jueves, 19 de mayo de 2011

EL SUEÑO DE STRAUSS-KAHN

Dominique Strauss-Kahn abandonó con paso rápido el Hotel Sofitel de Manhattan con habitaciones reservadas para VIPS, gente adinerada y magnates en condiciones de pagar tres mil dólares la noche. Después de subir al taxi miró hacia atrás para ver si alguien lo seguía o si algún empleado o servicio de seguridad salía precipitadamente a buscarlo. Todo parecía tranquilo, suspiró y se acomodó algo más relajado en el asiento, el viaje era largo y se adormiló.
¿Adonde crees que vas?, la voz de Obama resonó como un trueno.
“Me vuelvo a París, contestó Dominique”
“¿Después de lo que has hecho?”, bramó Obama
“No fue nada serio, además soy el presidente del FMI, una personalidad intocable y una vez en el avión de Air France, que es nave de bandera, estoy en territorio francés”
“¿Y dime cuando nosotros, el imperio, hemos respetado los territorios ajenos”, rió Obama. “¿Te das cuenta que me estás haciendo un favor? Al arrestarte, no solo va a crecer mi popularidad, sino que confirmamos al mundo nuestro poder, pero además, demostramos que aquí en los Estados Unidos las reglas son iguales para todos, independientemente de clase social, dinero o prestigio. Con tu arresto, damos la imagen de respetar la ley a ultranza” El Premio Nobel se volvió a reír.



 
Se despertó agitado, el conductor del taxi le estaba tocando el hombro porque habían llegado al aeropuerto.
Presentó su documentación en migraciones y esperó algo nervioso que se cumplieran los trámites y le estamparan el sello de salida en el pasaporte. Se dirigió al salón VIP y se acomodó a la espera de la llamada del vuelo de Air France que lo trasladaría hacia París, tenía compromisos y entrevistas relacionadas con su cargo en el Partido Socialista francés. Sí, aunque parece absurdo, o mejor dicho disparatado, Strauss-Kahn, al menos hasta ese momento, era el candidato del socialismo de su país para las próximas elecciones en este siglo de contradicciones profundas.
Ya en el avión miró con ojos tiernos a la azafata de primera clase y estaba por pedirle una bebida cuando irrumpieron varios hombres de civil.
“Nos tiene que acompañar, tenemos orden de arrestarlo”, dijo uno de ellos. Strauss-Kahn percibió que en ese momento su vida entraba en un punto de inflexión catastrófico e irreversible. Toda una ironía, él, que recomendaba a los demás gobiernos de ajustarse el cinturón, ahora lo arrestaban por habérselo desabrochado.
“Soy Strauss-Kahn, el presidente del FMI y además estoy en territorio francés. Esto es un abuso y un malentendido”, bramó.

Lo mismo se lo llevaron.

No hay comentarios:

Publicar un comentario