Los resultados arrasadores de Cristina el 23 de octubre fueron la crónica de una muerte anunciada para varios candidatos e incluso partidos. El mamarracho publicitario y mal aprovechado a pesar de que todos gozaron de la misma cantidad de espacios radiales y televisivos, contrastó con el cuidado efecto hasta el último detalle de los spots del gobierno.
Evidentemente a los partidos de la oposición, salvo Binner, las empresas de publicidad contratadas los estafaron.
Varios candidatos, si tienen algo de dignidad y autocrítica pueden ir firmando el libro de salida definitiva. El caso emblemático es Carrió, última detrás de Altamira, personaje que hasta hace 4 meses era ignoto para la mayoría de los votantes. Mediática por excelencia, aprovechó cuanto espacio le concedió el monopolio Clarín para despacharse con sus repetidos y apocalípticos vaticinios. Con la derrota dándole bofetadas en sus mofletes y el rostro cargado de odio, fue el único opositor que no solo no felicitó a Cristina sino que la comparó, en esta oportunidad con Khadafi. Agregó además que combatiría al régimen. Grave error de Carrió, lo que justamente necesita es adherirse al régimen, pero el de adelgazamiento, para reducir su obesidad mórbida que es complemento de su psicopatía.
Alegría y festejos en el bunker de la CC
Duhalde con su discurso antiguo de derecha, no se percató que es un solitario político con la única virtud de la perseverancia, puesto que perdió numerosas elecciones y sigue insistiendo.
La campaña de Ricardito es una valiosa recopilación para armar un compendio dirigido a estudiantes de publicidad sobre lo que jamás deberían hacer. Sin embargo, la verdadera razón de su agónica elección, fue que la ciudadanía olfateó que en un mar con oleaje desatado por los avatares económicos, se necesitaba un piloto de tormentas y no un grumete pusilánime.
Si bien la campaña publicitaria de Cristina fue perfecta, lo que más incidió en los resultados fue su gestión contra la que no pudieron las 1000 tapas desestabilizantes de Clarín.
Para no agobiar con la larga lista de logros, que además el lector ya los conoce, ofrezco una síntesis perfecta de su gobierno emitida por un politólogo de Washington: “Barak Obama debería tomar lección de lo que sucedió en Argentina. Se trata de un viejo concepto de la democracia: cumple tus promesas y el pueblo te volverá a votar. Un concepto que parece haber sido olvidado en los Estados Unidos.”
Homenaje a Nestor Kirchner a un año de su desaparición
Subió por descarte con sólo el 22%, ante el escepticismo de una ciudadanía desesperanzada y escéptica después de los devastadores gobiernos neoliberales del innombrable y del autista. La gente ni siquiera sabía como se escribía su apellido.
Sin embargo era algo nuevo, distinto de lo que se había visto hasta entonces. Rompió las reglas del protocolo presentándose en mocasines con saco cruzado abierto y jugueteando con el bastón de mando que le entregó el presidente saliente.
Después vino su discurso que podían ser simples promesas que no se cumplirían según las reglas de las experiencias vividas en la última década. Todavía sonaba en la cabeza de la gente el ¡Que se vayan todos!
Sin embargo ese discurso tenía frases que pasarían a la historia: “En nuestro proyecto ubicamos en un lugar central reconstruir un capitalismo nacional que genere las alternativas que permitan reinstalar la movilidad social ascendente.”
“Formo parte de una generación diezmada, castigada con dolorosas ausencias. Me sumé a las luchas políticas creyendo en valores y convicciones a los que no pienso dejar en la puerta de entrada de la Casa Rosada”.
“Vengo a proponerles un sueño. Reconstruir nuestra propia identidad como pueblo y como Nación. Vengo a proponerles un sueño, que es la construcción de la verdad y la justicia. Vengo a proponerles un sueño, el de volver a tener una Argentina con todos y para todos.”
Más tarde, vendría el gesto que plasmado en foto sería la imagen emblemática de su gestión: hacer descolgar los cuadros de los genocidas Videla y Bignone en el Colegio Militar.
Después llegaría la depuración de la Suprema Corte de Justicia, la independencia del FMI, el no ingreso al ALCA, la integración Americana y todas las medidas que hicieron que los argentinos volvamos a cantar con ganas el Himno Nacional.
Gracias Néstor
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