A
la edad de 17 años, la escritora Mary Wollstonecraft
Godwin se enamoró del poeta Percy Shelley, quién por entonces era un hombre
casado. El romance fue lo suficientemente fuerte para la sociedad londinense de
principios del siglo XIX, como para que Mary y Percy huyeran de Londres y
se refugiaran en París. A partir de entonces ella adoptó el apellido de su
esposo y pasó a conocerse en la posteridad con el nombre de Mary Shelley.
La
pareja recorrió Europa en condiciones económicas precarias, pero felices y se
puede decir que la mayor parte de sus vidas la pasaron viajando. En una ocasión
se trasladaron a Suiza y visitaron a un amigo de ambos en su casa veraniega de
Ginebra.
Mary Shelley (1797-1851) y Percy
Shelley (1792-1822)
El
tal amigo era nada menos que Lord Byron, cuyas poesías lo habían llevado a la
fama. Otra fama muy distinta también acompañaba al genial poeta inglés, porque
Byron no estaba en Ginebra disfrutando de unas vacaciones, sino que había huido
de su país después de escandalizar a la aristocracia inglesa por su rebeldía
ante la moral y las rígidas convenciones imperantes en Inglaterra.
Los
Shelley no estaban en mejor situación, así que los tres compartían las mismas
afinidades. Al grupo se agregaron dos personajes más: Claire Clermont, la media
hermana de Mary quien por entonces era también la amante de Byron, y el
escritor y médico John Polidori. En una noche de tormenta, entre truenos y
relámpagos, que se prestaba a relatos macabros e historias del más allá, Byron
los desafió a que escribieran una novela de contenido truculento y rayana con
el terror.
Lord Byron (George Gordon Byron
1788-1824)
De
todo el grupo, Mary sin tener conciencia de ello, era la más preparada para encarar la apuesta con
que los enfrentó Byron. Además de ser muy ilustrada, porque recibió una
educación muy avanzada para su época, ya que ambos padres eran escritores, Mary
tuvo una infancia un tanto peculiar. Desde su ventana, lo que veía esencialmente eran tumbas y cadáveres. Desde pequeña su
vida estuvo asociada a los cementerios, porque era la época de los ladrones de
tumba, que en la clandestinidad desenterraban a los muertos para proveer de
cuerpos a médicos y estudiantes. El gran promotor de esta costumbre macabra era
el cirujano del rey, Sir Astley Cooper, destacado médico y anatomista quien
había sentenciado: “La ley no impide que obtengamos el cuerpo de cualquier
individuo que consideramos necesario. No hay persona, sea cual sea su
situación, cuyo cuerpo no podamos conseguir para diseccionar”.
Como todos
los niños, Mary tenía su lugar favorito para aislarse y evadirse, tanto de los
adultos como de compañeros indeseables, y para ella ese sitio era el cementerio
de Saint Pancras donde estaba enterrada su madre. Sentada sobre una lápida
aprendió a leer los clásicos y las obras de su época.
Pasaron
varios días y a Mary, las musas no parecían ayudarla, ¿quedaría sin poder
satisfacer el desafío de Byron?, pero una noche tuvo una pesadilla, donde sin
duda alguna vinieron a su mente aquellos recuerdos de la infancia sobre
cementerios y cadáveres. Soñó sobre un muerto al cual un científico le dio
vida. Cuando se despertó sobresaltada se dijo a si misma: “si a mí me
aterrorizó, también puede hacerlo con los demás”. Fue en aquella mansión de
Byron que nació la idea que se plasmó en una de las obras más populares para
todas las generaciones que la leyeron hasta la actualidad sin que el paso del
tiempo le arrebatara el más mínimo valor.
Mary se abocó a lo que en un
principio debía ser un cuento breve, pero estimulada por Shelley, terminó
escribiendo una extensa novela que quedó con el título de Frankenstein y
un subtítulo: El moderno Prometeo, que con el tiempo pasaría al olvido.
La novela trataba de un científico alemán llamado Victor Frankenstein quién en
sus estudios universitarios desarrolló una técnica secreta para impartir la
vida a organismos muertos. En su laboratorio ensambló partes de cuerpos humanos
formando un ser gigantesco de aspecto siniestro.
Así nació aquel personaje que
nunca tuvo nombre, porque en la obra es designado como “la criatura”, “el
monstruo” o “el demonio.” Con el transcurso del tiempo, para el común de la
gente Frankenstein y la criatura se volvieron sinónimos y el monstruo quedó
identificado como Frankenstein.
En la novela, la vida de este humanoide es
totalmente desgraciada, rechazado por el pueblo y por su propio creador vive
huyendo y cometiendo crímenes y fatalmente termina con la muerte de ambos. El
personaje infunde tanto horror como tristeza.
Además de su temática original, la
obra está escrita con excelente estilo teniendo en cuenta que por entonces Mary
solo tenía 19 años. Percy Shelley merece un crédito importante, ya que la idea
original de ella era escribir un cuento de pocas páginas, pero él consideró que
la temática era brillante y la estimuló para que la transformara en una novela.
Primera edición de Frankenstein
La primera publicación se produjo
en marzo de 1818 con 500 copias de tres volúmenes y Mary la firmó como anónimo.
En el público tuvo escasa recepción, pero Sir Walter Scott, el autor de Ivanhoe,
detectó el valioso legado que la novela aportaría a la literatura universal y
no le retaceó elogios: “se trata de una obra impresionante por la idea genial
del autor que le otorgó un gran poder de expresión”, señaló.
Pocos
años después, el argumento fue trasladado al teatro y subió a escena bajo el
nombre de El destino de Frankenstein,
que tuvo mucha repercusión y dio pie a que en 1822 saliera una segunda edición
en la cual esta vez Mary Shelley figuraba como la autora. Pero ese año también
fue la muerte de su amado Percy en un naufragio. Su cadáver fue encontrado en
la orilla de una playa desfigurado por el mar.
Shelley
fue enterrado allí mismo porque las leyes sanitarias de Italia así lo exigían,
pero poco después sus amigos lo desenterraron y realizaron un ritual casi
tribal al cual también asistió Lord Byron quien tenía un afecto profundo por
Shelley. Mientras el cuerpo se consumía uno de los asistentes consiguió
arrancarle el corazón al muerto y se lo entregó a Mary.
Ella
murió a la edad de 53 años el 1 de febrero de 1851, su hijo Percy Florence
Shelley la enterró junto con su amado y con el corazón que ella había
conservado toda la vida. No podía ser de otra manera.
Además
del clásico film de 1931 dirigido por James Whale y que volvió famoso a Boris
Karloff, quien nunca más pudo ser superado en el papel de la criatura, se
realizaron 53 proyecciones cinematográficas donde el personaje del monstruo,
encarnado por diferentes actores figura en el guión bajo distintas
interpretaciones.
Mary Shelley escribió, novelas cuentos y manifiestos feministas, porque fue una activa defensora de los derechos de las mujeres, pero pasó a la historia con Frankenstein, novela del género gótico, considerada por muchos como uno de los ejemplos más tempranos de ciencia ficción. A partir de entonces, la literatura gótica y la distópica, se convirtieron en territorios donde los escritores de lengua inglesa carecen de rivales.
Gisela
Antonuccio. Mary Shelley: vida y misterio de una autora macabra. Suplemento Ñ
de Clarín, 08/10/2013.
El
busto de Palas. Curiosidades que desconoces sobre Mary Shelley. http://elbustodepalas.blogspot.com.ar/2010/05/curiosidades-que-desconoces-sobre-mary.html
Neil Gaiman. My hero Mary
Shelley.The Guardian 18/10/2014.
Valentine. Frankenstein by Mary
Shelley. A review. The Guardian 06/08/2014.
Acabo de leérselo a mis compañeras de trabajo. Muy interesante!
ResponderEliminarexcelente tu nota Ricardo!! un abrazo!
ResponderEliminarComo siempre son magníficos tus blogs, Ricardo. Tu relato sobre Mary Shelley es un típico ejemplo. Muchos de los detalles no conocía. Algún día tenemos que visitar Roma juntos. Allí, en el cementero para los no católicos, están las cenizas del famoso esposo de Mary, y la tumba de por lo menos uno de sus hijos que murieron de niños.
ResponderEliminarAbrazos para tí y para Alicia.