Tierra y soberanía

Finalmente, después de 200 años de indiferencia, la Presidenta Cristina eleva el proyecto de limitación de tierras para extranjeros.

Sintéticamente, el proyecto de nueva ley de tierras pone un límite del 20% a los campos que pueden estar en manos foráneas y obliga a la elaboración de un índice nacional de propietarios.

Esta ley afirma que no puede ser considerada inversión la compra de un bien escaso y no renovable. “Inversión es cuando alguien trae tecnología, no cuando compra un campo”, explicó Eduardo Barcesat, uno de los juristas que trabajó en la letra chica del proyecto desde noviembre del año pasado. El otro especialista que hizo aportes fue el abogado Aldo Casella, un hombre cercano a la Federación Agraria.

El ser humano a semejanza de cualquier otra especie, incluyendo los insectos, es un animal territorial por excelencia. Sin embargo, a lo largo de la historia, los gobernantes argentinos parece que fueron una excepción a esta regla universal. A los “iluminados” de Buenos Aires, entre los que se destacó Rivadavia, jamás les importó ni dieron el menor apoyo a las campañas de liberación de Belgrano en el norte y de San Martín en Chile. Les bastaba con conservar la pampa húmeda y ni siquiera eso ya que el tristemente célebre empréstito de la Baring Brothers, tenía como cláusula de seguridad para los ingleses que para garantizar el pago, quedaba hipotecado todo el territorio de la provincia de Buenos Aires.

La Patagonia la salvamos gracias a Roca y al Perito Moreno, dos de los escasos argentinos para quienes el territorio nacional era importante. Aunque no le guste a Osvaldo Bayer, esa fue la veta más positiva de Roca. De Rosas, la historia clásica sólo resalta su despotismo, pero minimizan como episodio trivial la Batalla de la Vuelta de Obligado del 20 de noviembre de 1845, considerada a partir del año pasado como Día de la Soberanía Nacional. Fuera de esos pocos chispazos de defensa de nuestro territorio y quizás algún otro que se me pasó por alto, los gobiernos argentinos no incluyeron en sus programas el concepto de soberanía.

Ricardo Carpani. Batalla de la Vuelta de Obligado

La libre navegación de los ríos nos había sido impuesta después de una larga lucha en la que intervinieron Francia, Inglaterra y el Imperio de los Braganza. Lo que no se pudo imponer por las armas en Obligado, en Martín García, en Tonelero, por los más poderosos de la tierra, fue concedido —como parte del precio por la ayuda extranjera— por los “libertadores” argentinos que aliados con el Brasil vencieron en el campo de Caseros y en los tratados subsiguientes.
¿Qué habrían hecho los norteamericanos si alguien les hubiera impuesto liberar el Mississipi. Y los ingleses de haberle ocurrido eso con el Támesis?

Sólo nosotros, los argentinos, hemos incorporado la idea del achicamiento como un bien necesario en nuestra política territorial, una política cultural de indefensión, de incapacidad intelectual para concebir la grandeza sobre la base de pueblo y territorio. “El mal que aqueja a la Argentina es la extensión”, señaló Sarmiento en el “Facundo”.

No creo que ningún estadista europeo y menos norteamericano o ruso se le ocurriera decir frase semejante y eso que Sarmiento era uno de nuestros próceres más capaces.

Por eso, esta decisión de la Presidenta Cristina es de fundamental importancia y hubiera sido magnífico si se hubiera aplicado cien años atrás, porque no estaría en manos extranjeras una parte considerable de nuestro territorio. Sólo los Benetton poseen 900.000 hectáreas en el sur.

El siguiente es un mapa de las empresas extranjeras que poseen extensiones de tierra en las distintas provincias argentinas.