La noche del 16 de septiembre de 1976, un grupo de tareas de la dictadura secuestró a 10 personas en la ciudad de La Plata. Varias eran mujeres y bonitas, así que seguramente antes de torturarlas y matarlas y como era costumbre en esos operativos, las sometieron a múltiples violaciones. Tres sobrevivieron y brindaron testimonio de aquellos días de terror y uno de ellos aportó el guión para la película “La Noche de los Lápices”.
Los 7 que nunca volvieron
Las 10 personas, de las cuales 7 desaparecieron definitivamente, no eran guerrilleros, ni pusieron bombas, eran estudiantes que luchaban por el boleto estudiantil. Estaban en el secundario, eran adolescentes, casi niños.
Pero los milicos del proceso igualmente los mataron, según la doctrina aprendida en la Escuela de las Américas y en los cursos del Colegio Militar y en las escuelas de guerra. El material de enseñanza provenía del Pentágono y estaba enfocado no hacia conflictos externos sino a la guerra interna contra los propios ciudadanos que se atrevieran a cuestionar las ideas neoliberales de los Estados Unidos y la cosmovisión de la civilización occidental y cristiana.
Por eso, es que cuando se presentó un conflicto externo, como la guerra de Las Malvinas, excepto la aeronáutica, las demás fuerzas no estaban ni moral ni profesionalmente preparadas para combatir a ejércitos regulares.
A los primeros cañonazos de la flota británica, se les ensuciaron los calzoncillos y corrieron a refugiarse en las casas tomadas de Port Stanley de donde sólo salieron con las manos sobre la cabeza, prisioneros de los ingleses.
En el frente, sumergidos en trincheras húmedas, mal nutridos, mal vestidos, mal armados y mal preparados, había otros adolescentes como los que murieron en La Noche de los Lápices. Los acompañaban algunos suboficiales. De capitán para arriba ni el loro.
Los soldados fueron alojados en el Canberra que los trasladó al continente. Fue cuando por primera vez recibieron alimentos y trato humanitario. Una vez en tierra fueron nuevamente humillados por sus superiores quienes los hicieron responsables de la derrota. Cerca de 300 soldados perecieron en combate, pero 400 más hasta la fecha se suicidaron.
La guerra de Malvinas provocada por la dictadura al menos sirvió para que nunca más un uniformado se calce la banda presidencial en la Argentina y para que nunca más haya otra Noche de los Lápices.
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