Werner Herzog
Werner
Herzog, alemán de nacimiento tiene actualmente 74 años, pero sigue enfrentando
situaciones límites propias de un joven temerario y aventurero. Su última
filmación es un documental sobre los volcanes, que para Herzog no pueden ser
otra cosa que volcanes en plena actividad, acercándose peligrosamente a sus
bocas. Herzog nunca se arrepiente ni da marcha atrás con sus proyectos, por más
descabellados que sean y sobre esto hay varios ejemplos.
En
1974, su amiga Lote Heisner, personaje sagrado en el ambiente de la
cinematografía alemana y francesa, estaba gravemente enferma. Herzog la
admiraba por su talento como crítica cinematográfica y por su libro La Pantalla Diabólica, una obra de
referencia indispensable para todo cineasta, especialmente dentro del género
expresionista. En cuanto Herzog se enteró, decidió que Lote no debía morir, “el
cine no puede prescindir de ella y no voy a permitir que esto suceda”, se dijo
así mismo. Acto seguido puso las necesidades más imprescindibles en su mochila
y se encaminó, munido de una brújula, hacia la casa de Lote a pie, sin
cuestionarse que él vivía en Munich y ella en París y que los separaba una
distancia de 700 kilómetros.
Después
de 21 días de dormir en cobertizos, cementerios, atrios de iglesias y
ocasionalmente en la casa de alguna persona caritativa que no se arredraba por
su aspecto de vagabundo, encontró a su ídolo vivo y que continuaría en este
mundo por 9 años más. Plasmó la aventura en uno de sus libros: Del caminar sobre hielo.
Lote Heisner (1896-1983)
El cineasta Erroll Morris se había
sumergido en un emprendimiento fílmico que parecía superar su capacidad y
estaba al borde de abandonar la producción. Herzog para estimularlo anunció
públicamente que si Morris lograba terminar la obra, cocinaría uno de sus
zapatos y se lo comería. Ante el desafío Morris finalizó la película que se
llamó La puertas del paraíso. Herzog cumplió su promesa y rodeado de un
selecto público y una cámara que lo filmaba se comió su zapato.
Quizás
la filmación que más trabajo le dio fue Fitzcarraldo, sobre la epopeya de un
irlandés millonario que decidió construir una ópera en plena selva amazónica para
que en ella cantara Caruso. En la historia real, uno de los episodios fue el
traslado por un tramo terrestre y empinado de un barco fluvial de 340
toneladas, para luego ponerlo a navegar en un amplio río. Herzog consideró que
si Fitzcarraldo pudo hacerlo, él también lo lograría.
Escena de la película
Fitzcarraldo subiendo una nave por un camino empinado
El
rodaje de la película fue extenuante y decenas de veces, el proyecto estuvo al
borde del fracaso. Después de 6 semanas de rodaje Herzog tuvo que comenzar de
nuevo, porque el protagonista original sufrió una disentería galopante. Intentó
con Mick Jagger de los Rolling
Stones, quien no soportó las penurias y regresó a la civilización a integrarse
con su grupo musical. Finalmente, Herzog recurrió nuevamente al conflictivo y
violento Klaus Kinski, quien además era un psicópata sexual.
Herzog había producido con Kinski varias
películas y todos recordamos Aguirre la
ira de Dios, también filmada en situaciones extremas de la selva peruana y
amazónica. El equipo técnico que participaba en aquellas filmaciones, solía
observar con paciencia y angustia las discusiones y los gritos entre el
director y su actor fetiche y cuando todo parecía que uno de ellos se aprestaba
para lanzarse sobre el otro y estrangularlo, el escenario retornaba a su ritmo
natural y continuaba el rodaje.
Klaus Kinski (1926-1991)
El sistema Netflix acaba de incorporar la
última creación de Herzog: Hacia el
infierno, que como señalé al principio es la incursión de este director en
los volcanes. Devenido en alpinista, en ocasiones enfundado en un traje de
amianto y con máscara de oxígeno, para evitar el calor y la toxicidad del flujo
piroclástico que contiene partículas metálicas y gases con altas temperaturas,
Herzog realiza tomas maravillosas, situándose lo más próximo posible al cráter
del volcán. Muchas tomas son nocturnas para resaltar al máximo los chorros de
material incandescente que escupe la montaña, o los ríos de roja lava que
descienden por las laderas.
Herzog con Oppenheimer al borde del cráter de un volcán
Esta no es la primera vez que Herzog
incursiona acerca de este fenómeno de la naturaleza. En 1977 estuvo en Saint
Vincent filmando al volcán caribeño La
Soufriere. Según los sismólogos era inminente que originara una gigantesca
explosión y los pobladores se habían alejado considerablemente de la montaña
excepto un nativo que sentado a los pies de un árbol no quería abandonar su
lugar de origen. La otra persona que aún permanecía era el propio Herzog quien
lo filmaba mientras el hombre cantaba en su lenguaje incomprensible. Este
episodio está incorporado a la actual película junto con la filmación de
volcanes en la Antártida, Indonesia, Islandia, Corea del Norte y Etiopía. Lo
acompaña Clive Oppenheimer un joven geólogo de la universidad de Cambridge experto
en vulcanografía, que se transformó en coproductor de la obra.
Tan
interesante como las imágenes de los volcanes, la película tiene otro lado fascinante,
que son los habitantes y la obstinación de muchos de ellos en no abandonar la
zona de acción del volcán. “¿Por qué la gente vive cerca de un volcán que en
cualquier momento puede explotar y llevarse todo puesto? ¿Qué devoción suicida
hace que se organicen socialmente a los pies de una montaña sagrada? Siempre me
interesó la gente que vive a la sombra de los volcanes; sus sistemas de
creencias, sus demonios, sus nuevos dioses, sus miedos, su forma de vida”
manifestó Herzog en una de las entrevistas que le hicieron.
Una
respuesta la obtuvo al visitar la comunidad de la isla de Ambryn, al norte de
Nueva Zelanda. Allí se encuentra el volcán Marum, en permanente actividad, cuyo
ancho cráter muestra un verdadero lago de lava. “Nosotros no nos alejamos del
volcán porque en él moran los espíritus de los muertos de nuestra tribu y se
enoja ante la presencia de los turistas”, le informó el jefe de la tribu.
Volcán Marum
La
única visita que Herzog hizo a un volcán inactivo fue en Corea del Norte. Sin
embargo, esa parte de la película es la más interesante, porque muestra la
sociedad de ese país, un totalitarismo militarizado donde el estado ejerce un
control absoluto. Los estudiantes llevan uniformes similares a los de un
soldado, excepto que no portan armas. Periódicamente el gobierno organiza
manifestaciones masivas que hacen recordar a las películas de Leni Riefensthal,
la cineasta de Hitler, que mostraba en escenarios gigantescos miles de soldados
rigurosamente alineados en una estética que resultaba agobiante y fascinante a
la vez.
Desfile
En
el caso de Corea del Norte, las manifestaciones son igualmente masivas, pero
más coloridas y dinámicas, que con sincronismo perfecto de impecables
coreografías, forman símbolos y palabras que ensalzan al régimen y en las que
participan miles de estudiantes. Las calles y las estaciones del subterráneo, exhiben
grandes murales hechos con pequeñas piezas de cerámica que adulan a la dinastía familiar de Kim Il-sung y su hijo Kim
Jong-il alzando y acariciando niños, saludando a un campesino o a una
mujer anciana, todos con rostros que expresan felicidad. El control de la
información es total y el acceso a internet es imposible.
El Monte Paektu, en Corea del Norte, está inactivo desde su
última erupción hace mil años. En su gigantesco cráter hay un lago que en algún
momento se puede transformar en lava, ya que se encuentra en la lista de
volcanes inestables. Desde tiempos milenarios está considerado como un sitio
sagrado, emblema que la dictadura ha sabido aprovechar para manifestar que el
gobierno está protegido por el monte.
Una vez más con Hacia
el infierno, Herzog nos deleita con esta joya cinematográfica, producto de
su talento, su creatividad y su desprecio por todo tipo de riesgos. Además de
mostrarnos el espectáculo de los volcanes nos revela al ser humano con sus
creencias, sus supersticiones y la facilidad con que puede ser manipulado ante
una propaganda masiva y reiterada.
Mariana Enríquez. El sacrificio.
Suplemento Radar de Página 12, 22/02/2015.
Werner Herzog. Del caminar sobre
hielo.
Luciano Monteagudo. Un documental
alucinante sobre el más alucinante de los rodajes. Página 12, 16/07/2002.
Andrés Hax. Vida y obra de Werner
Herzog. Suplemento Ñ, 31/01/2014
Fernando
Krapp. El sueñero. Suplemento RADAR de Página 12, 04/12/2016.
Horacio
Bernades. Volcanes y mitología. Página 12/12/2016.
Hacia
el infierno.