Si
entendemos por burguesía nacional a la que se caracteriza por una fuerte
predominancia de empresarios argentinos, nos quedamos con una visión limitada.
Faltaría agregar que deberían tener como objetivo impulsar un
modelo económico proteccionista y social de industrialización avanzado, con
reinversión y capacidad competitiva ante productos similares extranjeros. Todo
esto en beneficio del conjunto de la sociedad. Con estos agregados, nos
planteamos la pregunta: ¿tenemos una burguesía nacional? La respuesta es: NO.
La
celebración del día de la industria, el día 2 de septiembre, señala que desde
el comienzo, hubo un enfoque distorsionado en este terreno. Como bien lo señala
Mario Rapoport en su libro En el ojo de
la tormenta, esa fecha se instauró en homenaje a la primera exportación de
productos textiles en un barco que escondía plata proveniente de las minas de
Potosí. Postular como un homenaje a la industria argentina la exportación de
ciertos bienes para ocultar la fuga de capitales es un símbolo desvirtuado de
lo que debería ser la industria nacional.
Mario Rapoport
La
debilidad de nuestra burguesía que le impidió crecer a los niveles de Canadá y
Australia, países comparables con la Argentina en diversos aspectos, tiene su
raíz en componentes históricos, cuando los intereses y grupos hegemónicos,
encabezados por la oligarquía ganadera, impusieron el liberalismo económico
como forma de desarrollo. Es así que se dio la espalda a un Estado
proteccionista como imperaba en las grandes potencias, especialmente Estados
Unidos e Inglaterra, para dar paso a una economía productora de materias primas
o commodities, esencialmente granos y
carnes. Ver Los destinos de tres países
A
principios del siglo XIX, se instalaron en nuestro país los hermanos Robertson,
dos aventureros ingleses, quienes resumieron sus experiencias en un libro
clásico titulado “Cartas de Sudamérica”. Las agudas observaciones sobre los
acontecimientos políticos y económicos en el Rio de la Plata, sirvieron de
fuente a muchos historiadores. Los Robertson se dedicaban a la exportación de
cueros y destacaron que el cuero que ellos vendían a Inglaterra, volvía a la
Argentina en forma de zapatos y botas revalorizado 20 veces. Es una clara
demostración de la situación desventajosa que sufre un país cuando se limita a
ser productor de materias primas.
John Parish Robertson
No
lo entendió así la burguesía local y este comportamiento hizo proliferar el
mecanismo de rentas donde la oligarquía terrateniente obtuvo grandes ganancia
de lo que producían las tierras más fértiles del mundo, arrendando los campos a
los inmigrantes recién llegados con pagas magras y haciendo caer sobre ellos
los resultados de las malas cosechas. Esto determinó que esa clase dirigente no
invirtiera en el sector industrial y en su lugar se dedicó a financiar la
infraestructura básica del modelo agroexportador, mediante la inversión
extranjera y el endeudamiento externo.
La
economía argentina estaba basada en la asociación de intereses entre los
grandes estancieros y el imperio británico, en ese entonces la mayor potencia
mundial, que determinó que debíamos permanecer en la categoría de país
productor de materias primas. Esta división internacional del trabajo, impuso
obstáculos permanentes a la industria nacional con una aduana que establecía
bajos impuestos a las manufacturas provenientes de Europa, especialmente de
Inglaterra. A esto se asociaba un estado que le negó todo respaldo a las
incipientes fábricas locales que no podían competir con los productos
importados.
Mientras
Estados Unidos, Canadá y Australia imitando el ejemplo de Gran Bretaña,
aplicaron esquemas proteccionistas y se transformaron en países desarrollados,
la clase dirigente argentina parece que hubiera heredado la filosofía económica
impuesta en España por Carlos V y reforzada por las siguientes generaciones de
las decadentes monarquías de la casa de Austria. Esta política relegó a España
durante siglos a ser el país más atrasado de Europa.
En
esta actitud de subordinación ante el extranjero, la vulnerable burguesía
local, siguió el ejemplo de la oligarquía agroexportadora, a la que estaba
ligada de múltiples formas. El diario La
Nación, que desde su inicio representó los intereses de la clase dominante,
sostuvo permanentemente que la Argentina debía mantenerse como país agrícola y
que la explotación de otras fuentes de riqueza que no fueran la ganadería y la
agricultura, resultaba difícil y costosa.
El
peronismo fue el primer gobierno que trató de cambiar esta política
autodestructiva y tuvo que enfrentar a la Unión Industrial Argentina, la
institución que más podría haberse beneficiado, pero que se opuso temerosa por
sus medidas sociales.
Con
las políticas neoliberales de las dictaduras militares y el menemato, varios
grupos económicos lograron un alto grado de diversificación e ingresaron a los
negocios financieros, beneficiados con la nacionalización de la deuda y el
fraude fiscal. La apertura y extranjerización creciente de la economía hicieron
que las empresas privatizadas reemplazaran a sus proveedores locales por
extranjeros, con la consiguiente desaparición de fábricas vinculadas con la
industria nacional. Muchos empresarios dejaron de producir para transformarse
en importadores y distribuidores de los productos importados.
A
pesar de que han transcurrido casi dos siglos, sigue vigente el concepto de que
Argentina debe ajustarse estrictamente a una economía agrícola ganadera o sea
productora de materias primas. La revista inglesa ultra liberal The Economist, fiel al mandato de la
división internacional del trabajo establecida por Inglaterra después de la
Revolución Industrial, acaba de publicar un artículo lapidario sobre la
economía de nuestro país, por los intentos de los gobiernos kirchneristas de
expandir y desarrollar la industria. Rápida de reflejos, el diario La Nación, siempre subordinado a las
decisiones e intereses de las grandes potencias, puso dicha nota en tapa.
Portada de la revista The
Economist
Lamentablemente, existen fuertes sectores de la economía que siempre hicieron lo que les dio en
gana y se sienten agredidos ante las reformas a la leyes de Abastecimiento y
consumidores. Leyes de este tipo existen desde el emperador romano Diocleciano en
el siglo III y desde entonces todos los estados han puesto normas para proteger
al consumidor y a los sectores más vulnerables de la cadena productiva.
Recientemente, el gobierno francés le aplicó una fuerte multa a Carrefour por
no rebajar el precio de un producto habida cuenta de que los eslabones previos
lo habían hecho.
Varios
sectores de la oposición con Massa y Macri en primera línea, el primero por oportunismo y el segundo por su ideología
neoliberal, decidieron respaldar al sector empresarial que
pretende un comercio y una economía con un estado enano e inoperante. Estos
partidos de derecha quieren retrotraer
al país a la década del 90 y para ello cuentan con economistas como
Sturzenegger, que junto con el “Mingo” Cavallo (el que recientemente recibió
huevazos al intentar pontificar sobre economía en la UCA), están procesados por
el megacanje.
Escapa
de toda comprensión la postura de los radicales que han claudicado sus banderas
en un insólito viraje hacia la derecha. En el tiempo libre que les deja su
pasión favorita, que son las internas, sale a criticar la cúpula radical dominada por
Sanz, Morales y Aguad, un trío carente de luces y a quienes no se les cae una
ficha de contenido inteligente, constituyen una muestra de la decadencia a la que se
redujo el partido de don Hipólito.
Sanz, actual presidente del partido, ofrece
un espectáculo nauseabundo sentado en alegre coloquio junto a Etchevehere, el
presidente de la Sociedad Rural, la misma institución ultra reaccionaria que
chifló y abucheó a Raúl Alfonsín. En cuanto al “socialista”·Binner hace tiempo
que balbucea pavadas incoherentes como afirmar: “hay que dejar actuar a la mano
invisible del mercado.” Ni el mismo sabe lo que quiso decir.
çSe
puede afirmar que el gobierno marca agenda permanentemente, la oposición,
siempre en orsay, viene atrás en tropel desordenado, levantando polvareda de
odio, riñendo entre ellos, carente de proyectos y de ideas. Solo esgrimen
eslóganes sin sustento que son repetidos por el periodismo venal.
¿Cómo
se logra una burguesía nacional que esté comprometida con el país, que amplíe
el mercado interno y genere innovaciones tecnológicas que le permitan competir
con los productos manufacturados extranjeros? La evidencia muestra que una verdadera burguesía nacional debe estar
íntimamente ligada al Estado, al proteccionismo y al estímulo sectorial.
Esta fue la política que aplicaron los países que hoy están en el primer mundo.
Mario
Rapoport. En el ojo de la tormenta. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires
2013.
Aurelio
Tomás. The Economist alerta contra el mal ejemplo de la Argentina. La Nación,
14/02/2014.
Robertson JP y Robertson WP. Cartas
de Sudamérica. Emecé, Buenos Aires 2000.
Empresarios
y usuarios subidos al ring. Página 12,22/08/2014.
muy buena t nota, Ricardo..
ResponderEliminarMacri llegó al extremo de pagarle a los buitres, o sea que su hija Antonia, en el futuro tendrá que pedir limosna. La actitud de este señor es totalmente egoista porque necesita un préstamo externo para pagar un préstamo anterior , que estaba destinado a subterráneos, pero los despilfarró en otras obras. Si la Argentina le paga a los buitres estaremos en el horno, pero Macri podrá conseguir el préstamo a una tasa más baja. En definitva egoismo puro.
ResponderEliminarUn buen tema para discutir alguna vez en el grupo. Qué corno es (puede, debe ser) la burguesía nacional?
ResponderEliminarDecir que los Estados Unidos, Inglaterra, Canadá y Australia son países estatistas me parece un poco mucho.
ResponderEliminarSi usted lee bien el artículo vera que yo no mencioné en ningún momento la palabra estatista, sí hablé de proteccionismo que es diferente.
EliminarCordialmente
Soros, un peso pesado en el mundo de las finanzas, acaba de demandar al Bank of New York porque no libera (por decisión de Griesa) el dinero que el gobierno puso a su disposición. El hecho mereció un minúsculo comentario en el diario La Nación, pero hubiera salido en tapa si la demanda fuera contra el Estado Argentino
ResponderEliminarEsto demuestra que Griesa es un torpe y no evaluó los efectos colaterales de su juicio, o estaba arreglado con los buitres
EliminarO que Soros es K.
EliminarCon respecto al número pasado sobre El calvario de Gaza, quiero agregar la siguiente frase del judío Albert Einstein:
ResponderEliminar“Si nosotros nos revelamos incapaces de alcanzar una cohabitación y acuerdos con los árabes, entonces no habremos aprendido estrictamente nada durante nuestros dos mil años de sufrimientos y mereceremos todo lo que llegue a sucedernos.”Albert Einstein, carta a Weismann, 1929.
Cabe recordar que en tiempos de Einstein no se había instalado aún la jihad islámica y su idea de eliminación total, tanto de Israel como nación libre, como de los todos judíos sobre la faz de la tierra.
EliminarDebemos agregar que el mismo concepto de eliminación total se está extendiendo también en Irán y sobre todo en Irak con los cristianos.
El paro del jueves fue muy manipulado por los medios hegemónicos que el día anterior sembraron miedo en la población sobre los riesgos de ir a trabajar. A pesar de eso, fue un fracaso y en las provincias ni se sintió. Esto último fue ninguneado por el monopolio Clarín y La Nación
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