Esta es la historia de dos personajes que vivieron durante la misma época
en lugares diferentes del planeta y que para poder estudiar y ejercer la medicina
cambiaron identidades y apariencias, violando las reglas de su tiempo.
James/Margaret
En una casa fúnebre de Londres, Sophia Bishop la encargada de preparar cadáveres se apresta a iniciar su lúgubre tarea. El que yace ante ella no es un muerto cualquiera, es el oficial, James Barry Inspector General de Hospitales Militares de Inglaterra y sus colonias, cirujano con una extensa trayectoria jalonada por grandes avances en los métodos de higiene hospitalaria y la prevención de enfermedades.
En una casa fúnebre de Londres, Sophia Bishop la encargada de preparar cadáveres se apresta a iniciar su lúgubre tarea. El que yace ante ella no es un muerto cualquiera, es el oficial, James Barry Inspector General de Hospitales Militares de Inglaterra y sus colonias, cirujano con una extensa trayectoria jalonada por grandes avances en los métodos de higiene hospitalaria y la prevención de enfermedades.
Antes de morir Barry solicitó que lo enterraran sin sacarle el uniforme,
pero la encargada no cumplió el pedido y desvistió totalmente al muerto. ¡se
equivocaron, me trajeron el cadáver de una mujer!, dijo entre asombrada e
indignada, pero no existía error alguno, aquel destacado oficial, orgullo del
ejército inglés, hacía más de 50 años que venía engañando a pacientes, colegas
y superiores haciéndose pasar por hombre. Un examen más exhaustivo demostró que
en la piel del abdomen había estrías atróficas, típicas de las mujeres después
de un embarazo.
Margaret Ann Bulkley nació en el condado de Cork en los últimos años del
siglo XVIII, desde su infancia adquirió la sólida vocación de ser médica, pero
las escuelas de esa disciplina estaban vedadas para las mujeres.
El tío de Margaret,
James Barry, tenía amigos influyentes, uno de ellos, era el general venezolano
Francisco de Miranda, de gran prestigio en toda Europa, salvo en España, por sus
ideas revolucionarias y de independencia. La otra persona era David Stuart
Erskine, un ferviente partidario de la educación de las mujeres. Margaret tenía
una mente brillante y era tan grande su fervor por la medicina, que estos dos
hombres se complotaron para que ingresara a la facultad disfrazada de hombre.
Una vez egresada iría a Venezuela a ejercer la profesión en su verdadero rol de
mujer.
Con el nombre de James Barry completó la carrera de medicina y a la edad
de 21 años, según el plan establecido, estaba todo dispuesto para su emigración
a Caracas.
En una actitud que ha sido extenso tema de discusión por los
historiadores, Miranda fue traicionado por Simón Bolívar y encarcelado en
España. El plan y los contactos con los que Barry contaba en Venezuela quedaron
frustrados y entonces tomó la extraordinaria y mayúscula decisión de conservar la identidad masculina.
Se unió al cuerpo médico del ejército británico que lo destinó al Cabo de
Buena Esperanza donde adquirió un sirviente negro que la ayudaba a vestirse
colocándole una serie de toallas distribuidas en tal forma que resaltaran lo
masculino y ocultaran los atributos femeninos.
¿Fue el sirviente el único que
supo su verdadera identidad sexual? Se especula que Barry mantuvo muy estrechas
relaciones con Lord Charles Somerset, el gobernador de la colonia y que ambos
fueron amantes. Esto explicaría la desaparición durante casi un año de Barry quien
se había embarazado y regresó después de un parto prematuro de un bebé que
nació muerto. Somerset se las arregló para tapar ese período sin despertar
sospechas.
Margaret Ann Bulkley/James Barry
(1795-1865)
Barry tenía una voz poco masculina y rasgos delicados, que disimulaba detrás
de un fuerte carácter y gran ejecutividad. Emitía las órdenes con dureza y no
aceptaba quejas ni contradicciones. Durante su estadía en Sud África realizó la
primera cesárea de la historia donde tanto la madre como el niño sobrevivieron
la cirugía, algo nunca logrado hasta entonces.
Regresó a Inglaterra con una excelente foja de
servicios y de allí lo destinaron a Santa Elena para dirigir el hospital
militar. También cumplió funciones en Malta, Jamaica y Canadá y estando en
Crimea conoció a Florence Nightingale la mujer que revolucionó la medicina
creando escuelas de enfermería que jerarquizaron esta profesión a los
estándares que hoy se conocen. Tanto Barry como Nightingale tenían la misma
concepción sobre la higiene, la asepsia, el cuidado de las heridas y la
atención de los enfermos y fueron pioneras en cambiar drásticamente la calidad
de la atención hospitalaria, pero el fuerte temperamento de ambas produjo continuos
choques y discusiones.
Barry también luchó contra
la mala praxis médica y los medicamentos ineficaces, y a menudo tóxicos que se
vendían en las farmacias. Su enfoque radical para la lepra y las
enfermedades tropicales transformó los hospitales que trataban estas enfermedades.
Debido a los viajes que realizó por aquellas zonas adquirió una infección intestinal. Regresó a Londres muy enferma y
murió al poco tiempo. Fue entonces que se descubrió que James Barry era una
mujer.
La historia de la medicina en Inglaterra le otorga
a Elizabeth Garrett Anderson (1836-1917), el crédito de haber sido la primera
médica cirujana de ese país. La realidad es que mucho antes que ella, ese
título lo merecía Margaret Ann Bulkey, pero ni las instituciones militares
inglesas ni las academias de medicina tuvieron el coraje de admitir que habían
sido engañadas durante 50 años.
Margaret Ann
Bulkley yace enterrada en el cementerio de Kensal Green en Londres. En su
lápida dice: Dr. James Barry, Inspector General de Hospitales, Muerto 26 de
julio 1865, a la edad de 70 años.
Enriqueta
Favez/Enrique Favez
Enriqueta Favez nació en
Suiza, se supone que en el año 1791. Como era costumbre en aquellos tiempos, se
casó muy joven a la edad de 15 años con un oficial del ejército Napoleónico. El
matrimonio fue breve porque su esposo falleció en combate dejándola viuda a los
18 años.
Entonces Enriqueta se trasladó a París y aquí se produce un vacío en la crónica de su vida que no explica las drásticas decisiones que ella tomó y debemos suponer que una decisión estaba necesaria y estrechamente vinculada con la otra. Enriqueta decidió estudiar medicina, ignoramos si se debió a que quería satisfacer una fuerte vocación, o porque significaba una salida laboral aceptable, o por ambas razones.
Entonces Enriqueta se trasladó a París y aquí se produce un vacío en la crónica de su vida que no explica las drásticas decisiones que ella tomó y debemos suponer que una decisión estaba necesaria y estrechamente vinculada con la otra. Enriqueta decidió estudiar medicina, ignoramos si se debió a que quería satisfacer una fuerte vocación, o porque significaba una salida laboral aceptable, o por ambas razones.
Las escuelas de medicina
francesa tenían los mismos prejuicios que los que tuvo que afrontar Barry por
la misma época: no aceptaban mujeres. Enriqueta tomó una decisión insólita
extrajo del ropero un uniforme que era de su marido, se acondicinó el pelo y se
presentó en la Facultad de Medicina de París donde se matriculó bajo el nombre
de Enrique Favez , oficial del Regimiento de Cazadores 21.
Enriqueta Favez/Enrique Favez (1791-1856)
Una vez recibida se incorporó al ejército de la Grand Armée que en 1812, se dirigió a la conquista de Rusia. Sobrevivió de aquella desastrosa campaña porque permaneció en la retaguardia tratando a los heridos de guerra.
Enriqueta Favez/Enrique Favez (1791-1856)
Una vez recibida se incorporó al ejército de la Grand Armée que en 1812, se dirigió a la conquista de Rusia. Sobrevivió de aquella desastrosa campaña porque permaneció en la retaguardia tratando a los heridos de guerra.
En 1814, después de
haber sido hecha prisionera en España por las fuerzas de Wellington decidió
probar suerte en el Caribe y se radicó en Baracoa, perteneciente a la provincia
de Guantánamo, Cuba. Allí ejerció la medicina con tanto éxito que le otorgaron
el título de protomédico que le permitió ejercer la docencia.
Trabajó por varios años ayudando a todo tipo de personas sin importar su raza o condición social y en uno de sus viajes conoció a Juana de León, una joven pobre y enfermiza de quien se enamoró y con quien se casó.
Trabajó por varios años ayudando a todo tipo de personas sin importar su raza o condición social y en uno de sus viajes conoció a Juana de León, una joven pobre y enfermiza de quien se enamoró y con quien se casó.
Después de cuatro años
de matrimonio su esposa la denunció lo que dio origen a uno de los juicios más
infames de la historia del derecho en aquellas latitudes. La carátula del
expediente, que aún se conserva en el Archivo Nacional de Cuba, dice: “Causa
criminal contra Doña Enriqueta Favez por suponerse varón y en traje de tal
haber engañado a Doña Juana de León con quien contrajo legítimas nupcias”.
El juicio que debió
afrontar fue mucho más allá del supuesto ultraje hecho a Juana y de la
responsabilidad de resarcir su maltrecho honor. Su atrevimiento no sólo ha
ofendido a la De León, sino que además es un “agravio
y escándalo […] ocasionado a la república no menos con tales delincuencias, que
con el
disfraz de hombre, que condenan todas las leyes del universo, en cuya suposición pudo obtener la
licencia del Protomedicato y el título de su Fiscal para Baracoa, con insulto y
burlas de ese respetable Tribunal, del Excelentísimo Señor Capitán General de
la Isla, y de todas las demás autoridades y corporaciones constituidas en
ella.”
Enriqueta estaba
condenada de antemano, había cometido demasiadas transgresiones para la época y
dejarla en libertad hubiera sentado un gravísimo precedente en la sociedad de
entonces donde la iglesia ejercía un poder enorme. Careció de abogado que
alegara a su favor y a pesar de defenderse en forma brillante, donde demostró
que no solo no causó daño a nadie sino que ejerció su profesión como un
verdadero apostolado, el juez la condenó a 4 años de prisión y al destierro “por los horribles crímenes de haber
andado, desde que vino a esta Isla, disfrazada con el vestuario de hombre”.
A causa de la expulsión
forzosa de los territorios españoles se mudó a Nueva Orleans (Estados Unidos),
se hizo monja, tomó el nombre de sor Magdalena, y murió como madre superiora de
un convento en 1856.
Patricia Duncker. The Doctor. Editorial Harper Perennial 1999.
Dr. James Barry/Margaret Ann Bulkely. Revista de Artes,
marzo/abril 2014, número 43.
Victoria Moore. Dr Barry's deathbed sex
secret: The extraordinary truth about a great war hero and medical pioneer. Mail online 10/03/2008.
Juliana Martinez. La
horrorosa e impía conducta de Enriqueta Favez. 04/10/2013.
Enriqueta Favez. EcuRed. https://www.ecured.cu/Enriqueta_Favez