Tuvimos
a Federico García Lorca en Buenos Aires entre octubre de 1933 y marzo de 1934
donde el pueblo que lo admiraba, la intelectualidad y todo el mundo artístico
se deleitó con su presencia. Se alojó en el Hotel Castelar de la Avenida de
Mayo, tan parecida a Madrid que se sintió como si se hubiera quedado en España.
Federico García Lorca (1898-1936)
Fue
recibido con el estreno de Bodas de
sangre interpretada por Lola Membrives, a solo 6 meses de su debut en
Madrid. La obra, una de las más sobresalientes de Federico y que está inspirada
en un hecho real, llegó a tener más de 150 representaciones en Buenos Aires. También
durante esa época se estrenaron de su autoría Mariana Pineda y La zapatera
prodigiosa.
El
poeta conocía el tango, porque en la década de 1920, tanto Carlos Gardel como
Francisco Canaro y seguidamente el trío Irusta, Fugazot, Demare, se
desempeñaron con éxito notable en la península. Federico siempre se interesó
por los ritmos locales, cuando estuvo en Nueva York se enamoró de los blues y
spirituals de Harlem y en La Habana vibró con el son caribeño.
En
el estreno de Bodas de sangre, subió
al escenario y dijo estas breves palabras cargadas de estilo poético: “En el
comienzo de mi vida de autor dramático, yo considero como un fuerte espaldarazo
esta ayuda de Buenos Aires, que corresponde buscando su perfil más agudo entre
sus barcos, sus bandoneones, sus finos caballos tendidos al viento, la música
dormida de su castellano suave, los hogares limpios donde el tango abre en el
crepúsculo sus mejores abanicos de lágrimas”.
De
la mano del tango vino el lunfardo, que fascinó a Federico y en esto,
contribuyó mucho sus encuentros con el periodista y poeta Carlos de la Púa,
conocido también como el Malevo Muñoz, autor de La Crencha Engrasada, la máxima
expresión de la lunfardía. La temática que desarrollaba de la Púa encantaba a
Federico plagada de malevos, prostitutas, ladrones y cafisios.
Según
relata el escritor y ensayista Ricardo Ostuni y también lo hace el periodista
César Tiempo, una noche invitaron al poeta del Romancero Gitano a que presenciara el ensayo general de la obra “El teatro soy yo”. A la salida del teatro Smart, más tarde llamado
Blanca Podestá, salieron a caminar por Corrientes. Ya era medianoche cuando
surgió Gardel quien los abrazó con su eterna sonrisa. El “Zorzal” los invitó a
su departamento y allí desgranó con su guitarra Caminito, Claveles Mendocinos, La tropilla y Mis flores negras.
Tanto Federico como Gardel se encontraban en el
apogeo de sus carreras, pero con poco más de un año de diferencia, el destino
les tenía planeado una muerte violenta, al primero bajo las balas de la
dictadura franquista y al segundo con la tragedia aérea en Medellín.
Sobre
este y otros encuentros, Federico escribiría: “Buenos Aires tiene algo vivo y
personal, algo lleno de dramático latido, algo inconfundible y original en
medio de sus mil razas, que atrae: el tango, toda Buenos Aires late con el
tango”.
Otro
lugar que frecuentó fue el café Tortoni, sitio emblemático de Buenos Aires
donde recalaban, y lo siguen haciendo, poetas, escritores, políticos, músicos y
hombres de la noche, tanto locales como extranjeros. Seguramente se encontró
allí en más de una oportunidad con Enrique Santos Discépolo.
Café Tortoni
Se
conocieron en los primeros meses 1934 y se volvieron a encontrar en 1936 en
España en ocasión del viaje de Enrique y su esposa Tania a la península. Tania
recuerda: "En ese tiempo español con nubarrones de la guerra civil que se
desataría a poco de nosotros dejar la península, conocimos a mucha gente...
Ninguno nos dejó la impresión indeleble de Federico García Lorca, el bueno, genial
y desdichado Federico. Dos años antes Enrique había simpatizado a mares con él
en Buenos Aires e incluso había compartido nuestra mesa en el departamento de
la calle Cangallo. De ese conocimiento en España, resultó una amistad
fraternal. Federico y Enrique caminaban y conversaban largas horas".
Discépolo fue uno de los primeros a quienes leyó el poema “Llanto por la muerte
de Ignacio Sanchez Mejía”, mucho antes de ser editado.
Enrique Santos Discépolo (1901-1951)
No hay
evidencias de que Homero Manzi se haya encontrado con Federico, pero es
indudable que algunas de sus poesías muestran la influencia que éste ejerció
sobre el autor de Malena. Un claro
ejemplo de ello son las primeras estrofas de “Milonga triste”:
Llegabas
por el sendero,
delantal y
trenzas sueltas,
brillaban
tus ojos negros,
claridad de
luna llena.
Mis labios
te hicieron daño
al besar tu
boca fresca
castigo me
dio tu mano,
pero más
golpeó tu ausencia…
Los
párrafos del tango “Ninguna”, también evocan el estilo del gran poeta español:
No habrá ninguna igual, no
habrá ninguna,
ninguna con tu piel ni con
tu voz.
Tu piel, magnolia que mojó
la luna.
Tu voz, murmullo que entibió
el amor.
No habrá ninguna igual,
todas murieron
en el momento que dijiste
adiós….
Federico
conoció por primera vez a Pablo Neruda en Buenos Aires. Se vieron en dos
ocasiones, la primera en el Pen Club donde ambos, en sendos discursos,
destacaron la necesidad de que la ciudad debería homenajear con una escultura a
Rubén Darío. La segunda ocasión constituye una anécdota jugosa. Ocurrió en
“Villa Los Granados”, el palacio que tenía el magnate Natalio Botana en Don
Torcuato.
Pablo Neruda (1904-1973)
Después
de una cena, Federico, Neruda y una atractiva poeta salieron al jardín y Neruda
relata: “García Lorca iba adelante y no dejaba de reír y de hablar. Estaba
feliz. Ésa era su costumbre. La felicidad era su piel”. De allí se dirigieron
al torreón del castillo y los tres subieron los escalones lentamente. Vale la
pena describir esta parte tal como la cuenta Neruda en su libro Confieso que he vivido.
”Arriba
los tres, poetas de diferentes estilos, nos quedamos separados del mundo”…”La
noche encima de nosotros estaba tan cercana y estrellada que parecía atrapar
nuestras cabezas…”
“Tomé
en mis brazos a la muchacha alta y dorada y, al besarla me di cuenta de que era
una mujer carnal compacta, hecha y derecha. Ante la sorpresa de Federico nos
tendimos en el suelo del mirador, y ya comenzaba yo a desvestirla, cuando
advertí sobre y cerca de nosotros los ojos desmesurados de Federico, que nos
miraba sin atreverse a creer lo que estaba pasando”.
-Largo
de aquí! Ándate y cuida de que no suba nadie por la escalera! -le grité. Descendió
las escaleras tan apresuradamente que rodó por los escalones oscuros de la
torre. La cojera le duró quince días”. (Fragmentos de “Confieso que he vivido”
de Pablo Neruda).
La muerte fue en Granada
Había comenzado la Guerra Civil y Federico buscó
refugio en Granada en casa de la familia de su amigo el poeta Luis Rosales, donde
se sentía más seguro ya que dos de sus hermanos, en los que confiaba, eran
destacados falangistas. A pesar de ello, el 16 de agosto de 1936, se presentó
allí la Guardia Civil para detenerlo. Según el historiador Ian Gibson, se
acusaba al poeta de «ser espía de los rusos, estar en contacto con éstos por
radio, haber sido secretario de Fernando de los Ríos y ser homosexual». Seguramente también lo mataron
porque amaba la vida, escribía poesías y no era fascista. Fue trasladado al
Gobierno Civil, y luego al pueblo de Viznar donde
pasó su última noche en una cárcel improvisada, junto a otros detenidos.
La fecha exacta de su muerte ha sido objeto de una
larga polémica, pero parece definitivamente establecido que fue fusilado a las
4:45 h de la madrugada del 18 de agosto, a escondidas, con la cobardía que
caracterizó siempre a la derecha. Su cuerpo permanece enterrado en una fosa
común anónima en algún paraje de Granada.
Se le vio,
caminando entre fusiles,
por una
calle larga,
salir al
campo frío,
aún con
estrellas, de la madrugada.
Mataron a
Federico
cuando la
luz asomaba.
El pelotón
de verdugos
no osó mirarle
la cara.
Todos
cerraron los ojos;
rezaron:
¡ni Dios te salva!
Muerto cayó
Federico.
-sangre en
la frente y plomo en las entrañas-.
…Que fue en
Granada el crimen
sabed
-¡pobre Granada!-, en su Granada…
Raúl
González Tuñón
Instituto
Cervantes. Federico García Lorca. Biografía. Disponible en: http://www.cervantes.es/bibliotecas_documentacion_espanol/biografias/tokio_federico_garcia_lorca.htm
Ricardo
Ostuni. García Lorca y el tango. Tango Reporter, número 153, Febrero 2009.
Neruda.
Confieso que he vivido. Memorias. Losada, Buenos Aires 1974.
Justo
Fernández López. Federico García Lorca. Biografía. http://hispanoteca.eu/Literatura%20espa%C3%B1ola/Generaci%C3%B3n%20del%2027/Federico%20Garc%C3%ADa%20Lorca%20-%20Vida%20y%20obras.htm
Con buen criterio un lector me hizo una observación sobre la autoría de la obra "El teatro soy yo", que adjudiqué erróneamente a Ostuni, cuando pertenece a César Tiempo. Se realizó la corrección
ResponderEliminarSiempre magnífico el blog sobre García Lorca y las coneccniones con Argentina, el tango, Gardel, etc. Tienes un gran talento para descurbrir anécdotas importantes pero poco conocidas de personajes famosos.
ResponderEliminarAbrazo
Excelente entrada, Ricardo, me interesa muchísimo la trayectoria de Federico y me ha interesado especialmente todo lo que compartes aquí. Lo mataron porque amaba la vida..., ay, qué afirmación tan rotunda y triste. Saludos afectuosos.
ResponderEliminarMuy bueno.
ResponderEliminargracias por esta invitación tan amorosa
me acordé mucho de Américo, que admiraba a todos lo0s personajes de la primera nota
un beso enorme