Una mañana, uno de nosotros se quedó sin el negro, y fue el nacimiento
del impresionismo.
August Renoir
Autorretrato
1875. Colección privada
El impresionismo
Cuando
un grupo de artistas decidió que los paisajes no debían inventarse en un
atelier como fondo de una figura en primer plano y era preciso salir a buscarlos munidos del
caballete, con pinceles y colores, cuando frente a la escena y embriagados por
la pintura al aire libre, transformaron en belleza y alegría casi cualquier
objeto que salía de sus manos, fue entonces que nació el impresionismo.
Estos
artistas captaron que el sol le da al agua, a las flores, a los árboles y a la
grama, un brillo determinado. Que según su posición en el cielo, los tonos y
los colores variaban y que un mismo motivo pintado después del amanecer
cambiaba sustancialmente cuando el sol bajaba en el horizonte.
El
crítico de arte Louis Leroy, al observar en una galería el cuadro de Claude Monet:
“Impresión, sol naciente”, llamó impresionista a su autor. El nombre se
difundió rápidamente antes de que los críticos y la sociedad tomaran conciencia
de que había nacido un estilo pictórico revolucionario.
Una
característica notable del impresionismo fue la participación simultánea de
varios artistas, todos de un mismo lugar: París; que formaron un grupo muy
unido y solidario para defender su arte de las críticas de la época. Entre esas
personas se encontraba Pierre-Auguste Renoir.
Primeros años
Renoir
nació el 25 de febrero de 1841 en Limoges, la ciudad de las famosas porcelanas.
A los 13 años se encontró con la pintura, pero no en el lienzo, sino en la
porcelana cuando empezó a trabajar en el taller de los hermanos Lévy. Uno de
los obreros de la empresa convenció a sus padres que el joven tenía
talento para la pintura y estos lo enviaron a la Escuela de Bellas Artes de
París.
En
la Escuela de Bellas Artes de París conoció a tres personajes con quienes
entabló una estrecha relación que perduraría para siempre. Claude Monet,
Frederic Bazille y Alfred Sisley, junto con Renoir, soñaban con un arte próximo
a la vida y alejado de los clásicos. Un arte que captase la realidad de los
fenómenos de la luz sobre las personas, los objetos y los paisajes.
Retrato de Auguste Renoir por Frederic Bazille. Museo de Orsay
El
respeto y cariño que estos cuatro artistas se prodigaban los llevó a pintarse
unos a otros. Una de las obras más conocidas de Bazille es Retrato de Auguste Renoir, que lo muestra a la edad de 26 años
sentado sobre una silla y con las piernas totalmente recogidas. Renoir le
devolvió la atención con Retrato del
pintor Bazille, en plena tarea ante el lienzo.
Retrato del pintor Bazille por August Renoir. Museo Fabre, Montpellier
También pintó a Monet y a
Sisley. A este se lo ve junto con su esposa en una actitud que refleja la
armonía de la pareja. El Pintor Sisley y
su esposa, es una obra que muestra la tendencia que seguiría Renoir en
todas sus pinturas: rostros que siempre expresan alegría o bienestar, los
personajes no tienen conflictos con la vida que les resulta placentera.
El
pintor Sisley y su esposa por August Renoir. Museo Wallraf-Richartz, Colonia, Alemania.
En
las pinturas de Renoir las personas se tienden la mano, conversan, se abrazan,
se tocan, porque siempre buscó la cercanía entre sus modelos. En cuanto a los
desnudos se trata de mujeres que, mientras con una mano se ordenan la abundante
cabellera, miran al observador, casi provocativamente, como si quisieran
invitarlo a formar parte de la despreocupación e indolencia que las rodea.
También parecen dejarse tocar las flores y la hierba de sus cuadros.
Desnudo sentada. Por August Renoir. Colección privada.
Los
cuatro amigos solían ir en grupos de a dos o de a tres al bosque de
Fontainebleau, frente al Sena a la altura del puente de Chatou, donde pintaban
una misma escena y después comparaban estilos y tonalidades en largas y amenas
conversaciones. Renoir era pobre y no tenía vivienda propia, pernoctaba en las
casas de sus amigos y solía recibir ayuda de Bazille quien al encontrarse en
mejor posición económica alquiló un taller donde pudieron trabajar todos
juntos.
Exposiciones y rechazos
En
1863, Eduard Manet, otro pintor impresionista, llevó al Salón de París lo que
podría considerarse su obra cumbre en todos los aspectos, incluso por la
popularidad y el rechazo que produjo: Desayuno
sobre la hierba (Le déjeneur sur
l’herbe). El óleo muestra a una mujer sentada totalmente desnuda mirando indiferente
al espectador, junto a ella figuran dos hombres recostados sobre el pasto, platicando
entre ellos y completamente vestidos. Este contraste más las dimensiones del
lienzo (208 x 264 centímetros), eran demasiado provocativos para la época y la obra
terminó exhibiéndose en el llamado Salón de los Rechazados, junto con las
pinturas de los demás impresionistas. Estos admiraron el coraje y el estilo de
Manet y lo convirtieron en uno de los líderes del movimiento.
Desayuno sobre la hierba (Le déjeneur sur l’herbe), por Eduard Manet. Museo de Orsay.
Renoir
tenía pasión por la figura femenina y por las mujeres. Su primera musa, y
también su primer modelo, fue Lise Trehot quien llegó a erigirse como el canon
de belleza femenina para el joven artista que la pintó vestida, desnuda o con
ropas de odalisca. Este romance de amor y arte duró siete años hasta que Lise
dejó el atelier y las privaciones para casarse con un hombre de mejor posición
económica.
Ante la persistencia de los rechazos en las
grandes exhibiciones, de las pinturas de Renoir y sus amigos, el reconocido fotógrafo
Gaspard- Félix Tournachon les facilitó sin cargo un amplio salón en el
Boulevard de las Capuchinas. En ese lugar comenzó la primera exposición
impresionista y se exhibieron 165 obras, que fueron duramente descalificadas
por los críticos de arte, pero no faltaron quienes se percataron del
surgimiento de un nuevo estilo, merecedor de un espacio en el mundo de la
pintura.
Renoir redujo la producción de temas campestres
y se orientó hacia las personas, la fascinante vida parisién la volcó en dos
hermosas obras: Baile en el Moulin de la
Galette y Almuerzo de remeros. Siempre
los personajes son alegres y joviales y sugieren estar pasando momentos de
placer, porque así era como Renoir enfocaba la vida. Aquellos años en
Montmartre fueron para él los más gratificantes, poseía amantes, amigos
sinceros y empezaba a ser reconocido.
La enfermedad invalidante
Las dolencias de Renoir salieron a la luz cuando su nieto
Paul, reveló todos sus detalles en el XIII Congreso Europeo de Reumatología (Ámsterdam, 1995). El
informe fue acompañado con cartas personales y fotografías. Aparentemente el
inicio de su enfermedad ocurrió un día de
lluvia del verano de 1889, cuando cayó de su bicicleta y se fracturó el brazo
derecho. Tiempo atrás había tenido una fractura similar y aprendió a
desarrollar la habilidad de pintar con la mano izquierda, pero en esta ocasión
surgieron dolores que le dificultaron sostener y manejar los pinceles.
Se le diagnosticó reumatismo avanzado desencadenado por el accidente. Renoir tenía por entonces 48 años y estaba convencido que todavía tenía unos cuantos más por delante. Como prueba de ello, al año siguiente se casó con su última esposa Aline, que le dio tres hijos.
Se le diagnosticó reumatismo avanzado desencadenado por el accidente. Renoir tenía por entonces 48 años y estaba convencido que todavía tenía unos cuantos más por delante. Como prueba de ello, al año siguiente se casó con su última esposa Aline, que le dio tres hijos.
Los dolores de las manos fueron en aumento, al principio
logró soportarlos y aunque tenía cierta limitación en los movimientos de los
dedos, se las ingenió para seguir trabajando. Para él la vida sin la pintura carecía
de sentido.
Fotografías de cuando tenía 55 años, muestran la hinchazón de
las articulaciones de los dedos y otras tomadas 12 años más tarde se lo ve
caminando con dos bastones, debido a que el proceso de su enfermedad se había
extendido a las rodillas. Pocos años después quedó confinado en forma
definitiva a desplazarse en silla de ruedas.
Decidido a no rendirse ante la
enfermedad, hizo que le fijaran la paleta a uno de los brazos de la silla y con
el pincel atado a la muñeca pintaba sobre grandes lienzos desplazando la tela montada
en un caballete con un sistema de poleas que había diseñado. En los últimos
años se interesó más que nunca en el desnudo femenino y para ello contaba con
varias modelos. Llama la atención que pese a las enormes limitaciones físicas
que enfrentaba, las obras de ese período conservan la calidad técnica y sobre
todo el gesto de placer y alegría de los rostros que jamás fueron empañados por
la enfermedad.
Su última pintura, una cesta con
manzanas que le trajo su hijo, la terminó el día anterior a su muerte. El 3 de
diciembre de 1919 se detuvo definitivamente el pincel de la luz y la alegría de
vivir.
Alberto Martini.
L’impressionismo. Editorial Fratelli Fabbri. Milán 1967.
José
Ángel González. El pintor palpable, Pierre-Auguste Renoir en el Thyssen. 20
minutos, 03,02,2017. http://www.20minutos.es/noticia/2864348/0/pierre-auguste-renoir-intimidad-exposicion-thyssen/
Isabel
Espiño. Augusto Renoir: artritis en las manos del pintor. Elmundo.es/Salud. 16/09/2004.
Renoir. Encyclopaedia Britannica,
tomo 9, pag 1028-1030. Chicago 1995.
Kowalski E, Chung KC. Impairment and disability: Renoir's adaptive coping strategies
against rheumatoid arthritis. Hand (N Y) 2012;7:357-63.