El 18 de enero de 2012, la periodista Flavia Szodan del diario The Guardian de Londres se rió con ganas al leer en el periódico que el primer ministro inglés David Cameron, acusó a la Argentina de colonialismo sobre las islas Falklands. La periodista pensó que se trataba de una frase fuera de contexto o mal interpretada, pero no, según Cameron los reclamos de los argentinos era puro colonialismo porque los habitantes de las islas quieren permanecer siendo ingleses.
David Cameron
Para Flavia Szodan, Cameron hizo un reordenamiento histórico y olvidó que en 1833 los escasos habitantes de las islas Malvinas, fueron expulsados por la fuerza y reemplazados por ingleses.
Ni Cameron ni el resto del gobierno inglés imaginaron una reacción de unión en bloque de Brasil, Uruguay y Chile, prohibiendo que recalen en sus puertos buques con la bandera de las islas. Evidentemente el Mercosur goza de buena salud.
Según la opinión de la periodista y de muchos otros, la respuesta sobredimensionada de Cameron es una pantalla para desviar la atención fuera de sus problemas internos: desocupación y recesión con Inglaterra desplazada al séptimo lugar por Brasil.
La recuperación de las islas es un objetivo muy difícil de lograr conociendo como son los ingleses y su historia a lo largo de los siglos. También es imprescindible señalar que los gobiernos argentinos manejaron el tema con total displicencia sin mencionar la catastrófica y perversa decisión de la última dictadura de invadir las islas con fines bastardos y espúreos.
Haciendo un repaso de nuestra historia se observa que ninguno de los gobiernos conservadores que tuvimos hasta el advenimiento de Hipólito Yrigoyen, movió un dedo en reclamo de las islas. Por otra parte, no tenía sentido teniendo en cuenta que consideraban, o más bien deseaban que la Argentina formara parte del Commonwealth. Así lo expresó sin tapujos en 1933 Julio Roca hijo, en el vergonzoso pacto Roca-Runcimman al expresar en un banquete y en presencia del príncipe de Gales: “Argentina, por su interdependencia recíproca, es, desde el punto de vista económico, una parte integrante del imperio británico”. La frase pasó a la historia como expresión del más puro cipayismo.
Momento de la firma del pacto Roca-Runcimann
Los gobiernos elegidos por el voto popular tampoco se esforzaron y si lo hicieron no pasaron de vagos y esporádicos reclamos. Teníamos mucho territorio, se trataba de unas islas lejanas, semidesérticas azotadas por el viento patagónico donde solo había unas cuantas ovejas que no representaban ni la décima parte del ganado lanar del sur argentino. En contrapartida, para los ingleses, las islas estaban muchísimo más lejos, sin embargo siempre se preocuparon de tenerlas bajo su control.
Llegamos a la dictadura de Onganía y conviene rescatar un episodio que evidencia la ausencia de ideas de soberanía de este opaco individuo. Un joven militante peronista junto con otros 17 de la juventud peronista, respaldados por sectores de la CGT, secuestró un avión de línea y lo hizo aterrizar en Malvinas. El cabecilla Dardo Cabo izó el pabellón argentino y el grupo, con mucho idealismo e ingenuidad, aguardó que un sector nacionalista del Ejército aprovechara esa irrupción y desembarcara en las islas para recuperarlas. Fueron repatriados en un barco y a su regreso encarcelados. Con esta actitud el obtuso Onganía lo único que logró fue mandar un mensaje a Inglaterra de que las islas eran de su pertenencia.
Dardo Cabo con una compañera
En 1982 la dictadura militar estaba en plena decadencia y desprestigio, la industria diezmada la deuda externa quintuplicada y ya se murmuraba de miles de desaparecidos.
“El patriotismo es el último refugio de los bribones”, había dicho el político inglés Johnson en el siglo XIX. Esta espléndida frase fue puesta en práctica por Galtieri, el anteúltimo de los dictadores con el objeto de atraer a la opinión pública explotando el sentimiento que tienen los argentinos sobre las Malvinas.
Galtieri infatuado saluda desde el balcón de la Casa Rosada El resto es historia conocida y carece de sentido revolver ese capítulo para describir el desastroso operativo militar donde predominó la incapacidad y cobardía de los oficiales del ejército. Estaban acostumbrados a luchar contra civiles y mujeres embarazadas y no contra fuerzas regulares y el caso más patético fue Astiz que se rindió después de una mínima resistencia. El único resultado positivo, que no es poco, fue que el conflicto representó una lápida definitiva para las dictaduras militares en Argentina.
Rendición de Astiz ante oficiales de la marina inglesa
Los militares se sintieron obligados a realizar una investigación y de mala gana el general Bignone convocó a una comisión presidida por el general Benjamín Rattenbach. El resultado del informe señaló tantos desaciertos, abandono de responsabilidades y confusión a todos los niveles que fue una pústula que estalló en el rostro de Bignone quién lo encerró bajo llave.
Con muy buen criterio, en esta semana la presidenta Cristina decidió desclasificar el informe Rattenbach y hacerlo público.
Si hasta entonces no se había hecho nada a nivel diplomático para recuperar las islas, la guerra de Malvinas cerró todas las puertas de diálogo con el Reino Unido. Inglaterra, no va a entregar un territorio que parece contener abundante petróleo, además de la riqueza pesquera. Remontar esta situación es muy difícil y más aún revertir el deseo de los kelpers de permanecer británicos, especialmente después de haber sido asombrados espectadores del maltrato que sufrieron los soldados argentinos en manos de sus superiores.