Emma
Hart, más conocida como Lady Hamilton en el mundo londinense de fines del siglo
XVIII fue un personaje singular. Se puede comenzar diciendo que debe haber sido
la mujer más requerida por los artistas. Decenas de cuadros muestran su rostro
o su cuerpo entero en diferentes actitudes y con vestimenta variada. Los pintores
no se inspiran ante caras desagradables, en cambio Emma era muy hermosa, su
belleza deslumbraba por la perfección de sus rasgos, ojos de un azul purísimo y
rostro ovalado enmarcado por largos bucles castaños.
Emma Hart (1765-1815), por
George Romney
Pero
como si esto no fuera suficiente, estaba dotada de espontaneidad y de gracia
natural, seducción, buena voz para el canto y gran capacidad escénica. No es de
extrañar que muchos hombres cayeran rendidos a sus pies, incluyendo al prócer
máximo de la historia de Inglaterra: el Almirante Horacio Nelson. Su temple de
acero, su gesto endurecido y marmóreo que no se alteraba durante el máximo
fragor del combate, se transfiguró ante la presencia de Emma.
Una adolescencia poco
convencional
Ignoramos
los años de su infancia, pero sabemos que fue hija de un herrero y de una mujer
semi analfabeta y nada refinada. Los datos de su vida comienzan a surgir a la
edad de 12 años en que se desempeñó como mucama en varios hogares. Un año
después comenzó la etapa turbulenta de su vida y que se prolongó hasta el resto
de su existencia.
Apenas
cumplidos los quince años trabajó como modelo y danzarina en el Templo de la Salud y del Himen,
organizado por un médico aventurero, émulo de Dulcamara, donde la mayor
atracción era un lecho donde las parejas que en él se acostaban recibían
pequeñas descargas eléctricas, que según el charlatán, aumentaban la
fertilidad. Muchas parejas pagaron 50 libras, suma considerable en aquella la
época, para disfrutar del lecho celestial que aseguraba el pronto nacimiento de
bebés sanos y hermosos.
De
allí, Emma fue rescatada por un noble, Sir Harry Fetherstonhaugh,
que la llevó a su residencia de campo, donde según la leyenda, bailaba desnuda
sobre la mesa como frutilla del postre y para entretenimiento de los amigos del
caballero. Es ocioso señalar que ya eran varios los amantes que habían pasado
por el lecho de Emma y uno de ellos, el dueño de la residencia la embarazó. Es
así que a los 16 años dio a luz una niña cuyo cuidado y educación estuvieron a
cargo de su abuela.
Ascenso social
Uno
de los concurrentes a las alegres veladas de Sir Harry era un joven caballero
llamado Charles Francis Greville, hijo del Conde de Warwick, miembro del
Parlamento, y que pronto sucumbió ante la belleza de la joven. Este fue un
salto de categoría importante en la vida de Emma, quien a partir de entonces, supo
mantener e incrementar la calidad tanto de sus amistades como la de sus
amantes. Greville la presentó a George Romney, un retratista de excelente
técnica, que estaba de moda en la alta sociedad londinense.
El artista quedó
impactado ante la belleza y la gracia de Emma y la transformó en su musa
inspiradora pintándola innumerables veces. Los retratos, que fueron vistos por
muchos, junto con las conexiones de Greville, abrieron el camino de Emma para
ingresar a un escalón social superior. Atrás quedó su oscuro y equívoco pasado
esfumados por el encanto de aquella atrapante mujer.
Grenville
amaba a Emma, aunque el tiempo y la rutina minaron la relación y redujeron su
ardor, pero por sobre todo comenzó a tener dificultades financieras y una de
las formas de resolverlas, este haragán y bastante disoluto caballero, fue
casarse con una heredera de fortuna. En este plan Emma se había convertido en
un estorbo, para lo cual ideó una idea maquiavélica. Le escribió a su tío Sir
William Hamilton, quien se desempeñaba como embajador en Nápoles para que se
encargara de la muchacha. A ella la engañó sugiriéndole que pasara unas
vacaciones en Nápoles mientras él atendía unos asuntos en Escocia.
Lady Hamilton, por George Romney. National
Portrait Gallery
Lady Hamilton
Emma
se dirigió al encuentro de Sir William sin saber que se convertiría en su
amante. Cuando se dio cuenta de la situación tuvo un justificado ataque de
furia que fue menguando en la medida que comprobó que Sir William no solo era
una persona honesta y muy cultivada sino que además poseía una generosa fortuna
junto con numerosos contactos políticos y sociales, entre ellos el rey de
Nápoles. Emma se casó con él y se transformó en Lady Hamilton, tenía 24 años y
él 60.
Sir William Hamilton (1730-1803) por Hugh Douglas Hamilton
Con
su encanto, su belleza y su talento para el teatro, Emma revolucionó la
sociedad local a tal punto que solían acudir a la mansión de Sir Williams, visitantes
y turistas de otras partes de Europa para verla actuar. Se trataba de un
programa teatral de varias series que ella bautizó “Actitudes”, donde danzaba y
cantaba utilizando distintos atuendos, desde una campesina napolitana hasta una
emperatriz romana, la reina Cleopatra o una doncella de la mitología como
Medea, su mayor éxito. Esta fase de su existencia fue registrada para la
posteridad por Elisabeth Louise-Vigeé Le Brun, la retratista de la reina María
Antonieta.
Lady Hamilton en el papel de Medea por Elisabeth Louise-Vigeé Le Brun
Emma era celebrada y admirada por todos como anfitriona, como mujer
y como actriz y consideraba que había alcanzado el pináculo de sus ambiciones.
Sin embargo, lo más importante de su existencia estaba por ocurrir.
Encuentro con Nelson
En
1793 Nelson arribó con su flota a Nápoles y se dirigió a Sir William
solicitándole abastecimiento logístico. El embajador le contestó que haría lo
posible y que en caso de tener éxito le demoraría varios días. Fue entonces
cuando intervino Emma, quien por medio de su amistad con la reina María
Carolina, la esposa del rey de Nápoles, resolvió en forma inmediata todas las
necesidades del Almirante.
Cinco
años después Nelson regresó a Nápoles, venía de derrotar al ejército de
Napoleón, hundiéndole su flota en la batalla del Nilo, lo que obligó a que éste
regresara por tierra desde El Cairo hasta París sufriendo innumerables
penurias.
Aquí se produjo el segundo encuentro entre Lady Hamilton y el
Almirante y ella al verlo casi cae desmayada, Nelson había perdido el brazo y
el ojo derecho que cubría con un parche. Se encontraba muy debilitado y Emma lo
alojó en la mansión de Sir William brindándole todo tipo de cuidados.
A
partir de entonces ambos se amaron apasionadamente. Una de las cartas de Nelson
a Emma muestra la admiración que él sentía por aquella mujer: “…He viajado por
todo el mundo, y he estado en todos los rincones del mismo, y hasta ahora nunca
he conocido a ninguna que la iguale, ni siquiera a ninguna que pudiera
compararse con usted. Usted sabe premiar la virtud, el honor, el coraje, sin
averiguar jamás si lo concede a un príncipe, a un duque, a un lord o a un
paisano.”
Horacio Nelson (1758-1805)
por Lemuel Francis Abbot
En
1800 Emma, su madre, Sir Williams y Nelson partieron hacia Inglaterra y se
alojaron en una casa que Nelson compró. El público quedó fascinado ante el
ménage a trois y al año siguiente nació Horatia la hija de ambos. Nelson se
separó de su esposa quien no le concedió el divorcio y tres años después
falleció Sir William. Junto al lecho del moribundo, Emma y su amante lo
acompañaron hasta el último momento.
El
21 de octubre de 1805, en el combate naval de Trafalgar, la flota inglesa
destruyó por completo a la coalición anglo-francesa, con lo que se derrumbó
definitivamente el sueño de Napoleón de invadir Inglaterra. Allí perdió la vida
Nelson que fue enterrado en Londres con todos los honores.
También fue el
comienzo de la rápida declinación de Emma, la mujer que había sido la
admiración de todos los que la conocieron, la que impuso las normas de la moda
en todos los lugares donde estuvo, se deterioró físicamente y a los 45 años tan
solo 6 años después de la muerte de Nelson había engordado y perdido todo
atractivo.
Económicamente estaba en la ruina porque la herencia que él le había
dejado fue desviada hacia otras manos. Agobiada por las deudas huyó a Francia y
se radicó en Calais donde vivió en la miseria hasta su muerte a la edad de 49
años. Su hija Horatia tuvo mejor destino casándose con un pastor protestante y
llevando una vida familiar con diez hijos. Durante toda su vida ocultó que era
la hija de Lady Hamilton.
Southey Robert. Vida de Nelson. Emecé
Editores, Buenos Aires 1945.
Ben Johnson. Emma Lady Hamilton.
Historic UK.
Hamilton Emma, Lady.
Encyclopaedia Britannica, tomo 5, pag 661, Chicago 1995.
Nelson Horatio. Encyclopaedia
Britannica, tomo 8, pag 588-590, Chicago 1995.
Muy interesante, Ricardo, gracias !
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