miércoles, 4 de abril de 2012

GERUNDIOS

El gerundio es un tiempo verbal al cual Mauricio Macri y su ladera Gabriela Michetti recurren asiduamente. Ambos, con voz de papa concheta en la boca frecuentemente dicen: “estamos haciendo”, “estamos entregando”, “estamos construyendo”, etc. Muy pocas veces utilizan el pretérito “hicimos”, simplemente porque la gestión de Macri es escuálida en obras.

En su campaña había prometido diez quilómetros de subte por año y terminó haciendo dos estaciones. También durante su campaña señaló taxativamente que los subtes debían estar bajo el control de la ciudad. En el 2000, la Legislatura porteña ratificó esta decisión y en enero de 2012, Macri firmó el acuerdo del traspaso de los subtes y en 24 horas tomó la medida de aumentar el boleto un 127%.

Aprovechó la tragedia de la estación Once y medrando con las víctimas, las manoseó para su campaña política y de paso las utilizó como elementos para rechazar el traspaso de los subtes. No respetó el acuerdo y tampoco quiere respetar la decisión soberana del Congreso que por amplia mayoría, incluyendo diputados de la oposición, determinó que los subtes y 33 líneas de ómnibus de circulación exclusiva por la capital, pertenecen a la ciudad de Buenos Aires.


Su postura intransigente pese a que la presidenta Cristina lo desarmó de argumentos al ofrecerle compartir el 50% del subsidio durante un año, pone al descubierto la inmadurez e insinceridad de Macri y por sobre todo su falta de capacidad de gestión.

Este es el candidato que pretende postularse a la presidencia para el 2015. La Nación y Clarín, los órganos publicitarios que lo sostienen, observan con desazón no poder disponer de un personaje más presentable que conduzca sus ideales neoliberales.

Conviene analizar las dos últimas medidas de Macri. Una de ellas señala su desprecio hacia la escuela pública a la cual le retaceó el presupuesto mientras se lo aumentó a las escuelas privadas. Macri sin consultar a docentes ni a padres decidió cerrar 221 cursos en escuelas primarias, secundarias y técnicas de la ciudad. La disposición la firmó Maximiliano Gulmanelli (Director General de Educación de la Ciudad).

Se trata de un hombre de larga trayectoria en la escuela privada y de fuertes vinculaciones con la Iglesia Católica. En el currículum oficial de Gulmanelli, que puede ser consultado en sus páginas de Facebook o Twitter, hay un dato importante que es mantenido oculto: durante años fue coordinador general de Hogares de la Fundación Felices los Niños, conducida por el cura Julio César Grassi, hoy con prisión domiciliaria por estar condenado a 15 años de prisión por abuso sexual y corrupción de menores. Gulmanelli es además el hombre que les negó dos micros a chicos de la Villa 31 para que pudieran viajar a la escuela.
                                      Grassi y Gulmanelli

En 2003, cuando Grassi ya había sido señalado por tres menores que estaban a su cuidado y que denunciaron abusos sexuales, Gulmanelli salía en los medios reclamando subsidios del Estado para solventar la fundación del cura luego condenado por pedofilia.

No debe sorprender que Macri se rodee de personajes de esta calaña cuando él mismo está procesado por espionaje y mantiene relaciones con Gabriel Conde, un peso pesado en el tenebroso y abyecto mundo de los proxenetas. De paso es bueno tener en cuenta que la prensa hegemónica hace ya mucho tiempo puso un manto de piadoso silencio evitando mencionar que su delfín neoliberal es un individuo procesado.

                                Gabriel Conde, Macri y su esposa

La otra y última medida de Macri es haber decidido que el microcentro se transforme en un circuito de turismo de carretera cuando a muy pocos kilómetros se encuentra el Autódromo Municipal, especialmente diseñado para ese deporte.

Desde hace semanas la Avenida de Mayo, una de las diagonales y parte de la 9 de Julio, las zonas más lindas de Buenos Aires, lucen un aspecto lamentable y triste con vallados de cemento armado y alambradas que semejan un campo de concentración.

                             Vallados en Avenida de Mayo
     
Los más sufridos son los peatones que no encontraban las paradas de los ómnibus y que cuando descendían de los mismos estaban desprotegidos entre las murallas de cemento y el tráfico. Calles cortadas, recorridos de colectivos cambiados, avenidas indispensables para el acceso, hechas un tapón. Agréguese el ruido infernal de los motores, superando con creces el tope de decibles reglamentario y las vibraciones sobre el casco histórico.

La carrera, si bien tuvo mucho público, fue un evento de pocas horas y pasó sin pena ni gloria en los medios que apenas le dedicaron algún espacio.

Nos queda el elaborado y reflexivo comentario filosófico del ganador de la competencia Mariano Werner: “Lo de este domingo fue especial, diferente, lo disfruté muchísimo… pura adrenalina. Ir a 240 kilómetros por hora por la 9 de Julio sin que te hagan una multa es genial".

Millones de pesos derrochados en banalidades, que hubieran servido para hacer una estación más de los subtes que Macri prometió y nunca realizó.

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