percibir un ambiente extraño, algunos con la mirada fija en sus computadoras simulan no haberlo visto. Otros lo saludan con rostro circunspecto, como si alguien del grupo hubiera sufrido un accidente, aunque ninguno se acerca a darle explicaciones.
George Pentelow está muy inquieto, aunque trata de disimularlo. Piensa para sus adentros que no es posible, pero un mazazo de realidad lo golpea al llegar a la puerta de su oficina donde brilla por su ausencia el letrero con su nombre. Trata de abrir la puerta y no puede, mira desolado a su alrededor y ve que varios se han parado de sus asientos y lo observan consternados. Finalmente, uno de los más antiguos se aproxima y lo toma del hombro. “George, pensé que ya te lo habían dicho”, hace una pausa para tomar coraje y finalmente casi en un susurro le dice ”George, they fired you”.
Todos hemos visto en la pantalla escenas como estas. Al principio nos sorprendieron, con el tiempo nos acostumbramos y aprendimos que en los Estados Unidos, este procedimiento inclemente y despiadado es habitual.
George Pentelow sabe que nadie va a interceder por él y ni soñar con un movimiento de solidaridad de quienes durante años fueron sus colaboradores y compañeros de trabajo. Ha dejado de ser importante, ya no pertenece al mundo laboral y su status se precipitó a un abismo de donde sólo saldrá si consigue otro empleo.
George Pentelow se considera un fracasado, un “looser”, porque la sociedad en la que se desenvuelve, absolutamente individualista, le enseñó que los triunfos y especialmente los fracasos son el resultado de la habilidad o de los errores del propio individuo, nunca del sistema.
En la Argentina no era así, que a un tipo lo dejaran “cesante” era un término que se escuchaba muy ocasionalmente y el implicado pasaba a transformarse en un sujeto repugnante, una lacra indeseable. Porque para que a uno lo echaran tenía que haber cometido un desfalco o un delito vergonzoso.
Entonces, vinieron las políticas neoliberales de la mano de economistas como Cavallo, Martínez de Hoz, Alsogaray y toda esa caterva de la escuela de Chicago. Los despidos pasaron a ser moneda corriente, ya no era necesario ver una de Hollywood y tampoco tenía ningún valor haberse puesto en cuerpo y espíritu la camiseta de la empresa. Habíamos entrado en la globalización y particularmente en la Argentina, dentro del neoliberalimo más descarnado.
Alguien dijo que un desocupado está en situación más degradada que la del esclavo, porque éste pese a su situación humillante, está dentro del sistema y es un elemento productivo. El desocupado no existe, es una entelequia amorfa, o peor aún, constituye una carga.
En varios países de Europa la crisis está golpeando durísimo, lanzando diariamente a la calle a empleados, obreros, profesionales y ejecutivos, pero la infección no está siendo tratada con antibióticos sino con nuevos gérmenes patógenos. En el cargo de primeros ministros, en el manejo de la economía y en la presidencia de bancos se han encumbrado sin elección de por medio y digitados por poderes ajenos a la sociedad, ex funcionarios de Goldman Sachs.
Goldman Sachs es uno de los grupos de banca de inversión y valores más grandes del planeta. Actúa como asesor financiero para las compañías más importantes y muchos gobiernos y los grandes magnates son sus clientes a quienes ofrece todo tipo de asesorías. Es enlace primario en el mercado de seguridad del Tesoro de los Estados Unidos y maneja la riqueza de las personas más influyentes del mundo.
La empresa está marcada como una de las responsables en fomentar y encauzar la crisis para beneficiar a los sectores ricos. En 2010 La Comisión de Valores de los Estados Unidos acusó a Goldman Sachs de fraude por las hipotecas subprime. También es responsable a través del entonces presidente del Banco Central de Grecia, Lucas Papademos, de la crisis financiera en ese país, porque ayudó a esconder el déficit de las cuentas griegas durante el gobierno conservador de turno.
Lucas Papademos
Papademos, impuesto por Sarkozy y Merkel, dado Grecia ya no tiene soberanía, es ahora quién manejará la economía destruida de ese país. Difícil que este burócrata revierta la alarmante tasa de suicidios de Grecia cuya principal causa es la pérdida del trabajo.
Mario Draghi
A cargo del Banco Central Europeo, se encuentra Mario Draghi, ex vicepresidente de Goldman Sachs en Europa y para “levantar” la alicaída economía italiana ha sido puesto al frente del gobierno, Mario Monti, ex asesor de Goldman Sachs.
Mario Monti
En la historia de la humanidad siempre hubo períodos donde una potencia tenía la hegemonía suficiente para imponer sus decisiones en el mundo. Ahora existe un imperio económico intangible que no tiene territorio, ni fuerzas armadas, ni poderío industrial propio, pero está gobernando el primer mundo. Lo hace entre bambalinas o sin pudor, posicionando a sus hombres en puestos claves que pontifican, toman decisiones y aplican políticas sociales restrictivas. Porque los intereses de los pueblos no son los de Goldman Sachs y casos como el de George Pentelow ahora son la regla y no la excepción.
Llamalo George Pentelow o el Willy Loman de Arthur Miller en La muerte de un viajante, que por algo es un clásico.
ResponderEliminarUn "fracasado" del sistema perverso.
Muy bueno
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