Todos los presidentes anunciaron, ya sea durante la campaña electoral o durante el período de sus gobiernos, al menos un proyecto que nunca consumaron. En realidad fue durante las campañas electorales, donde más se dieron estas promesas que después fueron palabras al viento.
Más infrecuente es que durante el transcurso de la gestión, el gobernante anuncie emprendimientos que después no realiza, porque entonces la fanfarronada queda más al descubierto y tiene mayor costo político. Sin embargo, analizando los distintos gobiernos vamos a ver que cada uno se mandó su propia apuesta, algunas de ellas faraónicas para impresionar más a los votantes, pero que luego quedaron en la nada. Aquí se analizarán sólo los gobiernos elegidos por el voto popular, ya que los militares que se sentaron de prepo en el sillón de Rivadavia los únicos proyectos que tuvieron los cumplieron: la destrucción del país.
Remontándonos a Alfonsín ¿quién no recuerda su decisión de trasladar la capital a la ciudad de Viedma? El 16/4/1986 desde los balcones del Ministerio de Hacienda de Rio Negro, Alfonsín convocó a los argentinos “a crecer hacia el sur, hacia el mar y hacia el río.”
El proyecto no se concretó y esa frustración persiguió a Alfonsín hasta el día de su muerte. Personalmente, creo que en nuestro país gobernar a distancia de Buenos Aires donde se toman todas las decisiones, es peligroso y probablemente Alfonsín debe haber evaluado que cualquier maniobra desestabilizadora lo encontraba casi a 1000 kilómetros del foco perturbador. Ese riesgo le pinchó el globo.
Raúl Alfonsín entrega el proyecto de la nueva Capital a Osvaldo Guerrero, gobernador de la provincia de Rio Negro.
La rata durante su campaña electoral hizo muchas promesas y cuando asumió la presidencia no sólo no cumplió ninguna sino que hizo todo lo contrario. Durante su gobierno tenemos dos proyectos incumplidos: el saneamiento del Riachuelo, donde temerariamente María Julia prometió dejarlo transparente en 1000 días y, el puente entre Buenos Aires y la ciudad de Colonia en Uruguay. El primero al menos no produjo gastos significativos, pero el segundo, generó un ente llamado COBAICO (Comisión Binacional del Puente Buenos Aires-Colonia), que como todas las gestiones de la rata, estuvo empapado de corrupción. De movida, como era característica del turco, lo privatizó. Se realizaron consultorías internacionales, se burocratizó y para hacer la historia corta durante el período 1993-2002, COBAICO le costó al país 20 millones de dólares en gastos “de librería”, tickets de almuerzo, publicidad, honorarios, sueldos y sobresueldos. Del lado uruguayo, Tabaré Vazquez desactivó su parte en 2005 y seguramente causó mucho menos gastos. Del lado argentino el canciller Timerman lo acaba de desactivar.
El Menemtrucho, emblema del gobierno democrático que ni siquiera tuvo respeto por nuestro signo monetario
Durante su campaña, De la Rúa prometió deshacerse del avión Tango, pero en el gobierno ni siquiera pudo cumplir una decisión tan simple como esa. Pasamos por alto este patético período.
Cristina tiene su proyecto incumplido que fue el tren bala. Decisión apresurada con miras a ser el primer país de América Latina con este adelanto cuando nuestra red ferroviaria es deplorable. La oposición en bloque se opuso, que es lo que de rutina hace con o sin fundamento, esta vez con fundamento.
Las PROmesas de Mauricio Macri, el gran farsante. Aquí tenemos una larga lista, dijo que no subiría los impuestos y agobió a los porteños con subas considerables. Habló de una seguridad absoluta, “las rejas en las casas se van a volver innecesarias”, dijo (Ver video), prometió que todas las escuelas estarían en perfectas condiciones y habló de trazar 10 kilómetros de subtes, pero hasta el presente solo inauguró 3 estaciones. Sus promesas sobre el teatro Colón se limitaron a una fachada de vidriera con una infraestructura desmembrada.
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