domingo, 14 de noviembre de 2010

La crisis del PRO

La crisis del PRO no se detiene ni ante el casamiento de Macri" dice La Nación virtual de hoy.
Pero, vamos a ver: ¿Estamos frente a una crisis de política partidaria o frente a una crisis de alcoba? El nuevo matrimonio de Macri no hace más que señalar su fino olfato, ayudado por su larga y pinochesca nariz (pinochesca por lo mentirosa), para elegir a la compañera de su vida. Todas perdidamente enamoradas de sus cuentas bancarias, le dan un poco de dulce de leche mejicano y le sacan una buena tajada de dinero. Como no es capaz de darse cuenta de nada, se mira al espejo, se considera arrasador con su figura y, otra vez a la guerra! El don Juan porteño, como el sevillano, terminará como él siendo "el burlador burlado".
Quien haya pensado que con esta historia de mujeres que suben y bajan del tálamo macrista más unas cuantas fotos de la boda en Gente y Caras, se podía detener la crisis del PRO, merecen ser afiliados del PRO.
La crisis ha estallado como un escándalo por la negativa inédita de la conducción del partido y del bloque, a votar la ley de Presupuesto presentada por el Gobierno. El Presupuesto puede ser mejor o peor, como lo puede ser cualquier gobierno, pero negarle su aprobación es como cerrar las puertas de la Rosada con doble vuelta de llave y arrojarla al foso de los leones. El juicio sobre la validez, la oportunidad, las condiciones, los vicios y virtudes, del Presupuesto y la gestión gubernamental, vendrán más tarde, cuando los ciudadanos tengan que depositar su opinión en una urna.  Si el escrutinio favorece a Pinedo (el único del PRO que se expresa sin piedras en la boca), habrá que reconocer que tenía razón y habrá que votarle los Presupuestos que presente. Si así no fuera, no sólo quedaría demostrado que sus críticas no representaban el sentir de la gente, sino que lo suyo pasaba por buscar el fracaso de un gobierno al negarle su principal herramienta de gestión, aún cuando ese fracaso pudiera resultar una dura carga para muchos compatriotas.
Pero el debate de esta ley, a mi modo de ver, no hace más que mostrar el fracaso rotundo de Macri como dirigente. Su gestión porteña es un desastre. No consigue que le aprueben un proyecto ni sus mismos partidarios. Cada vez que balbucea, tienen que salir a aclarle la voz. Cuando toma una medida por iniciativa propia, previa consulta con la embajada de EE,UU, y el Mossad, es un desatino que más parece consultado con la Organización Odessa que con aquéllos otros, que, además, lo desmienten.
Enfin, que la crisis de ese partido está fundada en la ilusión primigenia de unos cuantos que creyeron que el rico y famoso Maurizio, era un exitoso que podía llegar al éxito político y ellos acompañarlo. No se tomaron el trabajo de averiguar por qué era rico y tal vez famoso. Hubiera bastado con que se lo preguntaran a su padre.
Esta crisis del PRO pone al desnudo, a su vez, la tristísima actuación de Elisa Carrió. Insisto en que lo que pone al desnudo es a la actuación, no a ella, si bien ambas pueden ser muy tristes.
Esta mujer, que surgió años atrás como una esperanza de renovación radical, tras la frustración del incomparable De la Rúa, se ha convertido en una figura patética, portadora de todos los vicios que denuncia en los demás, sin una palabra que estimule un sentimiento positivo en quien la escucha. Fundamentalista por definición, adhiere a cualquier cosa que signifique "contra", no importa que sea de derecha, izquierda, arriba o abajo. Su lema es "Todo está bien si termina mal".
De Narváez está sufriendo el mismo tic del capitán ingeniero y hace guiños a distra y siniestra, sin que se pueda saber si tiene el siete de espadas o el de oros. La última seña se la pasó a Reutemann, otro exitoso  del segundo puesto, quien se quedará pensando por qué le hizo la seña si él no está jugando y, además, nunca aprendió a jugar al truco. Seguramente se tomará su tiempo para expresar su opinión al respecto y en el verano del 2018 tendremos esa explicación.
La crisis del PRO es una crisis más en la serie de crisis que viene sacudiendo a todos los partidos y fracciones de partidos que dicen constituir "la oposición" y que, en realidad, constituyen la "no oposición", porque no existen. Sólo son una dispersión de individuos, descoordinados, sin ninguna idea aglutinadora, casi podría decirse que sin ninguna idea, que sólo levantan los adoquines de la calle para levantar barricadas, que no le sirven a nadie y menos que a nadie, a ellos.
Todo sistema que se precie de democrático, necesita de una oposición, pero una oposición que, al ciudadano, le signifique una posibilidad y una oportunidad de cambio. Una oposición no es una obstrucción. Obstrucción es la barricada y armar barricadas es el mejor argumento que se le puede brindar a un gobierno al que se quiere destruir, para hacerlo más fuerte y más aceptable para quienes mañana saldrán a votar.
La crisis del PRO es la crisis de la oposición y es la crisis del sistema político argentino que se desliza, casi sin notarlo, hacia un régimen de partido único, al estilo del PRI mejicano.
Nada peor para sostener una democracia.
JC

No hay comentarios:

Publicar un comentario