Nunca subestimes a
otro por más insignificante que sea su aspecto
Rose Valland tiene 44 años y está sentada en su
escritorio lleno de papeles y agendas. El moblaje es austero y la habitación de
dimensiones moderadas contrasta con el enorme edificio de estilo clásico que la
alberga. El edificio llamado museo del Jeu
de Paume, fue construido durante el gobierno de Napoelón III y
originalmente destinado para contener varias canchas de tenis. Desde hace
décadas es un anexo del museo del Louvre y Rose se desempeña como curadora
asistente. No se trata de un puesto menor y ella lo ganó por concurso donde era
una más entre cientos de participantes, gracias a sus conocimientos sobre arte
que aprendió en la École Nationale de
beaux-arts de Lyon, completando su formación en la École du Louvre y en la Universidad de París. En el tiempo que le
queda libre se desempeña como profesora de artes plásticas.
Rose Valland
Rose Valland
Rose es de esas personalidades a las que nadie presta atención. De estatura mediana, siempre peinada con un ajustado rodete, usas gafas anticuadas y detrás de ellas se perfila un rostro vulgar ni feo ni lindo, pero que muestra una mirada vivaz. Viste en forma muy recatada con el uniforme gris del museo, aunque bien podría integrar esas bandas musicales del Ejército de Salvación. Un detalle más: Rose es lesbiana, pero ella todavía no tomó conciencia, aun no salió del closet.
Rose Valland
La vida rutinaria y
casi monótona de Rose se transforma totalmente al comenzar la Segunda Guerra
Mundial con la invasión de Francia por los ejércitos alemanes. Entre las
escasas virtudes de Hitler se destaca, quizás como la única, su afición por las
artes. Debemos recordar que en su juventud se presentó a un concurso de pintura
en Viena donde el jurado lo rechazó, una verdadera pena porque de haber seguido
pintando es posible que la humanidad se hubiera salvado del delirio destructivo
que causaría al orientarse hacia la política.
Hitler había hecho
construir un museo de arte que llevaría su nombre cuyas galerías se cubrirían
con cuadros sustraídos a los países invadidos. Para ello había creado un
organismo que bajo el eufemismo de “brigada especial de arte pictórico”, tenía
como función apoderarse de todas las obras sustraídas a los países conquistados.
El museo del Louvre, sería por lo tanto la frutilla del postre.
Las autoridades del museo tuvieron el buen tino de
trabajar las 24 horas corridas para sacar las pinturas más valiosas y
ocultarlas en distintos castillos distantes de París. En esta febril actividad
de embalaje participa Rose y lleva un catálogo donde detalla el lugar de destino
de cada cuadro. Cuarenta días después de haber cruzado la frontera los
ejércitos alemanes entran en París y la brigada especial de arte pictórico se
dirige al Louvre encontrando muchas paredes vacías. Acarrean lo que pueden y seguidamente
irrumpen en comercios y casas particulares de judíos adinerados donde, además
de sus habitantes, se llevan todas las obras que la brigada considera de valor.
Todo este material artístico es trasladado al Jeu de Paume, después de expulsar a todos los empleados franceses
excepto a Rose que es la encargada del edificio. Su aspecto inofensivo, su
timidez y discreción hace que los alemanes la subestimen totalmente, pero
dentro de ella crece una enorme indignación que oculta bajo un rostro
impasible. Los nazis ignoran que Rose tiene bastante dominio del alemán y
registra todas las conversaciones. Cuando no queda nadie en el edificio excepto
una guardia exterior, ella munida de una linterna anota el contenido de las
etiquetas de los cuadros embalados y lleva un registro cuidadoso.
Ocasionalmente se presentan jerarcas nazis entre ellos Goering quien selecciona
algunas obras para su colección personal. Todo esto lo registra Rose y será de
gran valor en los juicios de Nuremberg.
En una ocasión un
oficial nazi sospecha de su actividad, se le aproxima y le manifiesta que si
detectan que hace algo sospechoso será denunciada como espía, lo que equivale a
la pena de muerte. Fue el único momento de zozobra, pero además los alemanes la
necesitaban para que se encargar del cuidado del edificio. Nunca consideraron
que fuera peligrosa.
El 6 de junio de
1944, se desencadena la operación Overlord con un masivo desembarco en
Normandía. Alemania tiene ahora varios frentes y los soviéticos están próximos
a la frontera. La guerra está perdida, pero los encargados de sustraer las
obras de arte reciben órdenes de Hitler quien, totalmente desconectado de la
realidad, ordena el traslado inmediato hacia Alemania de todos los tesoros
artísticos.
Rose detecta un
movimiento febril del grupo de tareas nazi que empiezan a retirar el material
embalado del museo. Escucha que será transportado en un tren especial e incluso
averigua la fecha de partida. No hay tiempo que perder, la única forma de
impedir el robo es contactándose con la Resistencia. También informa a los
aliados sobre el paradero en Alemania de las obras robadas para que no bombardeen
esas zonas.
Uno de los miembros
de la Resistencia la entrevista y el plan que se decide consiste en producir un
gigantesco sabotaje ferroviario en la confluencia de varias vías de ferrocarril
en las afueras de París, por donde necesariamente debía pasar el tren hacia
Alemania. El día señalado varias locomotoras son descarriladas haciendo
imposible el tránsito. Pocos días después los aliados ingresan a París y el
material rescatado regresa al museo de Jeu
de Paume. La guerra había terminado, pero para Rose el verdadero trabajo
recién empieza.
Rose Valland en el
inventario de los cuadros recuperados
Estuvo 10 años
colaborando en la restitución de los cuadros a sus respectivos lugares,
incluyendo los que desde un inicio fueron ocultados en los diversos palacios de
Francia. Como miembro de la Comisión de Recuperación Artística viajó a la zona de
ocupación francesa en Alemania como capitana del primer ejército francés. En
1947 se le asignó un puesto en la Unidad de Recuperación Artística y recorrió
todas las zonas de ocupación, incluida la soviética. A lo largo de su carrera
Rose recibió numerosas condecoraciones francesas y extranjeras como la Legión
de Honor, Comendadora de las Artes y de las Letras, la Medalla de la
Resistencia Francesa, la Medalla de la Libertad de Estados Unidos y hasta la
Orden del Mérito de la República Federal Alemana.
Al terminar
la guerra conoce a Joyce Heer, una intérprete inglesa empleada en la
embajada americana. Vivirán juntas en
París hasta la muerte de Joyce en 1977.
InOutRadio. La
Radio lésbica. 14/05/2018 Disponible en https://inoutradio.com/desconocidas-fascinantes-rose-valland/
Isabel Genovés
Estrada. La persistencia de Rose Valland. Los ojos de Hipatia. 08/03/2016
Rose Valland.
Le front de l’art. Réunion des
musées nationaux, Grand Palais (2014).
Muy bello relato❤️
ResponderEliminarGracias por tus aportes Susana,te mando un gran cariño
EliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarMuchas gracias "AMIGAZO", Excelente relato. GRAZIE MILLE!!!!!!
ResponderEliminarABBRACCIONE!!!
Hermosa Rose, heroica y valiente!
ResponderEliminarEl decir que a pesar de aficcion por el arte pictorico, Hitler tenia escasas virtudes mas, es desconocer al personaje, era un fuera de serie y erudito en cuaquier disciplina, aunque haya utizado gran parte de su esfuerzo y conocimientos para el mal. Salvo que lo califiquemos por los dichos de la literatura superficial.
ResponderEliminarTu "fuera de serie" no tenía ninguna virtud ya que el conocimiento y la erudición no son exactamente virtudes. Sería mucho más adecuado si dijeras que fue un fuera de serie por su capacidad infinita de causar daño. La que sí tenía virtudes era la protagonista de este relato a la cual ignorás olímpicamente y solo rescatás una frase irrelevante sobre Hitler y nada menos que para ponderarlo
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