domingo, 5 de febrero de 2012

ARGENLEAKS

De alguna manera el periodista Santiago O’Donell logró entrevistarse con Julián Assange, el creador de Wikileaks. Su paso como columnista por los diarios Los Angeles Times y el Washington Post, seguramente le facilitaron los contactos para acceder al Olimpo de los hackers.
                                     Julián Assange
Assange, habitaba en un castillo londinense al mejor estilo de las aventuras de James Bond y hacia allí se dirigió O´Donell, después de pasar por diversos controles. El anfitrión estudió detenidamente a su huésped hasta convencerse de sus buenas intenciones. Entonces le hizo entrega de un PenDrive que contenía 2510 cables sobre la Argentina, producto de los informes que la embajada de los Estados Unidos en nuestro país le enviaba a la cancillería y al gobierno del país del norte.

Este material constituye la fuente de ArgenLeaks, el libro que ya agotó varias ediciones y en el que O’Donell volcó las notas más relevantes de la visión que los embajadores de Estados Unidos tenían sobre los acontecimientos en la Argentina.

                                                    Tapa del libro Argenleaks
Del libro, que es atrapante, saqué varias reflexiones; una de ellas es que la embajada norteamericana tiene dos objetivos fundamentales: hacer lobby para defender a capa y espada los intereses de las empresas yanquis y en segundo lugar estudiar el rumbo del gobierno, asegurándose que no colisione con la política regional e internacional de los Estados Unidos.

Sin embargo, la parte más fascinante del libro, no transcurre por esos carriles, sino por la extensa lista de políticos, periodistas y ex funcionarios locales, que fatigaron los pasillos de la embajada con su bagaje plañidero de críticas y presagios, casi todos de índole catastrófico.

Uno de los primeros en apersonarse al embajador de turno, fue el grupo Clarín, representado por una comitiva con Horacio Magnetto a la cabeza, ejecutivos del diario y el fiel y devoto periodista Van der Kooy. Los objetivos del zar del monopolio informativo eran hacer negocios con la embajada y desacreditar desde todos los ángulos al gobierno de los K. Con el paso del tiempo, el embajador Wayne tomó conciencia de la falta de escrúpulos en la informática de Clarín, calificándolo como un medio poco confiable.
La caravana de visitantes incluyó a Domingo Cavallo, Massa, Sanz, Morales Solá, Macri y Duhalde. Surgieron como hongos después de la lluvia durante el peor momento de la gestión de Cristina golpeada por el lock-out patronal campestre y el resultado desfavorable de las elecciones legislativas del 2009.
                                                      Embajador Anthony Wayne
                         

El objetivo era darle el golpe de gracia al gobierno y todos auguraron inflación descontrolada, caída del producto bruto y de la producción y un final anticipado del gobierno de Cristina. Ninguno se privó de solicitarle al embajador que Estados Unidos debía endurecer su relación con nuestro país. Dentro de la futurología delirante de esta doliente anemia de fracasados, los presagios de Cavallo se llevaron las palmas. Este incondicional subalterno del Fondo Monetario Internacional vaticinó que Néstor le pediría la renuncia a su esposa y que se formaría una coalición entre Cobos y Carrió para llevar finalmente a Reutemann al poder.
Caravana de mediocres con intenciones abyectas que se postraron sumisos ante una potencia extranjera para desestabilizar a la Argentina.

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