sábado, 20 de noviembre de 2010

El ocaso de Carrió


Midas, rey de Frigia en la mitología griega, había recibido de los dioses el don de convertir en oro todo lo que tocaba. Carrió, a diferencia del mitológico, rey tiene la habilidad de convertir en mierda todo lo que toca.
Después de largos períodos de reposo en algún spa, retorna renovada, más gorda y lustrosa y con rictus de odio y expresión demencial comienza a lanzar toda clase de vituperios contra el gobierno sin omitir ningún adjetivo descalificador. Ese comportamiento me pone la duda entre clasificarla como bipolar o psicópata, o probablemente la mezcla de ambas. 
Hace más de un lustro, sus ideas progresistas le valieron el respeto y los votos de muchos ciudadanos. Paulatinamente, empezó a virar hacia la derecha y este cambio fue paralelo con un rápido deterioro de su estado mental. Armó y desarmó partidos y fue dejando en el camino gente valiosa que percibió que ese timonel los llevaba directo a los arrecifes.
Actualmente está apoyada contra la medianera derecha de la política, es totalmente funcional al CEO Magnetto y sus colaboradores actuales son un pálido reflejo de los valiosos políticos que originariamente la acompañaron, porque no hay comparación entre Macalusse y Patricia Bullrich.
Su odio contra el gobierno es ilimitado y sin embargo no logró hacerle ni un rasguño, en lugar de ello contribuyó en gran medida a la violencia y vulgaridad en que se convirtió el parlamento. Alfonsín la quiso atraer para su molino y fue una breve luna de miel que la gorda no tardó en embadurnar con descalificaciones. ¡Ay Ricardito, como te falta el olfato político de tu padre! No basta con usar su mismo traje y corbatas y si no fuera por el apellido, no pasarías de intendente de Chascomús.
Yo creo, que el punto de inflexión que marca el comienzo de la estrepitosa caída de Carrió fue el circo que armó bajo la guía de Magnetto para quitarle al gobierno la posibilidad de tener un presupuesto. En realidad el que se queda sin presupuesto es el país. Esto ya lo venía diciendo desde hace rato ante los solícitos periodistas del monopolio mediático como Majul, Morales Solá, Van der Kooy, Nelson Castro, etc. Porque hay que admitir que a semejanza de Hitler, la gorda tiene como virtud, quizás la única, la de decir lo que piensa sin ambages. Carece de la perfidia y sinuosidades de Cobos; ella es frontal, aspecto que en política puede ser un defecto más que un atributo.
Volviendo al circo de la semana pasada, uno de los momentos más bajos que tuvo el parlamento en muchos años, Carrió envolvió a dos novatas con escasa cintura política y las enlodó a tal punto que una de ellas está pensando en renunciar. Carrió quién convocó a la Comisión de Asuntos Parlamentarios después de hacer declaraciones anecdóticas y triviales donde no mostró ningún tipo de pruebas ni dio nombres, se retiró, dejando atrás toda la escoria que ella misma armó y que culminó con la trompada de Camaño que fue repetida por los medios hasta el hartazgo. Si a alguno le queda una remota duda del comportamiento violento de Carrió, se le despeja con sus últimas declaraciones haciendo loas a la violencia de Camaño y diciendo que las mujeres de su agrupación deberían aprender box para repetir el mismo gesto.
Ahora Carrió entra en el período depresivo del síndrome bipolar y se va a hacer retiro espiritual, orgullosa de haber sido protagonista del triste espectáculo que ofreció en estos días el Congreso.
Volverá bajo los efectos de la etapa maníaca del síndrome, pero esta vez encontrará un vacío a su alrededor. Hay consenso tanto entre los diputados oficialistas como en los de la oposición de que la gorda colmó el vaso de tolerancia, ha perdido totalmente el control de sus actos y su credibilidad está en cero después que absolutamente ninguno de sus catastróficos vaticinios se cumpliera. Su carrera política está en el ocaso.

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